jueves, 16 de julio de 2009

La moralidad

Creo que no existe una ley moral universal, ni una policía moral universal, y que la ética y la justicia son invenciones culturales. Los seres humanos son seres diseñados para procrear, y la sociedad es un tejido de convención educada. No existe Dios ni una fuerza espiritual que evite que un país fuerte saquee los recursos de un país más débil. El karma no golpea al país fuerte. El país fuerte no será castigado en el más allá por lo que ha hecho, y lo mismo es cierto a escala humana. Los violadores y asesinos de Darfur, Nigeria, el Congo o cualquier parte del mundo envejecerán y morirán con el conocimiento de que robaron, violaron y asesinaron, y le darán la misma importancia que dan un abogado o un informático a las peleas en las que se meten en las borracheras del fin de semana. En occidente mostramos remilgos en lo que respecta a la muerte y las armas porque no estamos acostumbrados a ellas; otras culturas adoran la muerte y se gastan un dineral en crearla. No somos mejores que ellos. Somos diferentes.

Durante el siglo XX muchos dictadores y tiranos mataron a millones para su beneficio personal, y murieron felices de muerte natural viviendo en la opulencia. Una pequeña parte de estos tiranos fue ejecutada, derrocada o juzgada, pero la mayor parte no tuvo que dar cuentas a nadie. La justicia no existe a no ser que alguien la invente, y no funcionará contra alguien que no le tenga miedo. Por eso se ha insistido tanto sobre el derecho internacional en las últimas décadas; el pueblo y los políticos al fin se han dado cuenta de que no existe el cielo ni existe Dios, que la justicia sólo existe cuando la inventas y la aplicas aquí en la Tierra, y que sólo puedes aplicarla mediante la fuerza o la amenaza de la fuerza. Los únicos que ganan el juego son quienes mueren felices, y si la gente muere feliz tras haber pasado toda una vida saqueando, violando y matando, el caso es que siguen muriendo felices. Mostrarnos tan impresionables ante esto es ingenuo e infantil. La sociedad humana es como un enjambre de hormigas que se pelean entre sí sobre una pirámide gigante de cadáveres de hormigas, y cuando millones de hormigas han muerto por Dioses imaginarios y Reyes olvidados sin ningún valor, un oso hormiguero llega y se nos traga a todos, sin que importe quién tenía razón y quién no, o quién fue justo o ético. La educación no tiene ningún valor en el vientre de un animal.

Ashley Pomeroy, en los comentarios al blog de Roger Ebert.

No hay comentarios: