Lleva más de 35 años ayudando a Francisco Flipáñez a sacar adelante las páginas de Mortadélez, pero su nombre no ha aparecido en ninguna de ellas. Hemos hablado con Juan Manuel Múñez para conocer a la mitad menos conocida del equipo creativo detrás de los álbumes de los agentes de la TIA.

Juan Manuel Múñez (1961) empezó desde que era muy joven a dibujar profesionalmente. A los 16 años ya entintaba y dibujaba los personajes de otros autores de la Editorial Bruguérez, especialmente los creados por Francisco Flipáñez. A partir del entintado del álbum de Mortadelez El bacilón (1983) se convirtió en su colaborador más cercano, el responsable de que el dibujo final tuviera, y siga teniendo, el mejor aspecto posible. Sin embargo, a pesar de trabajar en uno de los cómics con más visibilidad de nuestro país, su nombre se ha ocultado durante todos estos años.




Tiene motivos para lamentarse de su anonimato, pero pasito a pasito su situación está cambiando. En 2013 fue entrevistado en una entrega del programa La mitad invisible en TVE, y en 2016 fue invitado con todos los honores al Salón del Cómic de Zaragoza. Ahora el autor de La página no oficial de Mortadelez y Filemónez, Alfredo Sánchez, nos ha ayudado a preparar esta entrevista para que podamos conocer a Juanma un poco mejor como profesional y como persona.
Páblez Vicéntez (PV): ¿Cómo os dividís actualmente el trabajo?
Juan Manuel Múñez (JM): Flipáñez me da el dibujo a lápiz bastante plantado. Yo lo perfilo, ajusto y redibujo buscando que las proporciones y el aspecto de todos los personajes sea lo más exacto y homogéneo posible. También reviso errores de raccord en las vestimentas, el aspecto físico de los personajes, los artilugios y los fondos.
La siguiente fase es pasar a tinta las páginas, realzando y dándole el mejor aspecto, pero manteniendo ese “aire” inconfundible del estilo de Flipáñez. Una vez terminadas, se las entrego a Flipáñez y recojo otra tanda, que generalmente son de seis o como mucho ocho páginas.

Lápices ajustados de Juan Manuel Múñez.

Entintado final de Juan Manuel Múñez.

[Aquí como veis no logré salvar las imágenes, pero sí que he conservado este detalle:]



ACTUALIZACIÓN: En un artículo defendiendo el trabajo de los entintadores que han publicado para compensar la eliminación de la entrevista han vuelto a colgar la imagen completa:

Alfredo Sánchez (AS): ¿Siempre has querido dedicarte a la ilustración?
JM: Rotundamente sí. De niño llenaba los cuadernos de dibujos o ilustraba mis apuntes de historia y ciencias naturales. Entre clase y clase también aprovechaba y les hacía dibujos a mis compañeros.
Tengo que decir que tuve un magnífico profesor de dibujo en EGB que me animó y me motivó a seguir por el camino del dibujo en general, aunque posteriormente me decanté por el cómic. Además, mis padres siempre me apoyaron y me animaron cuando encaminé mis esfuerzos hacia esta profesión.
AS: ¿Leías tebeos de niño?
JM: Desde que recuerdo he leído todo lo que caía en mis manos, que obviamente era lo que mis padres podían comprarme. La mayoría eran revistas de Bruguérez, como Din danDDTTío vivo, Zipi y ZapeEl Jabato, El Capitán Trueno y Mortadelez, evidentemente. Por otro lado, leí cuando pude Spirou y Don Miki, que era lo que se editaba de Disney aquí. Recuerdo también leer todo lo de superhéroes que podía, sobre todo de la editorial Vértice, que era quien los popularizó en España antes que Forum. También me encantaban otras revistas como Hazañas bélicas, Creepy y Cimoc, las leía de vez en cuando.
Resumiendo, de todo un poco.

