viernes, 24 de julio de 2009

El resentido - Retorno a la ira

Hoy, aprovechando una breve visita de fin de semana a Asturias, me pasé por Fnac a comprar unas cuantas películas para llevármelas a Alemania. Al perder de vista al amigo que me acompañaba, traté de buscarlo dando una vuelta por la tienda y acabé en su robusta sección de tebeos. Hace años que he dejado totalmente atrás el mundo de los cómics, como comprador y como creador, pero claramente a la vista en el centro de la primera estantería me esperaba una reedición en libro de todas las historias de "El resentido" publicadas por Juaco Vizuete durante los años noventa. No dudé ni un instante en añadirlo a mis compras, sin hojearlo siquiera.

Sólo al llegar a casa y habiendo devorado ávidamente sus páginas en el autobús, al hacerle un hueco en mi estantería de cómics favoritos, puede ver lo caro que era (18 euros me parece mucho para un tebeo de tapa blanda en blanco y negro). Pero no me arrepiento de esta compra impulsiva: los vale, y bien pagados, pues estamos ante un clásico del cómic español, y el mejor retrato del doloroso proceso de madurez de un friki (cuando aún no se llamaba así) que he leído nunca.

No hay palabras para describir las sensaciones que evocaron en su día las desventuras del Resentido. Todo lo que sentía como post-adolescente retraído está condensado en esta obra. Tras una primera historia de furia juvenil desatada en una explosión hiperbólica de rabia, el cómic pega un giro de 180º reinterpretando esa violencia como una metáfora y bajando a un nivel cada vez más verosímil tras la incorporación al cómic de un "love interest" del protagonista. Pronto, la rabia da paso al amor, y como consecuencia, al dolor. El dolor de no saber interpretar tus sentimientos, y de no poder distinguir el amor del sexo.

Pocas veces se ha visto en la ficción una radiografía tan precisa de lo que supone para un inadaptado tener su primera novia. Ya años antes de mis primeros contactos con el sexo femenino, ya sentía que eso que leía era auténtico, algo que confirmó mi experiencia posterior. Aunque gracias a dios pude sortear, quien sabe si inconscientemente alertado por Vizuete, los abismos de incomunicación y el daño mutuo que se infligen los protagonistas. Yo también tuve mi propia Novia del Resentido, y también hubo separación emocional y geográfica, pero supongo que tuve suerte. El amor no es fácil.

El cómic inicialmente puede parecer un poco disperso, como si viéramos al autor descubriendo en tiempo real lo que quiere contar. Empieza caóticamente (aunque sabe encontrar una forma brillante de cerrar un cabo suelto de su rumbo inicial como "psychokiller") y avanza de forma un poco discontinua y con numerosas elipsis, quizás por el tiempo transcurrido entre la realización de las distintas entregas. Pero al final el cómic se centra en lo que quiere contar sin desvíos, y la realidad emocional del Resentido crea una atmósfera que se puede cortar con un cuchillo y que nos acompaña hasta la última página. La caricatura inicial dibujada inicialmente por Vizuete se depura en cada nueva historia, creando un interesante efecto por el que su progresiva madurez se refleja de forma visual, con lo que se aleja de la figura deformada e hiperexpresiva del comienzo hasta convertirse definitivamente en el joven triste de la portada.

Esta edición añade un epílogo muy interesante, creado diez años después (reales tanto para el dibujante como para los personajes) con un estilo similar pero trazo más abierto y bolduesco. Ahora los personajes se han hecho mayores, mostrando la nueva etapa de su vida con la misma realidad que las páginas precedentes. Este epílogo no nos ofrece un cierre definitivo a su búsqueda vital, sino que se limita a mostrarles en un nueva etapa. Algunos trabajan, se han casado... pero su esencia se mantiene. Como en la vida misma, no hay final para su historia, porque la agonía de la vida nunca acaba. Con todo, irónicamente, este epílogo lo único que hace es darme ganas de querer saber más. Espero que Juaco Vizuete retome estos personajes en el futuro, y que La Cúpula siga siendo tan valiente de publicarlo.

