miércoles, 10 de abril de 2024

Star Trek - Strange New Worlds 1x10: Una cualidad de piedad

"Star Trek: Nuevos y extraños mundos" (nombre dado en el doblaje que luego no se ha usado al lanzar la serie en España) en su primera temporada queda como una oportunidad auténticamente desperdiciada en la que, como comentaba Mike Stoklasa, todos los miembros del reparto se comportan como adolescentes, cometiendo una imprudencia tras otra y soltando "josswhedonismos" en cada frase. Tras un segundo episodio alucinante en el que directamente te venden el valor de la religión y la fe (?!), cagándose en todo lo que Star Trek ha representado jamás, la serie ha ido cuesta abajo y sin frenos con todo tipo de mensajes contradictorios y un reparto bastante anodino al que no ayuda un doblaje cutre que los hace casi indistinguibles. Spock está especialmente mal escrito, pero el actor hace lo que puede, igual que el siempre impecable Anson Mount como Pike.

El caso es que esta serie sigue a rajatabla los terribles preceptos que guían el nuevo Star Trek, conocido peyorativamente como "nuTrek" por los fans:

-Todo tiene que ser oscuro y peligroso, salvo en las naves en las que cuantas más lucecitas gratuitas pongas mejor, más "valores de producción".

-Los villanos tienen que ser malvados y peligrosos, sobreactuando y poco menos que comiendo niños. No basta con que sean alguien con sus propias motivaciones opuestas a las tuyas: tiene que quedar claro que son LOS MALOS.

-Hay que arreglar las cosas a disparos, a ser posible, o como minimo a hostias. En el capítulo de la epidemia en la Enterprise, la antipática en vez de decir "detente, te lo ordeno", directamente le pega un tiro (en modo aturdir).

-Deben violar las normas. Tienen una obsesión por violar las normas que no es ni normal, llegando a permear capítulos enteros como el del bingo de la Enterprise. Como no sé bien cómo se cuelgan vídeos aquí, dejo aquí un enlace a un vídeo muy curioso en el que los propios personajes parecen reflexionar sobre esa obsesión, pero a saber si cuando leas esto seguirá funcionando, porque el Tuiter de Elon Musk es básicamente un barril de pólvora junto a las Fallas de Valencia: https://twitter.com/Dandastur/status/1776310227207365000

-Lo primero de todo es la FAMILIA, como si fuera una vulgar película de Fast & Furious. Después de la decepcionante tercera temporada de "Picard" (yo fui uno de los pocos que no se tragó el camelo de que era "buena", o incluso "el final que TNG merecía", como se tragó el normalmente más crítico Stoklasa), montada en torno al insoportable hijo secreto de Picard sin ocultar sus evidente intenciones de darle una serie propia, el médico de la nave pone en peligro a todo el mundo para intentar salvar a su hija de una enfermedad rara, pero por suerte resuelven ese puñetero arco narrativo haciéndole un Wil Wheaton y la cría se va de aventuras a vivir su vida en otras dimensiones con un ser extraterrestre.


Pese a ello, la serie tiene cosas buenas, porque después de haber fracasado una temporada tras otra de las demás series del nuevo startrekverso, que son todas una puta mierda, en esta serie también decidieron incumplir las dos reglas más podridas del Abramsverso de Star Trek:

-Hay una "caja misteriosa" que promete una revelación increíble al espectador (en Picard 3, una puerta misteriosa que aparece en los sueños de Picard Jr.).

-¿Las cosas se hacían de un modo en el original? No pasa nada, nosotros vamos a hacerlas DE OTRO. Esto era un precepto expreso, como admitió el showrunner de Picard, Michael CHAMBÓN, al contar las insensatas imposiciones del narcisista Patrick Stewart.


Por eso, tras el desastre absoluto de "Star Trek: Picard", un absoluto ñordo vendido como serie de streaming, la CBS anunció que "Strange New Worlds" seria "una vuelta a los orígenes" y que abrazaría el espiritu de la serie original. Y no era una promesa vacía, se nota que lo intentaron, pero les cuesta sacudirse los tics del nuTrek y hay episodios especialmente malos, como el segundo (con un cometa que parece responder a un plan divino) y otro episodio especialmente cruento que copia a "Alien" (y ya de paso a "Aliens" y "La cosa", ¿por qué no?) con una falta de vergüenza impresionante. Pero esa actitud de "salimos al espacio a encontrar lo que sea" también sirve para una cosa crucial: intentar algo distinto en cada capítulo. Eso le da a la serie un necesario soplo de aire fresco y de esperanza de que la cosa mejore, y claro, al final logra remontar el vuelo. Y eso nos lleva al último episodio de la temporada, el primero en que al fin pasa algo con un mínimo de interés y que al fin retoma la trama principal nunca abrazada del triste destino inevitable del capitán Pike.

Resulta que el "destino evitable" del capitán Pike era evitable de un modo tan trivial como decirle a la gente que corría riesgo en el accidente "chicos, esto es muy peligroso, así que no os metáis en esta movida". Y esto provoca que tenga que recibir la visita de sí mismo desde el futuro (con una llegada especialmente mal doblada en castellano en la que no se nota que tenemos una segunda versión del personaje, lo comparé con el original y se ve que ni se molestaron en tratar de diferenciarlo, el actor español leyó las líneas y pista) para advertirle de la que se montará si cae en la tentación de intentar evitar el accidente. Como parece que verse a sí mismo más viejo no es bastante convincente, porque claro, alguien podría haberle echado drogas en el vermut, el Pike del futuro le saca un cristalito verde que le mostrará lo que pasa si lo toca (debe de estar untado de LSD... Ja, ja, no, ahora en serio, los espectadores de Star Trek Discovery saben de qué cristales hablamos), y entonces él lo toca y vive un futuro horrible como un turista sin implicarse realmente y sin tratar de evitarlo, sino como un mero espectador que quiere tomar nota de lo que pasará como testigo hasta el triste final.

El capítulo es bastante sólido en general, pero ahí  mismo podemos ver que la estructura no funciona dramaticamente por una simple decisión absurda. El Pike viejo debería haber venido diciendo "te traigo algo que le hará cambiar de opinión", SIN QUE SEPAMOS QUÉ ES, y entonces saltaríamos a siete años más adelante, en ese extraño futuro que sobreescribe el episodio del "Star Trek" original en el que se las ven contra romulanos, manteniendo muy bien elementos del original como el comandante romulano honorable y sensato en una cultura militarista desquiciada o la propia actitud de Spock, que sí actúa como en la serie original (mostrando que alguien en la serie, a nivel de guion, dirección o el propio actor, sí sabía lo que hacía). No sólo veríamos todo esto sino que lo viviríamos alucinados, pasarían cosas horribles (porque nada en el capítulo resulta especialmente horrible como suele pasar a veces al final de temporada, simplemente dicen que empieza una guerra que tendrá muchas víctimas en el futuro) y al final al presenciar el horrible destino de Spock se revelaría que todo eso era una visión provocada por el cristal que permite ver el futuro y respiraríamos aliviados. Vivir todo el episodio como un "flash forward" de un posible futuro revienta todo suspense, no hay nada en juego realmente porque es todo hipotético, y encima no se aprovecha la ocasión para darle peso dramático matando a algún miembro valioso del reparto para mostrar que, en efecto, ese futuro SÍ es horrible y hay que evitarlo a toda costa, siendo lo mas "dramático" que pasa en el episodio (aparte de ver a Ethan Peck con pegotes de látex verde en la cara) que al final detienen a una coprotagonista, algo de nulo peso dramático porque hasta el espectador más tonto se imagina que la van a soltar en la segunda temporada, porque la Federación no son los malos, no toma represalias contra nadie por el mero hecho de existir como si fuera un negro en EE. UU. o un gay en Rusia. Los responsables de la serie tienen este fallo de estructura tan de novato que lo he notado hasta yo que soy un zoquete y prefiero no pensar demasiado en los mecanismos narrativos, porque entonces no me implico emocionalmente. En serio, ese desliz de no tener no tener nada en juego haría llorar al niño Jesús y a cualquier guionista mínimamente experimentado, y por eso aunque el episodio en sí me ha dejado buena impresión, al pensar en él se me va deshilachando y empiezo a creer que quizá no era tan bueno como creía. En fin, si lo veo dentro de unos años supongo que revisaré mi opinión, o no. En este momento, esto es lo que pienso.


Bueno, y luego está Kirk. No Samuel Kirk, el imbécil del bigotito. Hablamos del puñetero James T. Kirk. Resulta que se atreven a sacarlo en este episodio. Peeeero no se parece absolutamente en nada en aspecto o en voz a William Shatner, el referente obvio, ni tan siquiera a Chris Pine. Más bien parece Jim Carrey haciendo de Kirk (y no soy el único que lo ha pensado, según compruebo en internet) en una elección extremadamente desafortunada, poniendo a un señor con unas cejas y boca de buzón inmensa que en determinados planos parece más un rústico gañán del campo que un carismático galán espacial.

Un error de casting lamentable

En fin, supongo que en estos tiempos es con lo que tenemos que consolarnos. Los buenos tiempos de "La nueva generación" ya no volverán jamás y hay que conformarse con la version menos mala del nuTrek. Ahora, a ver si es verdad lo que dice todo el mundo de que la segunda temporada está mejor.

Pero en serio, ¿a quién se le ocurrio poner a un Kirk que se parecía más a Pike que a Kirk?

Ser fan de Star Trek en el siglo XXI es sufrir una triste decepción tras otra. De verdad que las nuevas series de Star Trek no acaban de acertar en la diana, porque cuando podrían ser claramente mejores, con el poderío visual y el ritmo narrativo del lenguaje audiovisual actual, no consiguen llegar ni a la suela de las originales. Uf, imaginaos si con los medios modernos se pudiera hacer algo que además estuviera bien escrito. Ya no voy a hablar de la cagada de mandar a casa con un cheque y una patadita en el culo a Bryan Fuller y a Nicholas Meyer (el único hombre que ha hecho bien Star Trek en el cine) en vez de dejarles hacer Star Trek Discovery. Ahora mismo, imaginaos que contratasen a Ronald D. Moore en vez de tenerlo aparcado en Apple TV+ dándolo todo con "Para toda la humanidad", total, para que al final no la vea nadie porque ni cristo tiene esa plataforma. Sólo imaginadlo. Qué desgracia. ¡Menos mal que aún nos quedan las series antiguas!


miércoles, 28 de febrero de 2024

Piczle Cross - Story of Seasons (el retorno)

PICZLE CROSS - STORY OF SEASONS es un nuevo juego de puzles de estilo "nonograma" (deducir en una cuadrícula qué casillas hay que marcar y cuáles están libres mediante pistas numéricas) que pertenece simultáneamente a dos series: Piczle Cross y Story of Seasons (antes conocido como "Harvest Moon").


El paso de las estaciones se verá ya en en la pantalla de fondo


Story of Seasons es una serie por todos conocida, pero también como aficionado a este género de los nonogramas, me interesaba mucho probar este nuevo juego desarrollado por los especialistas en el género Score Studios, tras haber jugado recientemente a "Piczle Cross Adventure", un excelente juego que se publicó en 2020 con una traducción genial de J. R. Acedo y Ramón Méndez. Aquel título se distinguía por la actitud "punk" de su protagonista y su desparpajo continuo, con unos diálogos hilarantes que te mantenían siempre con la sonrisa en la boca, y una estética que abrazaba totalmente los 8 bits y las viejas consolas. Aprovecho la ocasión para recomendar ese juego a todo el mundo.


Pizcle Cross Adventure contiene la mayor verdad jamás dicha en un videojuego


Piczle Cross - Story of Seasons tiene un tono totalmente distinto. Tras un breve tutorial visto en una tele en la que hace un breve cameo el profesor chiflado que ya conocíamos de Piczle Cross Adventure, el juego abraza totalmente la serie Story of Seasons mimetizándose completamente, para lo bueno y para lo malo, siendo una experiencia más calmada y con un punto ñoño, sin ninguna historia vertebrando la experiencia más allá del paso de las estaciones, que se reflejan en el fondo 3D que ves mientras vas por los menús y resuelves puzles. La progresión también se verá reflejada en el desbloqueo de entradas de tu almanaque, en el que conocerás a los personajes de la serie Story of Seasons. Todo ello va acompañado por una relajante selección musical tomada directamente de títulos anteriores (Friends of Mineral Town, Pioners of Olive Town, etc.). Este tono totalmente distinto se refleja lógicamente en la funcional traducción al español de Alba Valle y Lidia Piñar Amezcua.