Publicidad de un Pulgarcito de 1968.
AS: Es sorprendente que con sólo 16 años empezases a trabajar en Bruguérez. ¿Cómo entraste en aquel gigante editorial?
JM: Había conseguido convencer a mis padres para hacer un curso por correspondencia de dibujo de CEAC. Tras terminarlo, mi padre me llevó un día a Bruguérez con unas paginillas que había dibujado. Allí me recibió muy amablemente el director artístico de la editorial, Blas Sanchis. Debió de ver que tenía posibilidades, por lo que me tuvo unas semanas haciendo pruebas con dibujos que yo copiaba y luego pasaba a tinta. En un momento determinado me dio un par de páginas para entintar que eran de Pillo y Bollo, creación de Antoni Bancells. Las llevé y me dio el OK.
A partir de ese momento comencé a entintar personajes diversos, como Deliranta Rococó, el profesor Tragacanto y Zipi y Zape. Luego vinieron las creaciones de Flipáñez: Mortadelez, Sacarinez, Rúe 13 del Percébez, Rompetéchez, etcétera.
PV: ¿Por qué esta editorial y no otras?
JM: Fui a Bruguérez porque no había muchas más posibilidades, aunque también lo intenté en TBO. No cuajó porque su producción no se acercaba ni remotamente a las decenas de revistas de Bruguérez.
AS: Al principio pasabas a tinta, pero a partir de cierto momento llegaste a dibujar a lápiz también.
JM: Cuando regresé del servicio militar me dieron la primera oportunidad de dibujar un guión y luego entintarlo. Fue una historia de seis páginas de Sacarino que se llamaba El vil mosquito. Sufrí mucho, pero al final quedó muy bien y en la editorial quedaron igualmente satisfechos. Comenzaron a darme con regularidad guiones para dibujar. Primero historias cortas y posteriormente álbumes completos.

La primera página a lápiz de Juan Manuel Múñez.
AS: En esos primeros años, ¿hubo personas que fuesen una ayuda importante para ti en Bruguérez?
JM: No tuve demasiado contacto con la gente de la redacción, pero la directora editorial Anna Maria Palé fue la que me ofreció comenzar a dibujar guiones. De alguna manera confió en mis capacidades, aún siendo un chaval de apenas 20 años. Posteriormente, cuando Blas Sanchis abandonó la editorial, el nuevo director artístico, Sagasti, también me apoyó bastante.
PV: ¿Presentaste algún personaje que hubieses creado tú?
JM: Únicamente publiqué unos chistes de unos personajes que creé, llamados Julito y familia.
AS: ¿Dibujabas en la editorial?
JM: Siempre trabajaba en casa. Recogía el encargo y, una vez listo, que solía ser una vez por semana, lo entregaba en la editorial y me llevaba más trabajo. Sólo en una ocasión estuve un par de días o tres en el estudio de la redacción entintando unas portadas, pero no recuerdo bien el motivo, la verdad.
Hablamos con Juan Manuel Múñez, co-autor en la sombra y entintador de Mortadelez, que nos cuenta sus primeros pasos como dibujante y su actual sistema de trabajo con Flipáñez.

