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miércoles, 24 de octubre de 2018
La entrevista secreta (versión -ez)
- Esta es la entrevísta que se retiró de la web de "Canínez" cuando a "alguien" le molestó y presionaron al entrevistado. Yo la pongo aquí con algunos cámbiez para que no la puedan localizar tan fácilmente. Lamentablemente, el caché del que la rescaté carece de las valiosísimas imágenes de la comparativa de las páginas del cómic antes y después de la intervención del entintador. Si alguien las tiene, que se ponga en contacto conmigo para que pueda incluirlas donde corresponde.
Juan Manuel Múñez, entintador de Mortadelez: “Paco Flipáñez siempre me ha mantenido en la sombra”
- En Lecturas
- septiembre 13, 2018
- Páblez Vicéntez

Lleva más de 35 años ayudando a Francisco Flipáñez a sacar adelante las páginas de Mortadélez, pero su nombre no ha aparecido en ninguna de ellas. Hemos hablado con Juan Manuel Múñez para conocer a la mitad menos conocida del equipo creativo detrás de los álbumes de los agentes de la TIA.
Juan Manuel Múñez (1961) empezó desde que era muy joven a dibujar profesionalmente. A los 16 años ya entintaba y dibujaba los personajes de otros autores de la Editorial Bruguérez, especialmente los creados por Francisco Flipáñez. A partir del entintado del álbum de Mortadelez El bacilón (1983) se convirtió en su colaborador más cercano, el responsable de que el dibujo final tuviera, y siga teniendo, el mejor aspecto posible. Sin embargo, a pesar de trabajar en uno de los cómics con más visibilidad de nuestro país, su nombre se ha ocultado durante todos estos años.
Tiene motivos para lamentarse de su anonimato, pero pasito a pasito su situación está cambiando. En 2013 fue entrevistado en una entrega del programa La mitad invisible en TVE, y en 2016 fue invitado con todos los honores al Salón del Cómic de Zaragoza. Ahora el autor de La página no oficial de Mortadelez y Filemónez, Alfredo Sánchez, nos ha ayudado a preparar esta entrevista para que podamos conocer a Juanma un poco mejor como profesional y como persona.
Tiene motivos para lamentarse de su anonimato, pero pasito a pasito su situación está cambiando. En 2013 fue entrevistado en una entrega del programa La mitad invisible en TVE, y en 2016 fue invitado con todos los honores al Salón del Cómic de Zaragoza. Ahora el autor de La página no oficial de Mortadelez y Filemónez, Alfredo Sánchez, nos ha ayudado a preparar esta entrevista para que podamos conocer a Juanma un poco mejor como profesional y como persona.
Páblez Vicéntez (PV): ¿Cómo os dividís actualmente el trabajo?
Juan Manuel Múñez (JM): Flipáñez me da el dibujo a lápiz bastante plantado. Yo lo perfilo, ajusto y redibujo buscando que las proporciones y el aspecto de todos los personajes sea lo más exacto y homogéneo posible. También reviso errores de raccord en las vestimentas, el aspecto físico de los personajes, los artilugios y los fondos.
La siguiente fase es pasar a tinta las páginas, realzando y dándole el mejor aspecto, pero manteniendo ese “aire” inconfundible del estilo de Flipáñez. Una vez terminadas, se las entrego a Flipáñez y recojo otra tanda, que generalmente son de seis o como mucho ocho páginas.


Lápices ajustados de Juan Manuel Múñez.

Entintado final de Juan Manuel Múñez.
[Aquí como veis no logré salvar las imágenes, pero sí que he conservado este detalle:]


ACTUALIZACIÓN: En un artículo defendiendo el trabajo de los entintadores que han publicado para compensar la eliminación de la entrevista han vuelto a colgar la imagen completa:
[Aquí como veis no logré salvar las imágenes, pero sí que he conservado este detalle:]


ACTUALIZACIÓN: En un artículo defendiendo el trabajo de los entintadores que han publicado para compensar la eliminación de la entrevista han vuelto a colgar la imagen completa:
Alfredo Sánchez (AS): ¿Siempre has querido dedicarte a la ilustración?
JM: Rotundamente sí. De niño llenaba los cuadernos de dibujos o ilustraba mis apuntes de historia y ciencias naturales. Entre clase y clase también aprovechaba y les hacía dibujos a mis compañeros.
Tengo que decir que tuve un magnífico profesor de dibujo en EGB que me animó y me motivó a seguir por el camino del dibujo en general, aunque posteriormente me decanté por el cómic. Además, mis padres siempre me apoyaron y me animaron cuando encaminé mis esfuerzos hacia esta profesión.
AS: ¿Leías tebeos de niño?
JM: Desde que recuerdo he leído todo lo que caía en mis manos, que obviamente era lo que mis padres podían comprarme. La mayoría eran revistas de Bruguérez, como Din dan, DDT, Tío vivo, Zipi y Zape, El Jabato, El Capitán Trueno… y Mortadelez, evidentemente. Por otro lado, leí cuando pude Spirou y Don Miki, que era lo que se editaba de Disney aquí. Recuerdo también leer todo lo de superhéroes que podía, sobre todo de la editorial Vértice, que era quien los popularizó en España antes que Forum. También me encantaban otras revistas como Hazañas bélicas, Creepy y Cimoc, las leía de vez en cuando.
Resumiendo, de todo un poco.

Publicidad de un Pulgarcito de 1968.
AS: Es sorprendente que con sólo 16 años empezases a trabajar en Bruguérez. ¿Cómo entraste en aquel gigante editorial?
JM: Había conseguido convencer a mis padres para hacer un curso por correspondencia de dibujo de CEAC. Tras terminarlo, mi padre me llevó un día a Bruguérez con unas paginillas que había dibujado. Allí me recibió muy amablemente el director artístico de la editorial, Blas Sanchis. Debió de ver que tenía posibilidades, por lo que me tuvo unas semanas haciendo pruebas con dibujos que yo copiaba y luego pasaba a tinta. En un momento determinado me dio un par de páginas para entintar que eran de Pillo y Bollo, creación de Antoni Bancells. Las llevé y me dio el OK.
A partir de ese momento comencé a entintar personajes diversos, como Deliranta Rococó, el profesor Tragacanto y Zipi y Zape. Luego vinieron las creaciones de Flipáñez: Mortadelez, Sacarinez, Rúe 13 del Percébez, Rompetéchez, etcétera.
PV: ¿Por qué esta editorial y no otras?
JM: Fui a Bruguérez porque no había muchas más posibilidades, aunque también lo intenté en TBO. No cuajó porque su producción no se acercaba ni remotamente a las decenas de revistas de Bruguérez.
AS: Al principio pasabas a tinta, pero a partir de cierto momento llegaste a dibujar a lápiz también.
JM: Cuando regresé del servicio militar me dieron la primera oportunidad de dibujar un guión y luego entintarlo. Fue una historia de seis páginas de Sacarino que se llamaba El vil mosquito. Sufrí mucho, pero al final quedó muy bien y en la editorial quedaron igualmente satisfechos. Comenzaron a darme con regularidad guiones para dibujar. Primero historias cortas y posteriormente álbumes completos.

La primera página a lápiz de Juan Manuel Múñez.
AS: En esos primeros años, ¿hubo personas que fuesen una ayuda importante para ti en Bruguérez?
JM: No tuve demasiado contacto con la gente de la redacción, pero la directora editorial Anna Maria Palé fue la que me ofreció comenzar a dibujar guiones. De alguna manera confió en mis capacidades, aún siendo un chaval de apenas 20 años. Posteriormente, cuando Blas Sanchis abandonó la editorial, el nuevo director artístico, Sagasti, también me apoyó bastante.
PV: ¿Presentaste algún personaje que hubieses creado tú?
JM: Únicamente publiqué unos chistes de unos personajes que creé, llamados Julito y familia.
AS: ¿Dibujabas en la editorial?
JM: Siempre trabajaba en casa. Recogía el encargo y, una vez listo, que solía ser una vez por semana, lo entregaba en la editorial y me llevaba más trabajo. Sólo en una ocasión estuve un par de días o tres en el estudio de la redacción entintando unas portadas, pero no recuerdo bien el motivo, la verdad.
Hablamos con Juan Manuel Múñez, co-autor en la sombra y entintador de Mortadelez, que nos cuenta sus primeros pasos como dibujante y su actual sistema de trabajo con Flipáñez.
Tuitea esto
PV: En los setenta la editorial Bruguérez había organizado a un grupo de autores que se encargaba de producir historietas de los personajes de Francisco Flipáñez, en el que estuvo también Jordi David Redó. Este equipo luego formaría lo que se llamó Bruguérez Equip. Tú, que le has tratado más, ¿sabes cuál era la opinión de Flipáñez sobre aquella práctica?
JM: No me lo ha dicho directamente nunca, pero por lo que he leído en otras entrevistas no le quedó más remedio que aceptarlo. El volumen de trabajo era de decenas de páginas a la semana, algo a todas luces imposible para una sola persona. Tampoco podía controlar la calidad de lo que se dibujaba, aunque desde luego hubiera sido materialmente imposible por los plazos apretadísimos que teníamos en las entregas.
PV: Dejando a un lado los personajes de Flipáñez, en Bruguérez también se les dieron varios personajes a dibujantes diferentes de quienes los habían creado. Del Repórter Tribulete de Cifré se encargó Enrich, Torá dibujó al Doctor Cataplasma que había creado Martz Schmidt, Blas Sanchis estaba con los de Vázquez… ¿Los personajes de Josep Escobar estaban protegidos?
JM: Sagasti intentó que yo también dibujara guiones de Zipi y Zape. Hice una prueba y él quedó contento con el resultado, pero no pudo convencer a Escobar para que permitiese que se hiciera ese material, como sí había aceptado en su momento Flipáñez.

AS: Uno de los dibujantes de aquella época, Antoni Bancells, explicó en una ocasión que había fabricado una calcadora, una mesa de luz, para dibujar mejor a los personajes de Flipáñez. Su uso se extendió entre sus compañeros. ¿Tú también la tuviste que utilizar?
JM: Sí, por supuesto que la usé, al menos durante un tiempo. Nos obligaban a usarla y tenía sentido pues de esa forma las páginas de uno u otro dibujante conservaban las proporciones y al parecido de los personajes. Aún así, al final se notaba la mano de cada uno. Tras un par de años la fui dejando a un lado hasta dibujar todo yo. Me sentía más libre y cómodo sin el artilugio, pues ya dominaba los personajes y el estilo.
AS: En el Bruguérez Equip, ¿con quién te relacionaste especialmente?
JM: Conocía a Lurdes Martín y tuve bastante trato con ella. Como guionista, charlaba habitualmente con Jesús de Cos porque pasó a estar integrado en la redacción. Por lo general, nos veíamos únicamente cuando coincidíamos en la editorial.
PV: ¿Escribiste algún guión en el Bruguérez Equip, o no era algo que te interesase?
JM: Nunca. Yo bastante trabajo tenía ya con dibujar los guiones de otros profesionales de esta disciplina.
PV: Alguna vez has comentado que asististe al acto oficial de la creación del Bruguérez Equip. ¿Cómo fue?
JM: Tuvimos una reunión para con el gerente de Bruguérez en aquel momento, que se apellidaba Conde, a la que asistimos los dibujantes y guionistas, además de Anna Maria Palé y Sagasti. Estuvimos Lurdes, yo y Cánovas, que era el propietario de una agencia que también dibujaba material para Bruguérez (y que ahora se llama Comicup). Como guionistas recuerdo a Jesús de Cos y a Jaume Ribera, y como entintadora a una señora llamada Laura Masanella.

Una de las portadas dibujadas por Juan Manuel Múñez.
PV: ¿Supuso un cambio respecto a la situación anterior?
JM: Tuvimos una gran mejora en los precios que cobrábamos hasta entonces, aunque por desgracia no duró mucho esa época de bonanza. Meses después comenzaron los retrasos en los pagos, que cada vez se espaciaban más, pero teníamos que continuar con la producción bajo la amenaza de que, si parábamos, no cobraríamos jamás. Yo llegué a estar sin cobrar nueve meses. Cuando comenzaron a no pagar, Lurdes y yo fuimos al despacho del señor Conde a exigirle que nos pagara lo adeudado. Nos largó en diez minutos con muy buenas palabras pero sin respuesta alguna. Salimos tan cabreados del despacho que dimos un portazo ante su secretaria que no supo qué hacer o decir.
AS: Como dices, Bruguérez se declaró en suspensión de pagos en 1982. En ese momento empezó una etapa muy complicada en la que los trabajadores y colaboradores externos vivisteis despidos en masa y retrasos en los pagos. Finalmente, la editorial quebró en 1986.
JM: Fueron unos años tremendos. Impotencia, rabia y desesperación era lo que todos sentíamos en aquellas difíciles circunstancias. Debido a esta situación muchos de nosotros comenzamos a ver el trabajo para el extranjero como una nueva salida profesional. Fue muy positivo, nos abrió los ojos a nuevas oportunidades profesionales que hasta entonces ni nos habíamos planteado, ya fuera por desconocimiento o por miedo al cambio.
PV: ¿Buscaste alternativas a Bruguérez?
JM: Unos meses antes de la hecatombe, hice junto a Lurdes un par de álbumes de Sacarínez para Alemania de “tapadillo” a través de una agente llamada Jutta Langer, que aún mantiene su agencia en activo. Antes del cierre nos fuimos con Flipáñez a la editorial Grijálbez, ya que nos había llamado Anna Maria Palé, que llevaba un tiempo siendo su agente tras dejar la editorial. Ahí comenzó una nueva etapa llena de estabilidad.

Juan Manuel Múñez dibujó la portada del Guai nº 117, entre bastantes otras.
AS: ¿Cómo volviste a colaborar con Flipáñez?
JM: Pasado un tiempo y tras la marcha de Lurdes, que estuvo allí conmigo, Palé le propuso a Flipáñez montar un estudio conmigo y alguna otra persona para entintar. Por supuesto él se negó en redondo, cosa que no me sorprendió.
PV: Pensaba que habíais trabajado como un estudio hasta ese momento, con álbumes como El gran sarao (1990), El candidato (1989), El huerto siniestro (1987)… creo que era la época de los guiones en cintas de casete.
JM: No había ningún estudio con Anna Maria Palé. Cada uno trabajaba en su casa y entregaba y recogía el material en la agencia de Palé, que se llamaba Liter-Art.
Y sí, ésa fue la época en la que los guiones los grababa Flipáñez y los transcribía, con mayor o menor fortuna, Anna Maria Palé. Llegó un momento en el que Flipáñez se enfadó ante las continuas llamadas que le hacía para aclarar incongruencias o acciones en las secuencias que eran imposibles de plasmar en la página. A partir de entonces, volvió a escribir los guiones sobre papel.
PV: Muchos autores de cómics a lo largo de la historia han contado con ayudantes que no aparecían acreditados (por ejemplo, el nombre de Marcel Uderzo tampoco aparece en los álbumes de Astérix). Aunque no puedas firmar en los álbumes, ¿tienes una cláusula de confidencialidad que te impida explicar tu trabajo?
JM: Cansado ante la actitud de Flipáñez, desde hace unos años estoy explicando en público mis casi cuatro décadas de trabajo con él. Las redes han sido la vía por la que los fans, los aficionados y la gente de la profesión han sabido de mi existencia, que por otro lado era lógica. Cualquiera podía intuir que él solo no podía hacer la cantidad de trabajo que se atribuía.
Por motivos que no acabo de comprender, siempre me ha mantenido en la sombra. No ha sido fácil para mí escucharle una y otra vez negar mi existencia. Quizás cree que decir públicamente que tiene un ayudante desde hace más de 35 años lo desmerece como creador. Es posible que algún día justifique la injusticia que ha cometido conmigo, que he dedicado prácticamente toda mi vida profesional a sus personajes. Y por supuesto las editoriales han tenido su parte de responsabilidad en este ocultamiento, intuyo que para no contrariar a Flipáñez.

AS: Hay alrededor de una decena de historietas que fueron realizadas parcialmente por ti, como Los sobrinetes (1988) o El profeta Jeremías (1989). También el lápiz de El ansia de poder (1989) fue realizado enteramente por ti. ¿Se te ha reconocido este trabajo o has cobrado royalties por estos álbumes?
JM: En cuanto a todo lo dibujado íntegramente por mí, el único reconocimiento ha venido por parte de los estudiosos, fans y aficionados que se han interesado por mi trabajo. Por supuesto, jamás he cobrado ni un céntimo de derechos ni nada por el estilo, aunque estoy convencido de que legalmente tengo derecho a un porcentaje.
PV: ¿Conservas páginas originales?
JM: Ninguna, ya que están en posesión de la editorial o de Flipáñez.
PV: ¿Cuánto dura tu jornada de trabajo diaria?
JM: Normalmente me pongo a trabajar entre las 8 u 8:30 hasta la 13:30. Tras la comida reanudo el trabajo desde las 15:30 hasta las 20 horas. Por supuesto, hay jornadas mucho más largas dependiendo de la fecha de entrega y de si he ido acumulando retraso, cosa que es inevitable ya que unos días son más productivos que otros.

PV: ¿Y cuánto tiempo lleva terminar un álbum?
JM: De media entre dos meses y medio y tres.
PV: ¿Te pones la radio o la televisión mientras trabajas?
JM: La radio es mi principal compañía en mis horas ante el tablero. Alterno emisoras musicales con otras informativas.
PV: ¿Has recibido algún tipo de comentarios de Flipáñez sobre tu forma de terminar sus dibujos?
JM: Durante todos estos años me ha comentado pequeños detalles del entintado, pero confía absolutamente en mi trabajo, cosa lógica tras casi 40 años.
AS: ¿Cuáles son tus principales influencias en el dibujo?
JM: Aparte de Flipáñez y otros maestros de Bruguérez, me han inspirado mucho los francobelgas como Franquin, Peyo, Roba, Deliège, etcétera. En el mundo Disney, monstruos como Cavazzano son irrepetibles, en mi opinión.
AS: Además de Mortadélez, también has realizado storyboards de series de animación como Dougie se disfraza (2006) y Los desastres del rey Arturo (2005-2006) para Neptuno Films. ¿Cómo lo recuerdas?
JM: A comienzos de los noventa simultaneé mi trabajo con dos cursos de animación e incluso animé algunos planos de la primera época de Las tres mellizas (1997-2003), que tuvo bastante éxito.
La animación de las series que mencionas fue una maravillosa y enriquecedora experiencia. La última serie en la que he realizado storyboards ha sido Tex (2015-2016), también para Neptuno Films, por desgracia recientemente cancelada.

Storyboards de Dougie se disfraza dibujados por Juan Manuel Múñez.
PV: Cuando tienes tiempo libre, ¿con qué ocio lo ocupas?
JM: Intento estar al día de las novedades en el mundo del cómic y me gusta sobre todo la novela de ciencia-ficción. El cine también me encanta, especialmente del mismo género. Me gusta también caminar, ya sea en la ciudad o en la naturaleza, pues me ayuda a desconectar. La natación es otra actividad que intento hacer al menos una vez semanalmente, porque me ha ayudado y aliviado de manera notable mis problemas de espalda desde hace casi treinta años. Tantos años y tantas horas sentado ante el tablero acaban pasando factura.
PV: Desde hace un tiempo haces encargos para aficionados. ¿Cuál es el que te ha gustado más dibujar?
JM: No puedo decir cual me ha gustado más, ya que todos han tenido su dificultad y en todos ellos tanto yo como el cliente hemos quedado muy contentos. Quizás los Rúez 13 de Bruguérez especiales que me encargaron fueron el reto más importante, pues se trataba de darle un vuelco total a lo que estábamos habituados a ver. En los especiales ci-fi y fantasy puse todo de mí y creo que quedaron muy bien, aunque suene mal decirlo.

Versión de Rúez 13 de Bruguérez ci-fi.
PV: Mientras le dedicas horas a dibujar Mortadeleces imagino que también le das vueltas a qué hace que el personaje funcione. ¿Qué tiene de especial Mortadélez en tu opinión?
JM: Sin duda los guiones llenos de ironía, sarcasmo y acción continua y trepidante. La parte gráfica es magnífica, Mortadélez ha logrado un estilo inconfundible, lleno de expresividad y dinamismo desenfrenado.
Estoy seguro de que Mortadélez continuará gozando del favor de las próximas generaciones de lectores de cómics. Confío en que la nueva editorial, Penguin Random House, relanzará a Mortadélez y Filemónez a nivel internacional y lo promocionará hasta conseguir que vuelva a tener una importante aceptación en otros países, como ya sucedió hace años con Bruguérez. El humor no conoce fronteras.
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Y ahora, un vídeo de OTRA entrevista con un señor.
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Y ahora, un vídeo de OTRA entrevista con un señor.
miércoles, 7 de febrero de 2018
The Cloverfield Paradox - La panoja de Cloverfield
Paramount pensaba "buf, esta peli no la va a ir a ver nadie, así que mejor nos libramos de ella". Netflix la compró y la estrenó por sorpresa. Bien, así los que estamos abonados a Netflix podemos ver una peli con calidad de cine (una peli de 45 millones de dólares NO es un "directo a vídeo", por mucho que se empeñen algunos agoreros), quizá no demasiado buena, pero tampoco una catástrofe. Porque ahora parece que las pelis tienen que ser o muy buenas o muy malas, sin término medio. Y "The Cloverfield Paradox" está a medio camino, muy buena en algunas cosas y patética en otras, pero no es tampoco una peli italiana de zombis, entendámonos. Los valores de producción son muy buenos, hay actores también muy buenos (ninguna estrella, eso sí) y te entretiene dos horas con buenos efectos especiales igual que cualquier otra película boba de las que antes íbamos a ver, por ejemplo las de Roland Emmerich.
Una vez dicho esto, la verdad es que el guión es de derribo. La sensación que da (aunque no digo que haya pasado eso) es que sucedió como en "Prometheus", que el guión tenía coherencia interna en lo que pasaba pero fue reescrito por otra persona a la que sólo le preocupaban los golpes de efecto. Pero el mayor problema es su nula originalidad: el planteamiento es idéntico al de los capítulos de "Star Trek" en el universo espejo, cruzados con "Sunshine" de Danny Boyle, que reseñé por aquí hace diez años. La premisa es que la Tierra del futuro cercano se ha quedado sin energía, en "Sunshine" el sol, y aquí... ¿la gasolina? ¿Por qué no usan el sol ya que les queda, se ha comido el gato todos los paneles solares del mundo? Es una misión a vida o muerte, y lanzan al espacio una plataforma espacial que se supone que sacará un cholón de energía de alguna parte, pese a que un señor científico dice que eso abrirá un portal a Satán... No, perdón, dice "a monstruos y bestias", que es igual de riguroso científicamente. Hacen varios intentos, no sale, y ya cuando están a punto de quedarse sin energía para arrancar ese gigantesco motor, lo logran pero empiezan a pasar cosas raras en la nave.
A ver, en la ciencia ficción buena, hay unas reglas que se cumplen y los elementos que no pertenecen a la realidad tampoco son totalmente irreales. Por poner un ejemplo, "Alien" no envejece casi nada porque es puro mundo real, son gente como nosotros, currelas que hacen su trabajo llevando una carga y que se les cuela un tigre en la nave. Lo que ocurre a partir de ahí es bastante lógico, son gente sin experiencia con esa situación enfrentándose a un animal con instinto de caza y mucho más rápido y escurridizo que ellos. La película cumple las reglas y no nos pierde.
En cambio, "The Cloverfield Paradox" sufre por tener a dos o más películas fundidas en una, un poco como lo que pasa en la historia (en la que tampoco está claro si han entrado en contacto con otro mundo paralelo o con varios). Activar esa pila espacial hace lo mismo que un viaje al universo espejo en "Star Trek": apareces en otro mundo que es como el tuyo pero en el que toda la gente es chunga, y tu copia también ha pasado al otro lado. Vale, es absurdo, pero tiene su lógica interna, si uno pasa a un lado el otro pasa al otro lado, todo tiene sus equivalentes, OK. El problema es que la película intenta añade dos elementos más que no acaban de casar:
-El cambalache, en efecto, hace que la Tierra se llene de monstruos, lo que no tiene ni sentido ni peso alguno en la trama, pero que entronca con las pelis anteriores de la saga "Cloverfield". No hay nada concreto, pero puedes suponer que lo que pasa en la primera película es la consecuencia de los hechos de esta, y de hecho así es como se anunció al presentar la película en un spot sorpresa emitido durante la Super Bowl.
-Además de lo de los monstruos (cuya presencia se adivina en una subtrama separada de lo que pasa en el espacio), el cambalache de universos no sólo pone un embudo lleno de monstruos sobre la tierra sino que, sabe dios por qué, hace que la estación espacial empiece a intentar matar arbitrariamente a algunos miembros de la nave de formas que no tienen mucho sentido, como si fuera literalmente una casa encantada. Y aquí fue donde la dichosa peli me perdió.
Sí, porque hay tres escenas en las que alguien va a reparar algo de la nave, y esta se pone a hacer cosas raras. El más tonto de "Los Informáticos" aparece aquí como genio de la mecánica, un error garrafal de cásting que te hace casi gritarle a la pantalla "¿Ha probado a desenchufar y enchufar la nave?", y el valiosísimo trabajo de su personaje que no puede hacer nadie más consiste en inyectar una pasta a las juntas de la nave y pincharla con un chip que hace que tomen la forma necesaria en la reparación. ¡Necesitaría un doctorado para aprender a hacer algo así! En cierto momento se apoya en la plancha que ha reparado, esta abre un agujero que le traga el brazo y empieza a jugar con él al "que te pillo", hasta que al final sus amigos llegan, tiran de él y lo sacan, pero sin el brazo. Se ha ido a la otra dimensión, no se sabe cómo porque la pila gigante está apagada en ese momento, creo, pero como ha de aparecer el equivalente de la otra dimensión, aparece un brazo cortado que... ¡se mueve solo como la mano de la familia Adams! Si esto ya tiene poco sentido, ese brazo tendrá sólo una función más en la película antes de que el guión se olvide de él (bueno, veremos un plano más como de despedida en el tiroteo final) y es que empieza a rascar el suelo, suponen que quiere darles un mensaje, le ponen un rotulador en la mano y escribe: "ABRID EN CANAL AL PUTO RUSO" (bueno, sí parafraseo pero sólo un poquito). Y claro, ahí te paras a pensar, ¿quién da las órdenes a la mano para que escriba, el Informático de la otra dimensión? ¡Pero si el de esta dimensión no tiene contacto con su brazo? Y ese otro Chris O'Dowd del otro lado, ¿cómo sabe que a) el ruso está muerto b) ellos no tienen la brújula y c) la brújula de esta dimensión está en su tripa? No tiene ningún sentido, cero.
Hay otro accidente más, una fuga de agua que al final abre una escotilla al espacio y convierte a la china en un carámbano (y menos mal que esta película no la rodó Verhoeven, porque entonces el agua sería fecal y la habría convertido en un coprolito) y el Informático tiene otro percance no justificado por el guión al realizar su duro trabajo que no puede hacer nadie más de inyectar pasta y pincharla con un chip. Siguen pasando cosas sin sentido, como que el jefe de la misión espacial obliga a dos de la nave a acompañarle sin motivo a un sitio peligrosísimo sólo para que al llegar puedan presenciar su suicidio, o que la protagonista decide mandar todo a paseo para bajar con su familia donde ya está su versión paralela de ella (por qué el follón este cambió de dimensión los dos brazos pero no a la protagonista y su doble no se sabe) y todos los cabos sueltos que se os ocurran. ¿De qué sirve mandar los planos a la Tierra 2 si ellos ya tenían su propia versión de la estación espacial? (Vale, supongo que mandarán los planos "corregidos" o algo, pero ¿es que en la Tierra 2 son tontos y no saben arreglar lo que no funciona?) Y no sólo hay cosas importantes sin explicar, sino otro ramillete de detalles como que una amistad del novio de la protagonista le pide por mensaje de móvil "¿Puedo ir a tu refugio?" y luego nunca llega a ir ni sabemos por qué. Pero sobre todo, ¿cómo sabe la tía que apareció entre los cables de la nave que tienen una pistola guardada en un determinado armario? Ofrezco diez gallifantes al que me explique satisfactoriamente cómo ha ocurrido esto, y no me vale "lo sabe igual que el brazo sabía que les faltaba la brújula".
Bueno, un desaguisado al que no sé por qué le he dedicado tantas líneas. Pero es una peli "descerebrada" entretenida y con un acabado muy bonito, así que se puede ver si no te molesta la estupidez de un guión cuando está bien rodado. O sea que si eres muy fan de "Prometheus", adelante.
Una vez dicho esto, la verdad es que el guión es de derribo. La sensación que da (aunque no digo que haya pasado eso) es que sucedió como en "Prometheus", que el guión tenía coherencia interna en lo que pasaba pero fue reescrito por otra persona a la que sólo le preocupaban los golpes de efecto. Pero el mayor problema es su nula originalidad: el planteamiento es idéntico al de los capítulos de "Star Trek" en el universo espejo, cruzados con "Sunshine" de Danny Boyle, que reseñé por aquí hace diez años. La premisa es que la Tierra del futuro cercano se ha quedado sin energía, en "Sunshine" el sol, y aquí... ¿la gasolina? ¿Por qué no usan el sol ya que les queda, se ha comido el gato todos los paneles solares del mundo? Es una misión a vida o muerte, y lanzan al espacio una plataforma espacial que se supone que sacará un cholón de energía de alguna parte, pese a que un señor científico dice que eso abrirá un portal a Satán... No, perdón, dice "a monstruos y bestias", que es igual de riguroso científicamente. Hacen varios intentos, no sale, y ya cuando están a punto de quedarse sin energía para arrancar ese gigantesco motor, lo logran pero empiezan a pasar cosas raras en la nave.
A ver, en la ciencia ficción buena, hay unas reglas que se cumplen y los elementos que no pertenecen a la realidad tampoco son totalmente irreales. Por poner un ejemplo, "Alien" no envejece casi nada porque es puro mundo real, son gente como nosotros, currelas que hacen su trabajo llevando una carga y que se les cuela un tigre en la nave. Lo que ocurre a partir de ahí es bastante lógico, son gente sin experiencia con esa situación enfrentándose a un animal con instinto de caza y mucho más rápido y escurridizo que ellos. La película cumple las reglas y no nos pierde.
En cambio, "The Cloverfield Paradox" sufre por tener a dos o más películas fundidas en una, un poco como lo que pasa en la historia (en la que tampoco está claro si han entrado en contacto con otro mundo paralelo o con varios). Activar esa pila espacial hace lo mismo que un viaje al universo espejo en "Star Trek": apareces en otro mundo que es como el tuyo pero en el que toda la gente es chunga, y tu copia también ha pasado al otro lado. Vale, es absurdo, pero tiene su lógica interna, si uno pasa a un lado el otro pasa al otro lado, todo tiene sus equivalentes, OK. El problema es que la película intenta añade dos elementos más que no acaban de casar:
-El cambalache, en efecto, hace que la Tierra se llene de monstruos, lo que no tiene ni sentido ni peso alguno en la trama, pero que entronca con las pelis anteriores de la saga "Cloverfield". No hay nada concreto, pero puedes suponer que lo que pasa en la primera película es la consecuencia de los hechos de esta, y de hecho así es como se anunció al presentar la película en un spot sorpresa emitido durante la Super Bowl.
-Además de lo de los monstruos (cuya presencia se adivina en una subtrama separada de lo que pasa en el espacio), el cambalache de universos no sólo pone un embudo lleno de monstruos sobre la tierra sino que, sabe dios por qué, hace que la estación espacial empiece a intentar matar arbitrariamente a algunos miembros de la nave de formas que no tienen mucho sentido, como si fuera literalmente una casa encantada. Y aquí fue donde la dichosa peli me perdió.
Sí, porque hay tres escenas en las que alguien va a reparar algo de la nave, y esta se pone a hacer cosas raras. El más tonto de "Los Informáticos" aparece aquí como genio de la mecánica, un error garrafal de cásting que te hace casi gritarle a la pantalla "¿Ha probado a desenchufar y enchufar la nave?", y el valiosísimo trabajo de su personaje que no puede hacer nadie más consiste en inyectar una pasta a las juntas de la nave y pincharla con un chip que hace que tomen la forma necesaria en la reparación. ¡Necesitaría un doctorado para aprender a hacer algo así! En cierto momento se apoya en la plancha que ha reparado, esta abre un agujero que le traga el brazo y empieza a jugar con él al "que te pillo", hasta que al final sus amigos llegan, tiran de él y lo sacan, pero sin el brazo. Se ha ido a la otra dimensión, no se sabe cómo porque la pila gigante está apagada en ese momento, creo, pero como ha de aparecer el equivalente de la otra dimensión, aparece un brazo cortado que... ¡se mueve solo como la mano de la familia Adams! Si esto ya tiene poco sentido, ese brazo tendrá sólo una función más en la película antes de que el guión se olvide de él (bueno, veremos un plano más como de despedida en el tiroteo final) y es que empieza a rascar el suelo, suponen que quiere darles un mensaje, le ponen un rotulador en la mano y escribe: "ABRID EN CANAL AL PUTO RUSO" (bueno, sí parafraseo pero sólo un poquito). Y claro, ahí te paras a pensar, ¿quién da las órdenes a la mano para que escriba, el Informático de la otra dimensión? ¡Pero si el de esta dimensión no tiene contacto con su brazo? Y ese otro Chris O'Dowd del otro lado, ¿cómo sabe que a) el ruso está muerto b) ellos no tienen la brújula y c) la brújula de esta dimensión está en su tripa? No tiene ningún sentido, cero.
Hay otro accidente más, una fuga de agua que al final abre una escotilla al espacio y convierte a la china en un carámbano (y menos mal que esta película no la rodó Verhoeven, porque entonces el agua sería fecal y la habría convertido en un coprolito) y el Informático tiene otro percance no justificado por el guión al realizar su duro trabajo que no puede hacer nadie más de inyectar pasta y pincharla con un chip. Siguen pasando cosas sin sentido, como que el jefe de la misión espacial obliga a dos de la nave a acompañarle sin motivo a un sitio peligrosísimo sólo para que al llegar puedan presenciar su suicidio, o que la protagonista decide mandar todo a paseo para bajar con su familia donde ya está su versión paralela de ella (por qué el follón este cambió de dimensión los dos brazos pero no a la protagonista y su doble no se sabe) y todos los cabos sueltos que se os ocurran. ¿De qué sirve mandar los planos a la Tierra 2 si ellos ya tenían su propia versión de la estación espacial? (Vale, supongo que mandarán los planos "corregidos" o algo, pero ¿es que en la Tierra 2 son tontos y no saben arreglar lo que no funciona?) Y no sólo hay cosas importantes sin explicar, sino otro ramillete de detalles como que una amistad del novio de la protagonista le pide por mensaje de móvil "¿Puedo ir a tu refugio?" y luego nunca llega a ir ni sabemos por qué. Pero sobre todo, ¿cómo sabe la tía que apareció entre los cables de la nave que tienen una pistola guardada en un determinado armario? Ofrezco diez gallifantes al que me explique satisfactoriamente cómo ha ocurrido esto, y no me vale "lo sabe igual que el brazo sabía que les faltaba la brújula".
Bueno, un desaguisado al que no sé por qué le he dedicado tantas líneas. Pero es una peli "descerebrada" entretenida y con un acabado muy bonito, así que se puede ver si no te molesta la estupidez de un guión cuando está bien rodado. O sea que si eres muy fan de "Prometheus", adelante.
miércoles, 24 de enero de 2018
Star Trek: La serie original: final de la primera temporada - capítulos 17-30
Sigo con mis impresiones del primer visionado de la serie original. Lo había dejado aquí.
El problema de esta tanda final de la primera temporada es que ya no son impresiones en caliente. Por mis circunstancias familiares, vi muchos capítulos seguidos sin tener tiempo a escribir sobre ellos, luego me fui de vacaciones de Navidad y ahora he vuelto en el nuevo año con un recuerdo más difuso, así que no podré comentar más que mi recuerdo general de cada episodio. Por lo menos, así no me extenderé tanto y me quedaré varado. Esta es la entrada más larga con gran diferencia, me temo. Vamos allá...
17. El Galileo Siete.
Si habéis leído mis impresiones hasta el momento, veréis que peco de juzgar con valores y baremos de calidad modernos lo que es técnicamente una "serie rancia". Aquí, no sé si pensar que el capítulo está mal hecho porque está mal escrito o si las contradicciones que aparecen son a propósito. El caso es que Spock, el personaje que le estaba robando el protagonismo a Kirk, recibiendo montañas de cartas de los fans, se porta como un absoluto gañán.
Spock se queda atrapado en un planeta hostil con una serie de tripulantes "sacrificables" y sabemos que por lo menos él se librará, pero al tomar el mando no deja de actuar de forma inaceptable para un supuesto líder. Además de perjudicar a la moral del grupo, da a sus compañeros unas órdenes muy mal recibidas porque estos intuyen (acertadamente) que van a llevar a su muerte. Spock queda así como un líder incompetente, un militar como de película de Kubrick (El guión le echa el atenuante de que dos personas tenían que morir para que pudiera despegar la nave o si no, no tendrían suficiente combustible.), aunque no tan chungo como el jefazo que se sacan de la manga para obligar a Kirk a marcharse del planeta sin buscar a Spock hasta el final.
Sin embargo, el capítulo termina de forma interesante porque Spock consigue sacar al transbordador del planeta permitiéndose al fin un arrebato de irracionalidad. Es posible que el personaje se diera cuenta de que ser un líder frío sólo sirvió para cargarse a la mitad de sus compañeros. Siendo él al fin y al cabo el que saca a la otra mitad de aquel infierno, se puede suponer que Spock completa un arco y se redime... ¿no?
El capítulo está escrito por Oliver Crawford, que había sido parte de "la Lista Negra", y Shimon Wincelberg (otra vez con el pseudónimo de S-Bar David), con un pulido de Steven Carabatsos y la reescritura final de Gene Coon. Es otra vez un remake encubierto de una peli anterior de 1939, "Volvieron cinco", con Lucille Ball.
Como curiosidad, había planes para convertir al personaje del teniente Boma en un habitual de la serie, pero el actor fue contratado en una serie rival de Irwin Allen. Quién sabe si de haber seguido, podría haber acabado saliendo en las películas y ser un personaje tan recordado como Sulu, Chejov o Scotty. (O quizá hubiera sido como muchos otros miembros de la tripulación que sólo salieron en tres capítulos...)
Uno de los personajes era la rubia, pero como ya la habían echado, nuevamente hubo que poner a otra asistente cualquiera.
Igual que el capítulo de "El permiso" destacaba por sus escenarios naturales, este capítulo representa a la perfección lo que es la cutrez de rodar en un plató con rocas de cartón y una pinta totalmente artificial y risible.
18. El Escudero de Gothos.
Trelane es un tipejo caprichoso y, desgraciadamente, todopoderoso que quiere usar a la tripulación de la Enterprise como juguetes para entretenerle. Este capítulo entra en la categoría de "encuentro con un dios", en la subdivisión de "caprichoso/inmaduro", como varios otros capítulos (como ese de la segunda temporada en que se encuentran con Apolo, que es el que he visto el día que he escrito esto. Pero ya me estoy anticipando demasiado...)
El final de este capítulo fue parodi... no, hablemos claro, FUSILADO por Futurama en el capítulo en el que van a un planeta con un ente fan de Star Trek.
Otro detalle interesante es que en el castillo de Trelane se ve como trofeo nada menos que al bicho succionador de sales de uno de los primeros episodios.
El guión también estaba escrito para que saliera la rubia, pero como la acababan de echar hacía sólo dos semanas, cambiaron el nombre para que fuera otra asistente. Contrataron a una modelo rubia muy guapa que luego salió en Playboy, se casó con un "sugar daddy" y dejó el mundillo. Y vamos, como se usó a una asistente distinta en este episodio, otra en "El permiso" y otra en "El Galileo Siete", el resultado es que el Enterprise quedó formalizado como un harén. (Ahí va un enlace ilustrando gráficamente el desfile de chavalas de la serie.)
El episodio fue escrito por Paul Schneider con retoques de Gene Coon. Me gustó bastante, probablemente por el carisma del caprichoso Trelane.
19. Arena.
Un episodio "clásico" entre comillas. Es muy recordado, pero eso no supone necesariamente algo bueno.
Gene Coon entró para asumir las funciones de Roddenberry, que estaba hecho polvo, y era un guionista de rapidez legendaria. Llegó, cogió la máquina de escribir y en una semana creó un guión que encantó a la cadena y que pasó a ser producido en tiempo récord, pasando por delante de los otros guiones en desarrollo que habían pasado meses estancados.
Sólo había un problema: que tenía un sospechoso parecido con un relato de Fredric Brown también llamado "Arena". Hay que fastidiarse... Pero el guión gustó tanto que se decidió comprar los derechos a Brown y aquí no ha pasado nada.
La realización corrió a cargo de Joseph Pevney, un actor reconvertido a director acostumbrado a dirigir tranquilamente media docena de películas al año. A alguien se le ocurrió ofrecerle un "bonus" si rodaba el capítulo (con complicadas escenas de exteriores) sin pasarse del tiempo previsto... y claro, hizo todo lo posible por lograrlo. O sea, "todo lo posible". Sí, lo consiguió, pero a cambio, el resultado contiene la peor escena de toda la serie, el combate "mortal" con el hombre vestido de lagarto que no voy a poner aquí porque es la primera imagen que se ve cuando buscas algo de Star Trek y la cosa es en plan burla...
Sin embargo, el tipo cayó bien, su trabajo gustó ("su trabajo", sus resultados, como queráis llamarlo), y desde entonces fue el tipo junto con Marc Daniels que más capítulos de Star Trek dirigió, ahí a tope.
El capítulo tiene ingredientes para gustar. Exteriores abiertos desérticos espectaculares, novedades interesantes por parte de Coon (los torpedos de fotones, la Federación) y un mensaje brillante de que quizá los agresores puedan ser los agredidos sin que seamos conscientes.
Es un capítulo de los importantes, pero claro, teniendo en cuenta todas esas cutreces que contiene.
20. El mañana es ayer.
Un capítulo escrito por la secretarísima Dorothy "D.C." Fontana con un viaje al pasado, que es el presente de cuando se rodó la serie, rescatando esa maniobra para retroceder en el tiempo que habían descubierto al final de uno de los primeros capítulos. La Enterprise va a los años 60 y sus tripulantes tienen que colarse en una base militar. Fontana mete toques simpáticos como que, al ser reparada la Enterprise en un planeta matriarcal, le ponen una personalidad femenina a la nave, y el ordenador flirtea con Kirk (?!).
Los viajes en el tiempo bien llevados siempre molan, y el capítulo está bien aunque se haya quedado algo viejo. Fontana se dio cuenta de lo bien que le había quedado y dejó su trabajo de secretaria para hacerse guionista de verdad. Y bien que hizo.
Al capítulo también se le reconoce añadir humor a lo que había sido una serie mortalmente seria. Vamos, que contiene los dos elementos que harían tan disfrutable la clásica cuarta película de Star Trek. ¡Demos todos las gracias a D.C. Fontana!
El capítulo me gustó, con todos sus enredos, aunque naturalmente sabes que al final van a volver al futuro sin problema... Sin duda, es uno de los que hay que ver sí o sí.
21. Consejo de guerra.
No tengo recuerdo de este capítulo, uno "de juicios", salvo que se presenta de prueba contra Kirk unas imágenes que "no sucedieron" y que se suponen creadas por un ordenador para que sean indistinguibles de la realidad, como si les hubieran aplicado literalmente CGI, es decir, manipulación por ordenador, algo visionario para 1966.
Cushman resalta que este capítulo, al tener cuatro guionistas, está lleno de agujeros de guión por todas partes, destacando cómo con lo grande que es la galaxia, toda la gente que hacía falta para el juicio estaba por allí cerca. Sí que recuerdo que al verlo me chocó la poca lógica que tenía todo, dado el planteamiento de un ordenador que presenta pruebas falsas y nadie se da cuenta al revisarlo todo.
Con todo, el episodio tiene cosas buenas: el término "flota estelar", un negro al mando, una pintura de máscara de Albert Whitlock y algo tan llamativo como el abogado pirado que dice que tiene un ordenador de sobremesa (un PC, vamos) con toda la jurisprudencia de la historia, pero que sin embargo tiene algo más valioso: ¡LIBROS!
No dejéis de leer libros. En mis poco más de veinte años como usuario de internet (lo llevo usando desde 1996, amigos), he descubierto que tiene poder para apartarte de los libros, y que es malo. Leed libros. Nunca dejéis de leer libros.
Pero vamos, que el capítulo tiene un sustrato reaccionario gordo. No, amigos, los ordenadores no son malos. No tienen prejuicios, y registran la realidad sin errores humanos. No culpemos a los ordenadores del mal uso dado por las personas.
El capítulo en general fue un desastre. Incluso el director Marc Daniels, responsable en gran medida, lo reconoció, aunque le echó la culpa al guión estático por culpa del juicio. Sí, hombre, pero es que la acción que había también estaba mal rodada (se le critica a este capítulo que los especialistas de la pelea final son demasiado obvios). El montaje también fue una cutrez. Y, sin embargo, el capítulo gustó al público de la época. En los USA siempre les han gustado los dramas de juicios...
22. El retorno de los arcontes.
Una parábola anticomunista. La tripulación de la Enterprise visita un planeta que inexplicablemente tiene pinta de pueblo americano antiguo (la típica decisión tomada para reciclar decorados y vestuario que ya tenían por el estudio) que está poblado por una especie de ciudadanos-zombis que se vuelven locos cuando llega una especie de hora mágica, con un frenesí que (está fuertemente implicado) incluye depravadas orgías. Joder, hasta yo mismo me he sonado depravado al teclear eso, como si mi propia mente malpensada hubiera creado un contenido sexual que no estaba presente de ninguna forma, así que voy a citar al productor Robert Justman:
"What did Bilar do to Reger's daughter? I only ask because I feel sure that NBC will ask... If we must see an orgy out in the street, we should only see a small portion of the orgy and let the audience create the rest of it in its mind."
La versión rodada suavizó bastante el guión original, pero seguía quedando claro que la pobre chica que vuelve del "festival" ha sido violada. Además, el director (el churrero Joseph Pevney) coló el ataque a una mujer que no hubiera pasado la censura mostrándolo mediante sombras. (Yo tampoco me di cuenta hasta que no leí sobre esto en el libro de Cushman.)
El capítulo se abre con Sulu tratando de infiltrarse en esta sociedad rara, pero al poco le pillan y acaba poseído. Y aquí debo comentar que Sulu resulta poseído muy a menudo en la serie, o haciendo de tipo nefasto en el capítulo del universo espejo. Vamos, que los responsables de la serie vieron algo oscuro en él, algo siniestro, quizá derivado de su propia desviación sexual. (Estoy siendo sarcástico.) Pero a George Takei no le importaba, siempre que le dieran trabajo...
También se utiliza aquí una fórmula que será muy habitual en futuros capítulos: la expedición se ve atrapada en el planeta mientras la nave es amenazada, y Kirk tendrá que salvarlos a ambos, al planeta y a la nave.
El capítulo es la típica exaltación de los valores occidentales de individualidad y libertad. Bueno. No me interesó especialmente este capítulo.
23. Semilla espacial.
Un capítulo clásico. La Enterprise descubre una nave con gente hibernada (parte ha muerto, pero quedan unos cuantos), y resulta que al principio no se dan cuenta, pero básicamente son un Arca Aria que lleva a miembros de la Raza Superior para que se hagan con el control del mundo.
En efecto, este es "el capítulo de Khan", una especie de súper Napoleón y súper Hitler espacial que consigue subyugar a la chica de este episodio a base de pollazos. (Ahora en serio, resulta bastante evidente que la tiene dominada sexualmente.)
Ojo al detalle: el supervillano morenazo Khan Singh era en el guión original un ario nórdico llamado Harold Ericsson, y en el tercer borrador, "Ragner Thorwald".
El guión original venía de Carey Wilbur, un churrero que escribía para las series de ciencia ficción de la época ("Perdidos en el espacio", etc.) y ofreció esta idea para Star Trek como la podría haber ofrecido para cualquier otra serie, en plan intercambiable, pero se llevó un chasco cuando le dijeron que Star Trek era más bien una serie "sobre gente". Gene Coon le tuvo que decir que sí, que su guión molaba mucho, pero que tenía demasiadas cosas espaciales, que requería demasiados efectos especiales, que buf, que muy chungo todo, disculpándose así:
"The inevitable question, which you are allowed to ask, is why and how are we doing a science-fiction series without allowing for any science-fiction. We lie a lot, for one thing. We cheat a lot, for another."
Además, se encontraron con el contratiempo de que Philip Jose Farmer había estado escribiendo a Roddenberry en plan "pesao" tratando de que le contratase y le había mandado un guión no solicitado en el que también había gente en animación suspendida. Pero esta coincidencia no impidió sacar adelante el episodio.
El guión original no servía realmente, y hubo que hacer un porrón de cambios Coon indicó a Carey Wilbur que el villano era más bien un matoncillo y que había que hacerlo más grandioso, un auténtico conquistador a lo protagonista de novela de Ayn Rand, literalmente. Vamos, que le mandó 13 páginas de correcciones para lo que era un guión de 66 páginas. Realmente, todos se pusieron manos a la obra sobre el capítulo para mejorarlo, y aunque el segundo borrador había mejorado, Roddenberry vio claramente ciertos fallos en su lógica, y lo débil del personaje femenino:
"Marla is so sophomoric, I doubt if any of us could stand her even today... except, possibly, as an extremely shapely immoral actress, of which, unfortunately, due to gross negligence on the part of the casting department, we get too few of on this series."
Dejando a un lado esta petición más medio en serio que medio en broma de que le mandasen más starlettes guarrillas que cepillarse (Roddenberry era tan follarín que este aspecto de su vida tiene su propia página en Wikipedia), Roddenberry sí que aportó ideas interesantes como el paralelismo de que mandar al espacio a esta gente es algo paralelo al suicidio de Hitler y su cúpula en 1945.
El guión fue reescrito por Coon, que fue finalmente acreditado junto con Wilbur, pero a Roddenberry le dio un arrebato y lo reescribió todo en una noche. De ahí salió por fin KHAN. Eso permitió darle el papel a Ricardo Montalbán, que era popular en sus papeles de latin lover (o sea, de follarín latino) para el cine, pero ya se había pasado a la televisión al hacerse mayor.
En este capítulo también se aprecia cómo el personaje de Scotty ha ganado estatura en la serie y es invitado a la cena formal con Khan. Y no se aprecia el físico de los compañeros y compañeras de Khan, que como miembros de una raza superior tienen unos físicos imponentes y la ropa (o falta de ella) para lucirlos. Esto no gustó nada a la cadena y se recortó su presencia en la fase de montaje.
Debido al indudable carisma de Montalbán y a lo fácil de comprender que resulta la amenaza para el público (básicamente, un Hitler del espacio), este capítulo es uno de los más populares de toda la serie. Y, vamos, que hay que verlo aunque sea como preludio de la segunda película.
24. El apocalipsis.
La tripulación del Enterprise baja a un planeta donde se les informa de que... A ver, si no habéis visto este episodio id a verlo en vez de leer esto, porque es de esos capítulos que empiezan con una premisa absolutamente disparatada o incomprensible que luego resulta tener todo el sentido.
Pues resulta que están allí y les dicen que hay un bombardeo y que han muerto millones, pero allí no se ve que pase nada. Y al final resulta que en ese planeta se está librando una guerra simulada en la que las víctimas que mueren en la simulación se presentan ordenadamente a las cabinas de desintegración.
Lo que se plantea es que si le quitas el aspecto desagradable a la guerra, también desensibilizas contra ella. Vamos, curiosamente el mismo argumento que han presentado los partidarios de mostrar la violencia no suavizada en películas y videojuegos. Pero el referente de entonces se supone que era lo que pasaba en Vietnam, matando a miles sin verles la cara con bombardeos de napalm. Y, si queremos ver un referente actual al que aplicar las lecciones de este episodio, es como cuando se dio órdenes de no mostrar a las víctimas estadounidenses que vuelven de las más recientes acciones bélicas, para permitir que las guerras sigan indefinidamente sin irritación del público. Yo diría que funciona... Vamos, que el episodio sigue teniendo mucha fuerza hoy aunque sea en base a sus ideas, y porque tiene gracia ver a Kirk y Spock saboteando las cabinas de desintegración y el ordenador responsable.
Este capítulo añade otra novedad a los poderes de Spock: poder usar "inception" (sí, así es llamado en el libro de Cushman) para poner ideas en la mente de otras personas, aunque tampoco fue de los más usados, saliendo sólo en tres capítulos más.
25. Esa cara del paraíso.
D.C. Fontana había dejado su puesto de secretaria para hacerse guionista. Roddenberry le dijo: "si arreglas este guión satisfactoriamente, te daremos el puesto en plantilla de supervisora de guiones". El resto es historia.
El capítulo que arregló no podía ser más sesentero, con una metáfora transparente. La tripulación del Enterprise visita un planeta en el que la gente es feliz, demasiado feliz. Y resulta que unas plantas echan unas esporas que convierten a todo el mundo en unos felizones de la vida. Vamos, que DROGAS Y AMOR LIBRE, Woodstock, ¡los sesenta! Por suerte, llega Star Trek para criticar esto, lo que no deja de resultar irónico teniendo en cuenta que Gene Coon escribía puesto de anfetas.
La gracia de esta premisa es que hace que veamos a Spock, por una vez en su puñetera vida (hasta el demenciado reboot de JJ Abrams, claro) mostrando sus emociones desatadas, sin freno. Todo con la excusa del abuso de sustancias químicas.
Sí, las esporas son "malas" al ser algo que les quita la voluntad, pero no deja de ser triste ver a Spock perder su oportunidad de ser feliz... "Tengo poco que decir de ello, capitán. Excepto que por primera vez en mi vida fui feliz."
Además de la autenticidad que le dan los exteriores donde se ambienta (con edificaciones poco futuristas, pero al menos está justificado por el retorno a los "valores tradicionales" de sus habitantes), este capítulo también tiene momentos muy interesantes como Kirk solo en una Enterprise abandonada cuando todos se han hecho ya "hippies" por las esporas.
Si no me equivoco, este capítulo también es la segunda ocasión en la que Kirk utiliza el insulto de "mestizo" contra Spock como parte de su plan para solucionarlo todo.
D.C. Fontana introdujo en su revisión dos aspectos esenciales para el episodio: antes, la historia de amor era con Sulu, pero la gracia está en que las esporas permiten que sea con Spock. Y la otra cosa es que las esporas estaban en una cueva. Y claro, sólo los muy pirados se meterían en una cueva. Es muy distinto si las esporas están en plantas por todo el planeta...
El capítulo se convirtió en un clásico por motivos obvios, pero el autor del guión original, Jerry Sohl, se picó con que le reescribieran tanto el capítulo y retiró su nombre, firmando como "Nathan Butler". Tras hablar con otros escritores de ciencia ficción cuyos guiones habían sido apisonados por Roddenberry, se dio cuenta de que en el fondo estaban usando sus nombres para ganar credibilidad de género (por así decirlo). Irónicamente, en este momento, Harlan Ellison tomó partido por Roddenberry y dijo en público que de qué iban esos autorcillos dándose tantos humos. (Más abajo comentaré lo que le hicieron a él.)
En enero de 1967, Sohl dijo:
"[Roddenberry] needed science fiction writers to get a feeling about science fiction for his show, to flesh out the stories and characters, so to speak. He paid for them. He got them. They gave him their all. When his show was off and running, Roddenberry didn't need them anymore. He'd got what he wanted. Now the hacks could get on with it..."
"Roddenberry necesitaba autores de ciencia ficción para encontrar el tono de ciencia ficción para su serie, para solidificar las historias y personajes, por así decir. Les pagó. Los obtuvo. Le dieron todo. Cuando su serie estuvo en marcha, Roddenberry ya no los necesitó. Le habían dado lo que necesitaba. Ahora simples "machacas" podían seguir ocupándose de todo..."
Poco después, Sohl se retractó e hizo lo posible por volver a congraciarse con Roddenberry, pero este le mandó a paseo. Tras un año, se reconciliaron y Sohl escribió algo para la tercera temporada, pero parece que la cosa no fue bien....
Bueno, el caso es que, por mucho que le disgustase a Sohl que pisoteasen sus palabras, este episodio es un clásico.
26. El diablo en la oscuridad.
Este capítulo, escrito íntegramente por Gene Coon (algo extremadamente poco habitual, dado que esta vez ni Roddenberry ni nadie más metieron mano en el texto), tenía el potencial de ser un desastre, pero a mí me gustó. Hay un monstruo indestructible que cava túneles en una colonia minera y, por desgracia, se lleva por delante a todos los mineros que se encuentra.
Sin embargo, al igual que en "Arena", acaba descubriéndose (en cuanto Spock le hace la fusión mental) que fue en defensa propia, dado que estaban invadiendo su territorio. Sí, puede ser una reiteración del mismo tema, pero la emocionante representación de una amenaza imparable y la insistencia en que hacer las paces y cooperar es muchísimo más preferible a la mera venganza hacen que el capítulo me haya gustado mucho.
Eso hay que reconocérselo a Star Trek, que reconoce que el bien común es mucho más importante que la venganza o que la felicidad individual, por duro que resulte. Y me da la sensación de que el reboot de Abrams se cepilló todo eso optando por la exaltación del individualismo hedonista (con Kirk ya en modo "full chulo" y, de forma más hiriente, el Spock follador y gritón) y en general doblegar el mensaje de la obra a "darle gusto al público", eso que representa tan bien en inglés el adjetivo "crowd-pleasing".
Este capítulo se disfruta bastante aunque no resista bien el escrutinio lógico, con abundantes inconsistencias como la alegría con la que el jefe de los mineros o el propio Kirk mandan a hombres solos a los pasillos a que mueran, que el bicho se lleve la pieza esencial sin dañarla, y que no tengan ningún repuesto. El enfoque de Coon a favor de la empatía resulta mucho más importante que esos detalles. Como observa Cushman, en "La trampa humana" el objetivo de Kirk es cargarse al "vampiro de sales" como sea, pero Coon le hubiera dado otro enfoque más racional.
La ejecución del capítulo podría haber sido mucho mejor, pero tras encargárselo al capaz Ralph Senensky, responsable del capítulo del Spock felizón, se arrepintieron y le pasaron el encargo nuevamente al casposo de Joseph Pevney, que consideraban una baza segura. Cushman opina que se disfruta mucho más de la lectura del guión que del visionado del episodio, y que "all things in which a director gives input, could and should have been better".
Vamos, que es un capítulo con un guión muy interesante pero bastante mal rodado, así que los resultados fueron irregulares, pero de todos modos merece la pena.
27. Tentativa de salvamento.
Un capítulo de Gene Coon que nos presenta a los klingon, que en este momento de la historia son externamente humanos normales de piel oscura con vello facial como de Gengis Khan (Coon quería darles un aspecto asiático quizá porque los creó como metáfora del Vietcong, aunque en su cabeza estaba más la Unión Soviética), e internamente son villanos de opereta.
El capítulo es muy "de mensaje" y para mi gusto no acaba de funcionar del todo. Lo que más chirría es que Kirk muestre tan poco instinto de supervivencia buscándose bronca con los klingon en vez de ponerles buena cara, dado que se supone que se trata de que no descubran que es de la Federación. Además, también se nota que la despreocupación de los invadidos ante la muerte es... porque no pueden morir. Resulta un poco tramposillo. Al final, tanto los canallas de los klingon como un Kirk excesivamente beligerante quedan en evidencia ante los habitantes del planeta, que no querían ningún tipo de bronca.
28. El factor alternativo.
Este es un verdadero punto bajo de la serie. Un barbudo chungo que no parece estar muy bien de la cabeza es subido a la Enterprise contando historias de no sé qué villano que va a acabar con todo y el tío tiene una especie de ataques que son una visión psicodélica que resulta sesentera en el peor sentido posible: una foto estática superpuesta de la galaxia y una especie de forcejeo entre dos personas que se ve en una imagen en negativo mezclada con las imágenes reales de lo que está pasando. Si querían que al espectador moderno no le rechinasen los dientes, mejor hubieran hecho algo para arreglar esto a cambiar los efectos especiales por CGI moderno...
Aprovecho para comentar que a mí el CGI moderno que han metido me parece bien. Al empezar a ver la serie estuve viendo varios capítulos sin darme cuenta de que era CGI (que es de lo que se trataba, de que no se notase), y al final al saberlo, vi los efectos antiguos... y son pura basura. Incluso en la época lo eran: al leer el libro de Cushman me enteré de que la empresa que los llevaba simplemente no era capaz de hacerlo, estaban de los nervios, pasaban los meses y no producían nada, y al final cuando lo hicieron ya por desesperación, aquello era malísimo. Y vamos, al derivarlo a otras empresas, tampoco se puede decir que alguien lo hiciera increíblemente mejor. Sencillamente, aquella época no estaba para lo que necesitaba la serie.
Volviendo a este capítulo, es insoportable ver las visiones del barbudo, ver cómo le dejan vagar por la Enterprise cuando está claramente perturbado y luego el desenlace, en que una versión no patética del barbudo (que tenía doble personalidad, o eran dos personas, o no sé qué pasó ahí, la verdad, uno un muequitas insoportable y luego otro tan digno y heroico que da pena no ver a ese actor interpretándolo durante todo el capítulo), se sacrifica a pasar peleando todad la eternidad para salvar la existencia. Que alguien resulte torturado para siempre no es exactamente un desenlace agradable para un capítulo, dejando pústula en el espectador.
La verdadera explicación de este sindiós es que este guión era de un amigo de Roddenberry y claro, había que rodarlo sí o sí aunque fuera un truño. Es interesante leer en el libro de Cushman las notas de los demás productores al jefazo yendo con pies de plomo para decirle "joder, es que no entiendo nada", y cómo al final Roddenberry tiene que admitir que él tampoco, porque el amigote apenas se había molestado en diferenciar en el guión al barbudo bueno del malo. Con todas las reescrituras que le metió Coon, el resultado final seguiría tranmitiendo esta sensación.
Cushman también sabe que esto es basura, pero su justificación es muy bonita, aunque con un "backhanded compliment":
"But even lesser TOS is still a trek worth taking. As Robert Justman would later say, "I loved them all." And that meant he also loved "The Alternative Factor."
Vamos, que a falta de llegar a las simas de la tercera temporada, quizá este sea el peor Star Trek de su primera mitad.
El capítulo destaca por darle el papel femenino a una actriz negra que apareció con su pelo afro natural en una época en la que tenía que ponerse una peluca de melena lisa para encontrar trabajo. Incluso con la misoginia implícita de la serie, no se puede negar que Star Trek estaba muy por delante del resto de producciones de la época. Pero claro, al elegir a una negra, sí que se cortaron, y lo que iba a ser un romance con el actor invitado del episodio, fue recortándose hasta quedarse en simplemente una pringada que se deja robar los cristales de dilitio (si no recuerdo mal). O sea, en NADA.
Todos estos cambios hicieron que el actor invitado les mandase a la mierda y que tuvieran que contratar a otro actor literalmente de la noche a la mañana para hacer el doble papel de Lazarus. El día de su cumpleaños (¡casualidad!) le cayó al pobre Robert Brown el regalo envenenado de protagonizar uno de los peores capítulos de Star Trek. Sin saber qué coño significaban las frases que decía, con una barba postiza que crecía y menguaba en cada escena y con un rodaje accidentado lleno de cutreces y errores de continuidad sangrantes, el pobre hombre hizo historia... para bien, supongo, porque a día de hoy sigue recibiendo cartas de fans encantados con su trabajo. Es lo que pasa cuando protagonizas incluso uno de los peores episodios de una serie legendaria.
29. La ciudad al borde de la eternidad.
Llegamos aquí al plato fuerte. Para el final de la temporada se quedó este episodio, que partía de un guión monumental de Harlan Ellison que durante mucho tiempo no supieron rodar y que tuvieron dando vueltas un año. Pero el resultado fue monumental.
Bueno, para ser sinceros, parte de ese año consistió en tocarse las narices. A Ellison le daba tanta pereza escribir que al final le pusieron una oficina en el estudio para asegurarse de que estaba escribiendo, pero lo que hacía era escabullirse y acercarse al plató a ver el rodaje y alternar con las estrellas.
Cuando al final tuvo un guión listo, estaba pensado a una escala tal que no encajaba en el formato de la serie. Había que podar mucho. He leído el cómic que se hizo basándose en el guión completo de Ellison y aquello daba para un largometraje. Por algún motivo que no alcanzo a comprender, los responsables de Star Trek respetaron al indisciplinado de Harlan de un modo que no hicieron con todos los demás escritores de ciencia ficción a los que reescribieron sin contar con ellos, y trataron de que Harlan entrase en razón como fuera mientras este seguía riéndose de ellos en la cara. (Hay que tener en cuenta que Harlan Ellison es un tipo que llegó a plantarle cara a Frank Sinatra como si no fuera consciente de que podría haber recibido una visita de la mafia después...) Cushman da por hecho que esto se debe a que Ellison tardó tanto tiempo que, cuando al fin se pusieron manos a la obra con su guión, Roddenberry ya estaba harto de recibir palos por "maltratar" a los autores de ciencia ficción.
El caso es que en ese punto ya no había más remedio que reescribir el guión. Se lo encargaron al nuevo editor de guiones, Steve Carabatsos, pero el resultado fue tan poco satisfactorio que dejaron a Harlan hacer otro borrador del guión (un privilegio que ninguno de los otros autores tuvo, hasta donde yo sé) cuando el proceso ya estaba en manos de los productores.
Gene Coon y D.C. Fontana arreglaron la estructura del guión para que fuera rodable, pero finalmente Gene Roddenberry reescribió el guión. Ellison cree que sus zarpas se ven por ejemplo en el discurso de Edith Keeler en el que cuenta "todas esas tonterías utópicas de naves espaciales repartiendo comida a los pobres", y opina que es un pésimo escritor que siempre recurre al formato de "Enterprise encuentra a un dios en el espacio, el dios está chiflado y tienen que pararle los pies". Por mi experiencia con los primeros episodios antes de que llegase Coon y la primera película, sospecho que tiene mucha razón.
Harlan Ellison intentó no salir acreditado y que usaran su pseudónimo "Cordwainer Bird" ("Bird" significa sacar la puñeta en inglés), pero Roddenberry se negó porque, después de haber sufrido todo el proceso, quería al menos poder presumir del prestigio de su autor, evitando también que los nombres de los autores de las reescrituras salieran en los créditos. Ellison tragó a regañadientes, y bien que hizo, porque con todas las reescrituras que sufrió, este capítulo ha sido siempre un pilar de su prestigio.
Una cosa que me llama la atención de todo el podado es que no hayan quitado la escena totalmente gratuita en la que un vagabundo roba al inconsciente McCoy su fáser y, tratando de ver qué es aquello que ha afanado, se dispara a sí mismo desapareciendo. (Creo que se sobreentiende que el fáser ahí también desaparece, aunque eso no tenga mucho sentido.) Este momento de truculencia gratuita que no lleva a ninguna parte a nivel de trama tiene sin embargo el curioso subtexto de que la muerte de Edith Keeler cambiará la historia, pero la muerte de un vagabundo piojoso no cambiará absolutamente nada. Me pregunto si eso fue intencional...
Joan Collins era ya una estrella que aporta mucho carisma al papel femenino. Fue una buena elección para el papel. Dirigió el churrero de Joseph Pevney, por ser el director de la casa con más experiencia dirigiendo largometrajes. Al fin y al cabo, eso es este capítulo, un largometraje comprimido.
Lo más gracioso de este episodio es oír en el doblaje español cómo McCoy grita enajenado: "¡ASESINOS! ¡ASESINOS!". Y, por supuesto, son inevitables cutreces de la época como los restos de columnas romanas en en el planeta alienígena (el diseñador/decorador estaba enfermo, y su sustituto leyó en el guión "runas" pero entendió "ruinas". Al curarse, Matt Jefferies dijo "¿Pero qué COÑO es esto?") o que el efecto de la proyección de la historia del mundo sea eso, una pantalla proyectando viejas películas de noticiarios de principios del siglo XX... ¡en blanco y negro! para ahorrar dinero. Y hacía falta ahorrar, porque este fue el capítulo más caro de toda la primera temporada con diferencia.
Pero es que este fue quizá el mejor episodio de la serie, o al menos el favorito de todos los implicados: Roddenberry, Shatner, DeForest Kelley... En definitiva, si hay que ver un solo episodio de la serie, es este.
30. Operación aniquilación.
Una plaga arrasa una colonia. Aunque los efectos se han quedado muy avejentados, da cierta grima ver a las lapas (o "tortillas voladoras", como las llamó Jim Doohan) que se lanzan sobre la gente y la infectan. Por suerte, de forma bastante afortunada, Spock no es del todo vulnerable y puede moverse por la colonia. Al final, encuentran una solución "mágica" al problema que es proyectarles una luz muy brillante, como si fueran gremlins. Tienen que probar esto a las malas con Spock, se supone que dejándole ciego, pero claro, como la raza vulcaniana posee diferencias fisiológicas y se trata de un protagonista, al final se sacan de la manga lo de un párpado extra que se cierra de forma refleja y aquí no ha pasado nada.