jueves, 16 de julio de 2009

La moralidad

Creo que no existe una ley moral universal, ni una policía moral universal, y que la ética y la justicia son invenciones culturales. Los seres humanos son seres diseñados para procrear, y la sociedad es un tejido de convención educada. No existe Dios ni una fuerza espiritual que evite que un país fuerte saquee los recursos de un país más débil. El karma no golpea al país fuerte. El país fuerte no será castigado en el más allá por lo que ha hecho, y lo mismo es cierto a escala humana. Los violadores y asesinos de Darfur, Nigeria, el Congo o cualquier parte del mundo envejecerán y morirán con el conocimiento de que robaron, violaron y asesinaron, y le darán la misma importancia que dan un abogado o un informático a las peleas en las que se meten en las borracheras del fin de semana. En occidente mostramos remilgos en lo que respecta a la muerte y las armas porque no estamos acostumbrados a ellas; otras culturas adoran la muerte y se gastan un dineral en crearla. No somos mejores que ellos. Somos diferentes.

Durante el siglo XX muchos dictadores y tiranos mataron a millones para su beneficio personal, y murieron felices de muerte natural viviendo en la opulencia. Una pequeña parte de estos tiranos fue ejecutada, derrocada o juzgada, pero la mayor parte no tuvo que dar cuentas a nadie. La justicia no existe a no ser que alguien la invente, y no funcionará contra alguien que no le tenga miedo. Por eso se ha insistido tanto sobre el derecho internacional en las últimas décadas; el pueblo y los políticos al fin se han dado cuenta de que no existe el cielo ni existe Dios, que la justicia sólo existe cuando la inventas y la aplicas aquí en la Tierra, y que sólo puedes aplicarla mediante la fuerza o la amenaza de la fuerza. Los únicos que ganan el juego son quienes mueren felices, y si la gente muere feliz tras haber pasado toda una vida saqueando, violando y matando, el caso es que siguen muriendo felices. Mostrarnos tan impresionables ante esto es ingenuo e infantil. La sociedad humana es como un enjambre de hormigas que se pelean entre sí sobre una pirámide gigante de cadáveres de hormigas, y cuando millones de hormigas han muerto por Dioses imaginarios y Reyes olvidados sin ningún valor, un oso hormiguero llega y se nos traga a todos, sin que importe quién tenía razón y quién no, o quién fue justo o ético. La educación no tiene ningún valor en el vientre de un animal.

Ashley Pomeroy, en los comentarios al blog de Roger Ebert.

martes, 14 de julio de 2009

Mira quién fue a hablar...

Tarantino dice que se retirará cuando tenga 60 años. Ya, claro...

Su excusa es que ve que los directores siguen sacando películas malas para poder vivir bien. Dice este hombre con su habitual diarrea verbal, "Los directores no mejoran, ¡sino que empeoran! Cuando tienes que pagar el colegio privado de los chiquillos y mantener a tres ex-mujeres, no me hables de arte. Para ellos es trabajo. No quiero tener que ver la película que he hecho sólo para pagar la piscina."

Quizás podría habérmelo imaginado a estas alturas, pero me sigue sorprendiendo que Tarantino considere no sólo normal sino inevitable que un director visione una y otra vez sus propias películas, como si ese ejercicio onanístico formase parte integral de su trabajo. Y no hay palabras para lo irónico de que estas declaraciones las haga el director con el picado de calidad más bestial desde Francis Ford Coppola. Si es que por la boca muere el pez...

14 años pasan volando (ahora Tarantino tiene 46), así que me gustaría ver a este tipo cumplir su palabra. Pero evidentemente estas afirmaciones son la ocurrencia de alguien que habla sin control, y que al día siguiente ya no se acuerda de lo que ha dicho...