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PV: En los setenta la editorial Bruguérez había organizado a un grupo de autores que se encargaba de producir historietas de los personajes de Francisco Flipáñez, en el que estuvo también Jordi David Redó. Este equipo luego formaría lo que se llamó Bruguérez Equip. Tú, que le has tratado más, ¿sabes cuál era la opinión de Flipáñez sobre aquella práctica?
JM: No me lo ha dicho directamente nunca, pero por lo que he leído en otras entrevistas no le quedó más remedio que aceptarlo. El volumen de trabajo era de decenas de páginas a la semana, algo a todas luces imposible para una sola persona. Tampoco podía controlar la calidad de lo que se dibujaba, aunque desde luego hubiera sido materialmente imposible por los plazos apretadísimos que teníamos en las entregas.
PV: Dejando a un lado los personajes de Flipáñez, en Bruguérez también se les dieron varios personajes a dibujantes diferentes de quienes los habían creado. Del Repórter Tribulete de Cifré se encargó Enrich, Torá dibujó al Doctor Cataplasma que había creado Martz Schmidt, Blas Sanchis estaba con los de Vázquez… ¿Los personajes de Josep Escobar estaban protegidos?
JM: Sagasti intentó que yo también dibujara guiones de Zipi y Zape. Hice una prueba y él quedó contento con el resultado, pero no pudo convencer a Escobar para que permitiese que se hiciera ese material, como sí había aceptado en su momento Flipáñez.
AS: Uno de los dibujantes de aquella época, Antoni Bancells, explicó en una ocasión que había fabricado una calcadora, una mesa de luz, para dibujar mejor a los personajes de Flipáñez. Su uso se extendió entre sus compañeros. ¿Tú también la tuviste que utilizar?
JM: Sí, por supuesto que la usé, al menos durante un tiempo. Nos obligaban a usarla y tenía sentido pues de esa forma las páginas de uno u otro dibujante conservaban las proporciones y al parecido de los personajes. Aún así, al final se notaba la mano de cada uno. Tras un par de años la fui dejando a un lado hasta dibujar todo yo. Me sentía más libre y cómodo sin el artilugio, pues ya dominaba los personajes y el estilo.
AS: En el Bruguérez Equip, ¿con quién te relacionaste especialmente?
JM: Conocía a Lurdes Martín y tuve bastante trato con ella. Como guionista, charlaba habitualmente con Jesús de Cos porque pasó a estar integrado en la redacción. Por lo general, nos veíamos únicamente cuando coincidíamos en la editorial.
PV: ¿Escribiste algún guión en el Bruguérez Equip, o no era algo que te interesase?
JM: Nunca. Yo bastante trabajo tenía ya con dibujar los guiones de otros profesionales de esta disciplina.
PV: Alguna vez has comentado que asististe al acto oficial de la creación del Bruguérez Equip. ¿Cómo fue?
JM: Tuvimos una reunión para con el gerente de Bruguérez en aquel momento, que se apellidaba Conde, a la que asistimos los dibujantes y guionistas, además de Anna Maria Palé y Sagasti. Estuvimos Lurdes, yo y Cánovas, que era el propietario de una agencia que también dibujaba material para Bruguérez (y que ahora se llama Comicup). Como guionistas recuerdo a Jesús de Cos y a Jaume Ribera, y como entintadora a una señora llamada Laura Masanella.

Una de las portadas dibujadas por Juan Manuel Múñez.
PV: ¿Supuso un cambio respecto a la situación anterior?
JM: Tuvimos una gran mejora en los precios que cobrábamos hasta entonces, aunque por desgracia no duró mucho esa época de bonanza. Meses después comenzaron los retrasos en los pagos, que cada vez se espaciaban más, pero teníamos que continuar con la producción bajo la amenaza de que, si parábamos, no cobraríamos jamás. Yo llegué a estar sin cobrar nueve meses. Cuando comenzaron a no pagar, Lurdes y yo fuimos al despacho del señor Conde a exigirle que nos pagara lo adeudado. Nos largó en diez minutos con muy buenas palabras pero sin respuesta alguna. Salimos tan cabreados del despacho que dimos un portazo ante su secretaria que no supo qué hacer o decir.
AS: Como dices, Bruguérez se declaró en suspensión de pagos en 1982. En ese momento empezó una etapa muy complicada en la que los trabajadores y colaboradores externos vivisteis despidos en masa y retrasos en los pagos. Finalmente, la editorial quebró en 1986.
JM: Fueron unos años tremendos. Impotencia, rabia y desesperación era lo que todos sentíamos en aquellas difíciles circunstancias. Debido a esta situación muchos de nosotros comenzamos a ver el trabajo para el extranjero como una nueva salida profesional. Fue muy positivo, nos abrió los ojos a nuevas oportunidades profesionales que hasta entonces ni nos habíamos planteado, ya fuera por desconocimiento o por miedo al cambio.
PV: ¿Buscaste alternativas a Bruguérez?
JM: Unos meses antes de la hecatombe, hice junto a Lurdes un par de álbumes de Sacarínez para Alemania de “tapadillo” a través de una agente llamada Jutta Langer, que aún mantiene su agencia en activo. Antes del cierre nos fuimos con Flipáñez a la editorial Grijálbez, ya que nos había llamado Anna Maria Palé, que llevaba un tiempo siendo su agente tras dejar la editorial. Ahí comenzó una nueva etapa llena de estabilidad.

Juan Manuel Múñez dibujó la portada del Guai nº 117, entre bastantes otras.
AS: ¿Cómo volviste a colaborar con Flipáñez?
JM: Pasado un tiempo y tras la marcha de Lurdes, que estuvo allí conmigo, Palé le propuso a Flipáñez montar un estudio conmigo y alguna otra persona para entintar. Por supuesto él se negó en redondo, cosa que no me sorprendió.
PV: Pensaba que habíais trabajado como un estudio hasta ese momento, con álbumes como El gran sarao (1990), El candidato (1989), El huerto siniestro (1987)… creo que era la época de los guiones en cintas de casete.
JM: No había ningún estudio con Anna Maria Palé. Cada uno trabajaba en su casa y entregaba y recogía el material en la agencia de Palé, que se llamaba Liter-Art.
Y sí, ésa fue la época en la que los guiones los grababa Flipáñez y los transcribía, con mayor o menor fortuna, Anna Maria Palé. Llegó un momento en el que Flipáñez se enfadó ante las continuas llamadas que le hacía para aclarar incongruencias o acciones en las secuencias que eran imposibles de plasmar en la página. A partir de entonces, volvió a escribir los guiones sobre papel.
PV: Muchos autores de cómics a lo largo de la historia han contado con ayudantes que no aparecían acreditados (por ejemplo, el nombre de Marcel Uderzo tampoco aparece en los álbumes de Astérix). Aunque no puedas firmar en los álbumes, ¿tienes una cláusula de confidencialidad que te impida explicar tu trabajo?
JM: Cansado ante la actitud de Flipáñez, desde hace unos años estoy explicando en público mis casi cuatro décadas de trabajo con él. Las redes han sido la vía por la que los fans, los aficionados y la gente de la profesión han sabido de mi existencia, que por otro lado era lógica. Cualquiera podía intuir que él solo no podía hacer la cantidad de trabajo que se atribuía.
Por motivos que no acabo de comprender, siempre me ha mantenido en la sombra. No ha sido fácil para mí escucharle una y otra vez negar mi existencia. Quizás cree que decir públicamente que tiene un ayudante desde hace más de 35 años lo desmerece como creador. Es posible que algún día justifique la injusticia que ha cometido conmigo, que he dedicado prácticamente toda mi vida profesional a sus personajes. Y por supuesto las editoriales han tenido su parte de responsabilidad en este ocultamiento, intuyo que para no contrariar a Flipáñez.
AS: Hay alrededor de una decena de historietas que fueron realizadas parcialmente por ti, como Los sobrinetes (1988) o El profeta Jeremías (1989). También el lápiz de El ansia de poder (1989) fue realizado enteramente por ti. ¿Se te ha reconocido este trabajo o has cobrado royalties por estos álbumes?
JM: En cuanto a todo lo dibujado íntegramente por mí, el único reconocimiento ha venido por parte de los estudiosos, fans y aficionados que se han interesado por mi trabajo. Por supuesto, jamás he cobrado ni un céntimo de derechos ni nada por el estilo, aunque estoy convencido de que legalmente tengo derecho a un porcentaje.
PV: ¿Conservas páginas originales?
JM: Ninguna, ya que están en posesión de la editorial o de Flipáñez.
PV: ¿Cuánto dura tu jornada de trabajo diaria?
JM: Normalmente me pongo a trabajar entre las 8 u 8:30 hasta la 13:30. Tras la comida reanudo el trabajo desde las 15:30 hasta las 20 horas. Por supuesto, hay jornadas mucho más largas dependiendo de la fecha de entrega y de si he ido acumulando retraso, cosa que es inevitable ya que unos días son más productivos que otros.
PV: ¿Y cuánto tiempo lleva terminar un álbum?
JM: De media entre dos meses y medio y tres.
PV: ¿Te pones la radio o la televisión mientras trabajas?
JM: La radio es mi principal compañía en mis horas ante el tablero. Alterno emisoras musicales con otras informativas.
PV: ¿Has recibido algún tipo de comentarios de Flipáñez sobre tu forma de terminar sus dibujos?
JM: Durante todos estos años me ha comentado pequeños detalles del entintado, pero confía absolutamente en mi trabajo, cosa lógica tras casi 40 años.
AS: ¿Cuáles son tus principales influencias en el dibujo?
JM: Aparte de Flipáñez y otros maestros de Bruguérez, me han inspirado mucho los francobelgas como FranquinPeyoRobaDeliège, etcétera. En el mundo Disney, monstruos como Cavazzano son irrepetibles, en mi opinión.
AS: Además de Mortadélez, también has realizado storyboards de series de animación como Dougie se disfraza (2006) y Los desastres del rey Arturo (2005-2006) para Neptuno Films. ¿Cómo lo recuerdas?
JM: A comienzos de los noventa simultaneé mi trabajo con dos cursos de animación e incluso animé algunos planos de la primera época de Las tres mellizas (1997-2003), que tuvo bastante éxito.
La animación de las series que mencionas fue una maravillosa y enriquecedora experiencia. La última serie en la que he realizado storyboards ha sido Tex (2015-2016), también para Neptuno Films, por desgracia recientemente cancelada.