El capítulo resulta agobiante. Los detalles de la infección del parásito en el ser humano son reminiscentes de los del cordiceps, y evocan para el espectador en cierta forma los de la posterior "Alien", referencia inevitable. Pero todos esos referentes que saco, incluidos los gremlins ochenteros, son posteriores. El capítulo se inspiraba claramente en la novela "Amos de títeres" de Heinlein. Se ven también ciertas influencias del capítulo del planeta hippy de las esporas de felicidad (al parecer, se reciclaron elementos no usados de borradores iniciales de aquel guión).
En cuanto al rodaje, el capítulo se beneficia de recibir a un director nuevo con talento, Herschel Daugherty, en vez de los churreros de costumbre. Además de la frescura de la planificación, tiene algunos exteriores que hacen más creíble el capítulo.
La cantidad de muertos final hace que sea un capítulo desagradable, y una extraña elección para cerrar la temporada, pero así fueron las cosas. Además, enseguida mueren el hermano de Kirk fuera de plano (nunca llegamos a verle vivo) y su esposa. Y lo más terrible: en la versión original del guión, al final Kirk debía tomar la decisión de arrasar el planeta y matar a todo el mundo.
Termino con esta kilométrica entrada mis impresiones del primer visionado de la segunda temporada. La segunda temporada ya tiene la serie funcionando a tope, con muchos capítulos que valen la pena. Intentaré escribir también sobre ellos.
El problema de esta tanda final de la primera temporada es que ya no son impresiones en caliente. Por mis circunstancias familiares, vi muchos capítulos seguidos sin tener tiempo a escribir sobre ellos, luego me fui de vacaciones de Navidad y ahora he vuelto en el nuevo año con un recuerdo más difuso, así que no podré comentar más que mi recuerdo general de cada episodio. Por lo menos, así no me extenderé tanto y me quedaré varado. Esta es la entrada más larga con gran diferencia, me temo. Vamos allá...
17. El Galileo Siete.
Si habéis leído mis impresiones hasta el momento, veréis que peco de juzgar con valores y baremos de calidad modernos lo que es técnicamente una "serie rancia". Aquí, no sé si pensar que el capítulo está mal hecho porque está mal escrito o si las contradicciones que aparecen son a propósito. El caso es que Spock, el personaje que le estaba robando el protagonismo a Kirk, recibiendo montañas de cartas de los fans, se porta como un absoluto gañán.
Spock se queda atrapado en un planeta hostil con una serie de tripulantes "sacrificables" y sabemos que por lo menos él se librará, pero al tomar el mando no deja de actuar de forma inaceptable para un supuesto líder. Además de perjudicar a la moral del grupo, da a sus compañeros unas órdenes muy mal recibidas porque estos intuyen (acertadamente) que van a llevar a su muerte. Spock queda así como un líder incompetente, un militar como de película de Kubrick (El guión le echa el atenuante de que dos personas tenían que morir para que pudiera despegar la nave o si no, no tendrían suficiente combustible.), aunque no tan chungo como el jefazo que se sacan de la manga para obligar a Kirk a marcharse del planeta sin buscar a Spock hasta el final.
Sin embargo, el capítulo termina de forma interesante porque Spock consigue sacar al transbordador del planeta permitiéndose al fin un arrebato de irracionalidad. Es posible que el personaje se diera cuenta de que ser un líder frío sólo sirvió para cargarse a la mitad de sus compañeros. Siendo él al fin y al cabo el que saca a la otra mitad de aquel infierno, se puede suponer que Spock completa un arco y se redime... ¿no?
El capítulo está escrito por Oliver Crawford, que había sido parte de "la Lista Negra", y Shimon Wincelberg (otra vez con el pseudónimo de S-Bar David), con un pulido de Steven Carabatsos y la reescritura final de Gene Coon. Es otra vez un remake encubierto de una peli anterior de 1939, "Volvieron cinco", con Lucille Ball.
Como curiosidad, había planes para convertir al personaje del teniente Boma en un habitual de la serie, pero el actor fue contratado en una serie rival de Irwin Allen. Quién sabe si de haber seguido, podría haber acabado saliendo en las películas y ser un personaje tan recordado como Sulu, Chejov o Scotty. (O quizá hubiera sido como muchos otros miembros de la tripulación que sólo salieron en tres capítulos...)
Uno de los personajes era la rubia, pero como ya la habían echado, nuevamente hubo que poner a otra asistente cualquiera.
Igual que el capítulo de "El permiso" destacaba por sus escenarios naturales, este capítulo representa a la perfección lo que es la cutrez de rodar en un plató con rocas de cartón y una pinta totalmente artificial y risible.
18. El Escudero de Gothos.
Trelane es un tipejo caprichoso y, desgraciadamente, todopoderoso que quiere usar a la tripulación de la Enterprise como juguetes para entretenerle. Este capítulo entra en la categoría de "encuentro con un dios", en la subdivisión de "caprichoso/inmaduro", como varios otros capítulos (como ese de la segunda temporada en que se encuentran con Apolo, que es el que he visto el día que he escrito esto. Pero ya me estoy anticipando demasiado...)
El final de este capítulo fue parodi... no, hablemos claro, FUSILADO por Futurama en el capítulo en el que van a un planeta con un ente fan de Star Trek.
Otro detalle interesante es que en el castillo de Trelane se ve como trofeo nada menos que al bicho succionador de sales de uno de los primeros episodios.
El guión también estaba escrito para que saliera la rubia, pero como la acababan de echar hacía sólo dos semanas, cambiaron el nombre para que fuera otra asistente. Contrataron a una modelo rubia muy guapa que luego salió en Playboy, se casó con un "sugar daddy" y dejó el mundillo. Y vamos, como se usó a una asistente distinta en este episodio, otra en "El permiso" y otra en "El Galileo Siete", el resultado es que el Enterprise quedó formalizado como un harén. (Ahí va un enlace ilustrando gráficamente el desfile de chavalas de la serie.)
El episodio fue escrito por Paul Schneider con retoques de Gene Coon. Me gustó bastante, probablemente por el carisma del caprichoso Trelane.
19. Arena.
Un episodio "clásico" entre comillas. Es muy recordado, pero eso no supone necesariamente algo bueno.
Gene Coon entró para asumir las funciones de Roddenberry, que estaba hecho polvo, y era un guionista de rapidez legendaria. Llegó, cogió la máquina de escribir y en una semana creó un guión que encantó a la cadena y que pasó a ser producido en tiempo récord, pasando por delante de los otros guiones en desarrollo que habían pasado meses estancados.
Sólo había un problema: que tenía un sospechoso parecido con un relato de Fredric Brown también llamado "Arena". Hay que fastidiarse... Pero el guión gustó tanto que se decidió comprar los derechos a Brown y aquí no ha pasado nada.
La realización corrió a cargo de Joseph Pevney, un actor reconvertido a director acostumbrado a dirigir tranquilamente media docena de películas al año. A alguien se le ocurrió ofrecerle un "bonus" si rodaba el capítulo (con complicadas escenas de exteriores) sin pasarse del tiempo previsto... y claro, hizo todo lo posible por lograrlo. O sea, "todo lo posible". Sí, lo consiguió, pero a cambio, el resultado contiene la peor escena de toda la serie, el combate "mortal" con el hombre vestido de lagarto que no voy a poner aquí porque es la primera imagen que se ve cuando buscas algo de Star Trek y la cosa es en plan burla...
Sin embargo, el tipo cayó bien, su trabajo gustó ("su trabajo", sus resultados, como queráis llamarlo), y desde entonces fue el tipo junto con Marc Daniels que más capítulos de Star Trek dirigió, ahí a tope.
El capítulo tiene ingredientes para gustar. Exteriores abiertos desérticos espectaculares, novedades interesantes por parte de Coon (los torpedos de fotones, la Federación) y un mensaje brillante de que quizá los agresores puedan ser los agredidos sin que seamos conscientes.
Es un capítulo de los importantes, pero claro, teniendo en cuenta todas esas cutreces que contiene.
20. El mañana es ayer.
Un capítulo escrito por la secretarísima Dorothy "D.C." Fontana con un viaje al pasado, que es el presente de cuando se rodó la serie, rescatando esa maniobra para retroceder en el tiempo que habían descubierto al final de uno de los primeros capítulos. La Enterprise va a los años 60 y sus tripulantes tienen que colarse en una base militar. Fontana mete toques simpáticos como que, al ser reparada la Enterprise en un planeta matriarcal, le ponen una personalidad femenina a la nave, y el ordenador flirtea con Kirk (?!).
Los viajes en el tiempo bien llevados siempre molan, y el capítulo está bien aunque se haya quedado algo viejo. Fontana se dio cuenta de lo bien que le había quedado y dejó su trabajo de secretaria para hacerse guionista de verdad. Y bien que hizo.
Al capítulo también se le reconoce añadir humor a lo que había sido una serie mortalmente seria. Vamos, que contiene los dos elementos que harían tan disfrutable la clásica cuarta película de Star Trek. ¡Demos todos las gracias a D.C. Fontana!
El capítulo me gustó, con todos sus enredos, aunque naturalmente sabes que al final van a volver al futuro sin problema... Sin duda, es uno de los que hay que ver sí o sí.
21. Consejo de guerra.
No tengo recuerdo de este capítulo, uno "de juicios", salvo que se presenta de prueba contra Kirk unas imágenes que "no sucedieron" y que se suponen creadas por un ordenador para que sean indistinguibles de la realidad, como si les hubieran aplicado literalmente CGI, es decir, manipulación por ordenador, algo visionario para 1966.
Cushman resalta que este capítulo, al tener cuatro guionistas, está lleno de agujeros de guión por todas partes, destacando cómo con lo grande que es la galaxia, toda la gente que hacía falta para el juicio estaba por allí cerca. Sí que recuerdo que al verlo me chocó la poca lógica que tenía todo, dado el planteamiento de un ordenador que presenta pruebas falsas y nadie se da cuenta al revisarlo todo.
Con todo, el episodio tiene cosas buenas: el término "flota estelar", un negro al mando, una pintura de máscara de Albert Whitlock y algo tan llamativo como el abogado pirado que dice que tiene un ordenador de sobremesa (un PC, vamos) con toda la jurisprudencia de la historia, pero que sin embargo tiene algo más valioso: ¡LIBROS!
No dejéis de leer libros. En mis poco más de veinte años como usuario de internet (lo llevo usando desde 1996, amigos), he descubierto que tiene poder para apartarte de los libros, y que es malo. Leed libros. Nunca dejéis de leer libros.
Pero vamos, que el capítulo tiene un sustrato reaccionario gordo. No, amigos, los ordenadores no son malos. No tienen prejuicios, y registran la realidad sin errores humanos. No culpemos a los ordenadores del mal uso dado por las personas.
El capítulo en general fue un desastre. Incluso el director Marc Daniels, responsable en gran medida, lo reconoció, aunque le echó la culpa al guión estático por culpa del juicio. Sí, hombre, pero es que la acción que había también estaba mal rodada (se le critica a este capítulo que los especialistas de la pelea final son demasiado obvios). El montaje también fue una cutrez. Y, sin embargo, el capítulo gustó al público de la época. En los USA siempre les han gustado los dramas de juicios...
22. El retorno de los arcontes.
Una parábola anticomunista. La tripulación de la Enterprise visita un planeta que inexplicablemente tiene pinta de pueblo americano antiguo (la típica decisión tomada para reciclar decorados y vestuario que ya tenían por el estudio) que está poblado por una especie de ciudadanos-zombis que se vuelven locos cuando llega una especie de hora mágica, con un frenesí que (está fuertemente implicado) incluye depravadas orgías. Joder, hasta yo mismo me he sonado depravado al teclear eso, como si mi propia mente malpensada hubiera creado un contenido sexual que no estaba presente de ninguna forma, así que voy a citar al productor Robert Justman:
"What did Bilar do to Reger's daughter? I only ask because I feel sure that NBC will ask... If we must see an orgy out in the street, we should only see a small portion of the orgy and let the audience create the rest of it in its mind."