Pero el cambio es sobre todo estético. Score Studios sigue dominando el género. Aunque se ha ido el tono gamberro del juego anterior, tenemos un juego que logra la proeza de ponerte a resolver unos puzles de nivel medio-avanzado sin que logren frustrarte en ningún momento, por que hay un generoso sistema de pistas en el que vuelve la "ruleta de pistas" de Piczle Cross Adventure para resolverte una línea horizontal y otra vertical (una oferta totalmente optativa que puedes desactivar en el menú) y una serie de opciones para adaptar el juego a tu nivel con pistas de distintos tipos, incluyendo opciones de calidad de vida que son una revelación como autorresolver las líneas en las que ya has marcado todas las casillas que hay que marcar o que se resalten de otro color las líneas en las que es posible realizar deducciones para avanzar (eso sí, esto cuenta como usar "pistas" y se marca en las estadísticas finales del puzle), ahorrándote mucho tiempo y frustración sin penalizarte a la hora de conseguir los razonables logros del juego. Eso sí, no todo es bueno: el cambio de estaciones trae cambios en la paleta cromática y la rejilla que separa el tablero en bloques de cinco casillas resulta casi invisible con el esquema cromático de ciertas estaciones al volverse rosa pálido. (Actualización: esto parece haberse atenuado un poco tras un parche.)


Quizá el único aspecto mejorable. ¿Vosotros veis las líneas rosas abajo?


Por suerte, hay una gran variedad de opciones de accesibilidad que incluyen la reducción de destellos, una fuente para disléxicos y opciones de adaptación cromática incluyendo deuteranopia, protanopia y tritanopia. También una opción de comprobación de si hay algún error en lo que llevas resuelto y una cajita de previsualización de lo que llevas resuelto del puzle. También puedes elegir mantener el puntero dentro de la línea que estás cubriendo, porque en estos puzles es muy fácil salirse cuando estás rellenando líneas enteras. En todo caso, el juego no te penaliza por cometer errores durante la partida, sino que sólo te señala al final si has usado ayudas de cuatro tipos (la ruleta de pistas, tener las pistas activadas, el corrector automático y revisar los errores), así que lo importante sólo es resolver el puzle al final.


Cualquier juego con un capibara vale la pena. Eso es así


Todas esas opciones para que el jugador esté cómodo hacen que posiblemente sea una de las mejores opciones existentes en el género de Picross/nonogramas tanto para principiantes. Después de haber jugado a docenas de juegos de este estilo, puede que Piczle Cross- Story of Seasons sea mecánicamente el mejor juego de tipo Picross que he jugado nunca, tras haberme enamorado del género al jugar al "Picross" original de Nintendo DS (mi juego favorito de todo el catálogo de esa consola) cuando entré a trabajar en Nintendo en 2007. Otra cosa es que la estética del juego pueda no atraerte mucho, pero es sólo un envoltorio para uno de los mayores festines de nonogramas que he tenido nunca. Jugando a toda máquina con las pistas de ahorro de tiempo el juego da para 30 horas fácilmente, y más si vas a un ritmo más reposado que yo, así que la relación calidad/precio es inmejorable.


Socorro, ¡no puedo parar de jugar! x_x


En definitiva, como fan del género, recomiendo incondicionalmente este Piczle Cross - Story of Seasons, pero también Piczle Cross Adventure como aventura humorística más de iniciación. Los dos son radicalmente distintos, pero igualmente indispensables.


jueves, 18 de enero de 2024

Justificación no pedida, culpabilidad manifiesta: El juicio del motín del Caine

 William Friedkin nos deja como película póstuma "El juicio del motín del Caine" (2023, estrenada en el canal SkyShowtime), una película tan extraña que más que película, es un artefacto. Para empezar, se abre con el logotipo de Republic Pictures, una famosa productora independiente que desapareció en 1967 y por algún motivo ha sido relanzada ahora, lo que es la primera señal de que vamos a ver una obra de otro tiempo. Más concretamente, una obra de teatro filmada, o casi televisada. Los motivos de Friedkin son extraños. ¿Sólo fue capaz de levantar un telefilme como proyecto siendo un director anciano sin ningún éxito de taquilla en varias décadas, o hubo una intención nostálgica de vuelta al principio, de cerrar el círculo en un guiño a sus orígenes como como director televisivo?