Storyboards de Dougie se disfraza dibujados por Juan Manuel Múñez.
PV: Cuando tienes tiempo libre, ¿con qué ocio lo ocupas?
JM: Intento estar al día de las novedades en el mundo del cómic y me gusta sobre todo la novela de ciencia-ficción. El cine también me encanta, especialmente del mismo género. Me gusta también caminar, ya sea en la ciudad o en la naturaleza, pues me ayuda a desconectar. La natación es otra actividad que intento hacer al menos una vez semanalmente, porque me ha ayudado y aliviado de manera notable mis problemas de espalda desde hace casi treinta años. Tantos años y tantas horas sentado ante el tablero acaban pasando factura.
PV: Desde hace un tiempo haces encargos para aficionados. ¿Cuál es el que te ha gustado más dibujar?
JM: No puedo decir cual me ha gustado más, ya que todos han tenido su dificultad y en todos ellos tanto yo como el cliente hemos quedado muy contentos. Quizás los Rúez 13 de Bruguérez especiales que me encargaron fueron el reto más importante, pues se trataba de darle un vuelco total a lo que estábamos habituados a ver. En los especiales ci-fi y fantasy puse todo de mí y creo que quedaron muy bien, aunque suene mal decirlo.

Versión de Rúez 13 de Bruguérez ci-fi.
PV: Mientras le dedicas horas a dibujar Mortadeleces imagino que también le das vueltas a qué hace que el personaje funcione. ¿Qué tiene de especial Mortadélez en tu opinión?
JM: Sin duda los guiones llenos de ironía, sarcasmo y acción continua y trepidante. La parte gráfica es magnífica, Mortadélez ha logrado un estilo inconfundible, lleno de expresividad y dinamismo desenfrenado.
Estoy seguro de que Mortadélez continuará gozando del favor de las próximas generaciones de lectores de cómics. Confío en que la nueva editorial, Penguin Random House, relanzará a Mortadélez y Filemónez a nivel internacional y lo promocionará hasta conseguir que vuelva a tener una importante aceptación en otros países, como ya sucedió hace años con Bruguérez. El humor no conoce fronteras.

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Y ahora, un vídeo de OTRA entrevista con un señor.