El caso es que esta película parece una obra de subsistencia (algo que no tiene sentido, dado que Friedkin vivía holgadamente gracias a los royalties de "El exorcista" y de haber estado casado hasta su muerte con una poderosísima ejecutiva de Paramount, el estudio que finalmente ha estrenado esta película) rodada firmemente en un único escenario, el tribunal donde tiene lugar el consejo de guerra (porque el verdadero título de esta versión es "El consejo de guerra del motín del Caine") sin el menor intento de darle "aire" mostrando los hechos previos (que sí estaban en la película original con Humphrey Bogart) según se producían ni la menor pretensión cinematográfica de presentar imágenes espectaculares más allá de algún discreto travelling. Sin embargo, esta limitación sin duda dictada por el presupuesto acaba revelándose también autoimpuesta, porque Friedkin no era tonto. De hecho, cualquiera de sus entrevistas revela a un tipo extremadamente inteligente y que confiaba en el poder de la palabra, que dominaba totalmente, siendo quizá uno de los directores que mejor sabía arrastrarte a sus historias en cuanto abría la boca, junto con Kevin Smith y Werner Herzog.

La película parece arrancada de los años 50, y por eso desconcierta que expliquen que los hechos tuvieron lugar en 2022 y que uno de los castigos del tiránico capitán Queeg fue cortarles internet seis meses (una clara trasposición de prohibirles escribir cartas a casa), porque realmente parecemos estar sumergidos en una película rodada en un plató del Hollywood clásico. El vocabulario es muy literario y añejo, como salido del siglo pasado (el grumete pelirrojo disculpándose por decir "goddamned" como si fuera un taco, el abogado dice "he hemmed and hawed", etc.), y hasta el acusado en el consejo de guerra parece ser uno de los típicos héroes de mandíbula cuadrada y escasa expresividad de las películas de serie B de esa época, en una elección claramente deliberada. Todos y cada uno de los personajes responden a estereotipos narrativos de entonces, pese a haberse inyectado en el reparto de forma estratégica a actores de distintas minorías (la fiscal es medio dominicana, el juez es Lance Reddick, la psicóloga es asiática, etc.).

Un héroe de los de antes

Sin embargo, según avanza la película, esta estrategia reduccionista acaba dando sus frutos, porque permite que nos centremos en los hechos fríos, que lenta pero inexorablemente hacen que el cerco se vaya estrechando en torno al capitán que fue relevado por el héroe. Aunque inicialmente el abogado defensor parece inepto o negligente, al mostrar una visible desgana e ir haciendo concesiones inexplicables a la acusación, su estrategia de dejar que los hechos hablen, un poco como la de Friedkin en esta película, va haciendo avances mayores o menores, bastante grandes cuando un evaluador psicológico ligeramente amanerado (apuntando por última vez a la siempre sospechada homofobia de Friedkin) revela no estar demasiado capacitado en su trabajo. De ese modo, el abogado defensor (Jason Clarke, ese sosías de Colm Meaney que había hecho de fiscal en "Oppenheimer" y al que obviamente no le importa quedar encasillado en papeles de abogado con tal de seguir trabajando), va afianzando su estrategia de defensa que bordea el desacato pero resulta eficaz.

Como diría el jefe O'Brien, "dame pan y te manejo el teletransporte las temporadas que sean".

Así, llegamos a mitad de película estableciendo que su evaluación psicológica quizá fue negligente al ser el capitán un paranoico con complejo de inferioridad y que el acusado es un experto marino que había pasado en barcos toda su vida y que conocía el mar mejor que nadie. A continuación, el acusado narra el incidente por el que llamaron al capitán "Mancha amarilla" (un término que viene del original reflejando el significado de cobardía de "yellow" y que aquí sigue sin explicarse para espectadores modernos, vulgares y lerdos que también significa claramente "viejo que se mea encima") que habíamos podido presenciar en la versión de 1954, y varias situaciones fácilmente contrastables con la tripulación que muestran que el capitán está algo desquiciado. El tribunal toma notas furiosamente. ¡Pero aún queda media película! ¿Entonces?

Entonces la fiscal viene a decir que el héroe es un cateto y que nada de lo que dice es de fiar porque no sacó buenas notas en sus estudios. Después, la defensa llama de nuevo al capitán Queeg, que intenta disimular un poco el movimiento obsesivo de sus pulgares (algo que ya vimos en su primera intervención y que llamaba muchísimo la atención, aunque Friedkin lo mostrase en plano general sin necesitar subrayarlo en un torpe plano detalle como habría hecho un director menor) pero sin mucho éxito. Además, ahora que ya sabemos que anda algo desquiciado, nos llama mucho más la atención su forma de hablar ligeramente ida que suena un poco a la del cómico Norm MacDonald en el original, algo que es claramente una elección deliberada, lo que se nota en el contraste entre los primeros segundos de este vídeo (fijaos en las manos) y la entrevista con Kiefer Sutherland fuera del personaje.

Me llama la atención en ese vídeo ver a Friedkin dirigiendo la que era obviamente su última película

El segundo testimonio del capitán establece que miente (al recuperar la memoria de pronto y decir que se ha liado cuando resulta evidente que van a descubrir que intentó cargar licor irregularmente en el barco) y exagera (al afirmar por ejemplo que la gente se duchaba siete veces al día), estrechando más el cerco sobre la verdad. Sutherland es un catálogo de tics y de risotadas en momentos inoportunos, mostrando que no está muy en sus cabales. Tras su testimonio, un simple plano del tribunal muestra que han quedado desconcertados por la falta de estabilidad que aparenta.

Un momento, pero quedan 20 minutos de película. ¿Entonces?

Esto ya era así en el original, pero quizá aquí es algo más sutil. En el original incorporaban un giro brusco de cabeza y un silencio demoledor para subrayar lo mal que estaba quedando el capitán, y aquí viene a ser lo mismo pero con menos teatralidad, hasta el punto de que un espectador poco atento o poco inteligente podría no captar lo que ha pasado. Aun así, el modo en el que Friedkin filma a continuación a la fiscal entrando en el plano desde abajo diciendo que no tiene preguntas ya indica que se ha desbaratado su seguridad y que está desconcertada. Que están todos sin palabras al ver lo inestable que parece ser el capitán, el cual se levanta para irse con un lenguaje corporal incómodo que muestra que es consciente de que la ha cagado y se aleja cabizbajo. En una película menos rigurosa, aquí subiría la música (un elemento que destaca por su total ausencia en la película) y pasaríamos directamente a la absolución. Pero quedan veinte minutos para que termine la película. ¿Y eso? ¿Qué nos reserva aún la historia?

La fiscal queda tan desconcertada que ni siquiera quiere hacer un alegato final, pero se ve obligada a hacerlo ante el requerimiento del juez y entonces libera su furia pidiendo la máxima severidad contra el héroe acosado Y contra su abogado, aunque con unas vacilaciones en momentos clave que indican que ni ella misma se cree mucho lo que está diciendo. Después, el defensor expone de una forma sincera (y sabemos que es así porque antes se lo había expresado en privado a su defendido) que aceptó el caso a regañadientes y que no le quedaba más remedio que basar su estrategia en desacreditar la cordura del capitán, planteando una pregunta incontestable: si ante unas preguntitas hemos visto que el tío mostraba tan poco juicio, ¿cómo no iba a mostrarse totalmente desequilibrado en una situación de máximo estrés y peligro de muerte?

La película pega un pequeño giro final cuando, quedando diez minutos para el final y estando el juicio visto para sentencia, hay al fin un pequeño cambio de escenario, pero negándose obstinadamente a darle "aire" a la película, pues la escena empieza no en exteriores sino en oscuridad total, revelándose al encenderse las luces que estamos en una incongruente fiesta montada por un escritorcillo amigo del acusado (y cuyo testimonio cobarde no le ayudó en el caso) festejando la publicación de su primer libro, pero también un poco para celebrar el final del juicio (cuya resolución no llegamos a ver pero presuponemos favorable), dando un contraste entre la frialdad y esterilidad del tribunal y un ambiente distendido de jóvenes ruidosos y bebedores, entre los que el abogado se declara "el más borracho" (acaba de llegar a la fiesta, pero revela que antes estuvo bebiendo bourbon con la fiscal), y muestra asombro por el adelanto de 10.000 dólares que recibe un personaje secundario por la publicación de su novela, como si fuera una cantidad en algún modo significativa. Eso le da pie a hacer un discursito diciendo lo que piensa (in vino veritas) y revela (SPOILERS DEL GIRO FINAL A PARTIR DE AQUÍ) que en realidad Queef no era culpable, que era alguien que había defendido al país durante décadas, algo con un valor inmenso tras el 11-S (hasta dice que él mismo se alistó para "bombardear a cabrones en Oriente Medio" como venganza), que en realidad Queef era un gran hombre que había hecho grandes sacrificios por defender el país (en el original, los atacantes eran obviamente los nazis en la 2.ª Guerra Mundial) y que todo se debió a una experta manipulación del escritor de a bordo para hacerle perder los nervios, algo que en el original sonaba más a disculpa o "disclaimer" estándar de cine clásico para no ofender a los espectadores rancios y complacer al ejército, que tenía que dar su aprobación al guion, pero aquí parece ir más en serio (en el original sí se vio el comportamiento del capitán y era evidente que SÍ era un puto lunático). El abogado echa un último trago y después le tira el resto de la copa a la cara del escritor (bourbon en este caso, champán en las versiones anteriores de la historia, dejándole una "mancha amarilla") y justo en ESE momento acaba la película (a diferencia que en el original, que iba más allá), entrando los créditos finales de pronto con el rótulo gigante ESTA PELÍCULA ESTÁ DEDICADA A LANCE REDDICK (que murió repentinamente en 2023) y una canción disco setentera totalmente incongruente con la época del original o la nuestra (se trata de "Lowdown", grabada en 1976 por el cantante blanco que suena a negro Boz Scaggs y con una letra sobre una chica a la que "tienes que meter en vereda" que está contigo por tu dinero, que se gasta "como si cayera del cielo", y "alguien tiene que decirte la maldita verdad, me pregunto quién te metió esas ideas en la cabeza") y revelándose que el guion adaptado lo hizo Friedkin. Y ahí te quedas a cuadros mientras suena una voz muy llena de "soul". Es un gesto bastante punk tras una película tan firmemente clásica, una especie de paralelo al sobrio abogado soltando verdades borrachísimo y la verdadera despedida de un director que siempre ha hecho lo que ha querido en los buenos y en los malos tiempos.

Esta es una despedida mucho más digna que la de John Wick 4, hablemos claro.

Pensando un poco más en el giro final, me parece que hay más paralelismos con Friedkin. Esa acusación final que realiza el abogado en la fiesta contra el novelista como arquitecto de la situación revela la importancia del narrador que se oculta entre bambalinas como un cabroncete capaz de presentar a su gusto la realidad e incluso alterarla con su influencia. Y me hace pensar en todas las historias claramente falsas que ha ido contando Friedkin como si fueran reales a lo largo de muchos años. Este apuntar con el dedo al aspirante a novelista es casi como una pequeña confesión final, un "os estado tomando el pelo". Es así, ¿no? Durante toda la película me había estado preguntando cuál era el sentido de rodar una peli así en 2023 como peli final. ¿Quizá lavar el mal sabor dejado por "El diablo y el padre Amorth", o evitar que algo tan sórdido como "Killer Joe" fuera su película final? ¿Un gesto para decir "soy un director clásico" dirigiendo una simple pero sólida película de juicios? ¿O quizá pretendía reivindicar el valor de la palabra y de la sustancia por encima del estilo en una era excesivamente visual? ¿O quizá fuera simplemente lo único que podía dirigir alguien de su edad con la muerte susurrándole al oído? Ese giro final me hace pensar que es un pequeño guiño de despedida, un "os he hecho creer lo que yo he querido todo este tiempo y os lo habéis tragado, así que a lo mejor soy algo capullo, ¿no?", pero quién sabe. Esa identificación con el novelista que está ahí en segundo plano "dirigiendo" la acción la veo en guiños como ese decirle "acabarás ganando un millón de dólares y casándote con una estrella de cine" (y, en efecto, Friedkin estuvo casado con un par de actrices antes de optar finalmente por la ejecutiva que movía los hilos con la que acabó sus días). ¿Es una admisión de culpa final? Sea cual sea la respuesta, ahí queda esta película como despedida de uno de los directores fundamentales del siglo XX.