La versión rodada suavizó bastante el guión original, pero seguía quedando claro que la pobre chica que vuelve del "festival" ha sido violada. Además, el director (el churrero Joseph Pevney) coló el ataque a una mujer que no hubiera pasado la censura mostrándolo mediante sombras. (Yo tampoco me di cuenta hasta que no leí sobre esto en el libro de Cushman.)
El capítulo se abre con Sulu tratando de infiltrarse en esta sociedad rara, pero al poco le pillan y acaba poseído. Y aquí debo comentar que Sulu resulta poseído muy a menudo en la serie, o haciendo de tipo nefasto en el capítulo del universo espejo. Vamos, que los responsables de la serie vieron algo oscuro en él, algo siniestro, quizá derivado de su propia desviación sexual. (Estoy siendo sarcástico.) Pero a George Takei no le importaba, siempre que le dieran trabajo...
También se utiliza aquí una fórmula que será muy habitual en futuros capítulos: la expedición se ve atrapada en el planeta mientras la nave es amenazada, y Kirk tendrá que salvarlos a ambos, al planeta y a la nave.
El capítulo es la típica exaltación de los valores occidentales de individualidad y libertad. Bueno. No me interesó especialmente este capítulo.
23. Semilla espacial.
Un capítulo clásico. La Enterprise descubre una nave con gente hibernada (parte ha muerto, pero quedan unos cuantos), y resulta que al principio no se dan cuenta, pero básicamente son un Arca Aria que lleva a miembros de la Raza Superior para que se hagan con el control del mundo.
En efecto, este es "el capítulo de Khan", una especie de súper Napoleón y súper Hitler espacial que consigue subyugar a la chica de este episodio a base de pollazos. (Ahora en serio, resulta bastante evidente que la tiene dominada sexualmente.)
Ojo al detalle: el supervillano morenazo Khan Singh era en el guión original un ario nórdico llamado Harold Ericsson, y en el tercer borrador, "Ragner Thorwald".
El guión original venía de Carey Wilbur, un churrero que escribía para las series de ciencia ficción de la época ("Perdidos en el espacio", etc.) y ofreció esta idea para Star Trek como la podría haber ofrecido para cualquier otra serie, en plan intercambiable, pero se llevó un chasco cuando le dijeron que Star Trek era más bien una serie "sobre gente". Gene Coon le tuvo que decir que sí, que su guión molaba mucho, pero que tenía demasiadas cosas espaciales, que requería demasiados efectos especiales, que buf, que muy chungo todo, disculpándose así:
"The inevitable question, which you are allowed to ask, is why and how are we doing a science-fiction series without allowing for any science-fiction. We lie a lot, for one thing. We cheat a lot, for another."
Además, se encontraron con el contratiempo de que Philip Jose Farmer había estado escribiendo a Roddenberry en plan "pesao" tratando de que le contratase y le había mandado un guión no solicitado en el que también había gente en animación suspendida. Pero esta coincidencia no impidió sacar adelante el episodio.
El guión original no servía realmente, y hubo que hacer un porrón de cambios Coon indicó a Carey Wilbur que el villano era más bien un matoncillo y que había que hacerlo más grandioso, un auténtico conquistador a lo protagonista de novela de Ayn Rand, literalmente. Vamos, que le mandó 13 páginas de correcciones para lo que era un guión de 66 páginas. Realmente, todos se pusieron manos a la obra sobre el capítulo para mejorarlo, y aunque el segundo borrador había mejorado, Roddenberry vio claramente ciertos fallos en su lógica, y lo débil del personaje femenino:
"Marla is so sophomoric, I doubt if any of us could stand her even today... except, possibly, as an extremely shapely immoral actress, of which, unfortunately, due to gross negligence on the part of the casting department, we get too few of on this series."
Dejando a un lado esta petición más medio en serio que medio en broma de que le mandasen más starlettes guarrillas que cepillarse (Roddenberry era tan follarín que este aspecto de su vida tiene su propia página en Wikipedia), Roddenberry sí que aportó ideas interesantes como el paralelismo de que mandar al espacio a esta gente es algo paralelo al suicidio de Hitler y su cúpula en 1945.
El guión fue reescrito por Coon, que fue finalmente acreditado junto con Wilbur, pero a Roddenberry le dio un arrebato y lo reescribió todo en una noche. De ahí salió por fin KHAN. Eso permitió darle el papel a Ricardo Montalbán, que era popular en sus papeles de latin lover (o sea, de follarín latino) para el cine, pero ya se había pasado a la televisión al hacerse mayor.
En este capítulo también se aprecia cómo el personaje de Scotty ha ganado estatura en la serie y es invitado a la cena formal con Khan. Y no se aprecia el físico de los compañeros y compañeras de Khan, que como miembros de una raza superior tienen unos físicos imponentes y la ropa (o falta de ella) para lucirlos. Esto no gustó nada a la cadena y se recortó su presencia en la fase de montaje.
Debido al indudable carisma de Montalbán y a lo fácil de comprender que resulta la amenaza para el público (básicamente, un Hitler del espacio), este capítulo es uno de los más populares de toda la serie. Y, vamos, que hay que verlo aunque sea como preludio de la segunda película.
24. El apocalipsis.
La tripulación del Enterprise baja a un planeta donde se les informa de que... A ver, si no habéis visto este episodio id a verlo en vez de leer esto, porque es de esos capítulos que empiezan con una premisa absolutamente disparatada o incomprensible que luego resulta tener todo el sentido.
Pues resulta que están allí y les dicen que hay un bombardeo y que han muerto millones, pero allí no se ve que pase nada. Y al final resulta que en ese planeta se está librando una guerra simulada en la que las víctimas que mueren en la simulación se presentan ordenadamente a las cabinas de desintegración.
Lo que se plantea es que si le quitas el aspecto desagradable a la guerra, también desensibilizas contra ella. Vamos, curiosamente el mismo argumento que han presentado los partidarios de mostrar la violencia no suavizada en películas y videojuegos. Pero el referente de entonces se supone que era lo que pasaba en Vietnam, matando a miles sin verles la cara con bombardeos de napalm. Y, si queremos ver un referente actual al que aplicar las lecciones de este episodio, es como cuando se dio órdenes de no mostrar a las víctimas estadounidenses que vuelven de las más recientes acciones bélicas, para permitir que las guerras sigan indefinidamente sin irritación del público. Yo diría que funciona... Vamos, que el episodio sigue teniendo mucha fuerza hoy aunque sea en base a sus ideas, y porque tiene gracia ver a Kirk y Spock saboteando las cabinas de desintegración y el ordenador responsable.
Este capítulo añade otra novedad a los poderes de Spock: poder usar "inception" (sí, así es llamado en el libro de Cushman) para poner ideas en la mente de otras personas, aunque tampoco fue de los más usados, saliendo sólo en tres capítulos más.
25. Esa cara del paraíso.
D.C. Fontana había dejado su puesto de secretaria para hacerse guionista. Roddenberry le dijo: "si arreglas este guión satisfactoriamente, te daremos el puesto en plantilla de supervisora de guiones". El resto es historia.
El capítulo que arregló no podía ser más sesentero, con una metáfora transparente. La tripulación del Enterprise visita un planeta en el que la gente es feliz, demasiado feliz. Y resulta que unas plantas echan unas esporas que convierten a todo el mundo en unos felizones de la vida. Vamos, que DROGAS Y AMOR LIBRE, Woodstock, ¡los sesenta! Por suerte, llega Star Trek para criticar esto, lo que no deja de resultar irónico teniendo en cuenta que Gene Coon escribía puesto de anfetas.
La gracia de esta premisa es que hace que veamos a Spock, por una vez en su puñetera vida (hasta el demenciado reboot de JJ Abrams, claro) mostrando sus emociones desatadas, sin freno. Todo con la excusa del abuso de sustancias químicas.
Sí, las esporas son "malas" al ser algo que les quita la voluntad, pero no deja de ser triste ver a Spock perder su oportunidad de ser feliz... "Tengo poco que decir de ello, capitán. Excepto que por primera vez en mi vida fui feliz."
Además de la autenticidad que le dan los exteriores donde se ambienta (con edificaciones poco futuristas, pero al menos está justificado por el retorno a los "valores tradicionales" de sus habitantes), este capítulo también tiene momentos muy interesantes como Kirk solo en una Enterprise abandonada cuando todos se han hecho ya "hippies" por las esporas.
Si no me equivoco, este capítulo también es la segunda ocasión en la que Kirk utiliza el insulto de "mestizo" contra Spock como parte de su plan para solucionarlo todo.
D.C. Fontana introdujo en su revisión dos aspectos esenciales para el episodio: antes, la historia de amor era con Sulu, pero la gracia está en que las esporas permiten que sea con Spock. Y la otra cosa es que las esporas estaban en una cueva. Y claro, sólo los muy pirados se meterían en una cueva. Es muy distinto si las esporas están en plantas por todo el planeta...
El capítulo se convirtió en un clásico por motivos obvios, pero el autor del guión original, Jerry Sohl, se picó con que le reescribieran tanto el capítulo y retiró su nombre, firmando como "Nathan Butler". Tras hablar con otros escritores de ciencia ficción cuyos guiones habían sido apisonados por Roddenberry, se dio cuenta de que en el fondo estaban usando sus nombres para ganar credibilidad de género (por así decirlo). Irónicamente, en este momento, Harlan Ellison tomó partido por Roddenberry y dijo en público que de qué iban esos autorcillos dándose tantos humos. (Más abajo comentaré lo que le hicieron a él.)
En enero de 1967, Sohl dijo:
"[Roddenberry] needed science fiction writers to get a feeling about science fiction for his show, to flesh out the stories and characters, so to speak. He paid for them. He got them. They gave him their all. When his show was off and running, Roddenberry didn't need them anymore. He'd got what he wanted. Now the hacks could get on with it..."
"Roddenberry necesitaba autores de ciencia ficción para encontrar el tono de ciencia ficción para su serie, para solidificar las historias y personajes, por así decir. Les pagó. Los obtuvo. Le dieron todo. Cuando su serie estuvo en marcha, Roddenberry ya no los necesitó. Le habían dado lo que necesitaba. Ahora simples "machacas" podían seguir ocupándose de todo..."
Poco después, Sohl se retractó e hizo lo posible por volver a congraciarse con Roddenberry, pero este le mandó a paseo. Tras un año, se reconciliaron y Sohl escribió algo para la tercera temporada, pero parece que la cosa no fue bien....
Bueno, el caso es que, por mucho que le disgustase a Sohl que pisoteasen sus palabras, este episodio es un clásico.
26. El diablo en la oscuridad.
Este capítulo, escrito íntegramente por Gene Coon (algo extremadamente poco habitual, dado que esta vez ni Roddenberry ni nadie más metieron mano en el texto), tenía el potencial de ser un desastre, pero a mí me gustó. Hay un monstruo indestructible que cava túneles en una colonia minera y, por desgracia, se lleva por delante a todos los mineros que se encuentra.
Sin embargo, al igual que en "Arena", acaba descubriéndose (en cuanto Spock le hace la fusión mental) que fue en defensa propia, dado que estaban invadiendo su territorio. Sí, puede ser una reiteración del mismo tema, pero la emocionante representación de una amenaza imparable y la insistencia en que hacer las paces y cooperar es muchísimo más preferible a la mera venganza hacen que el capítulo me haya gustado mucho.
Eso hay que reconocérselo a Star Trek, que reconoce que el bien común es mucho más importante que la venganza o que la felicidad individual, por duro que resulte. Y me da la sensación de que el reboot de Abrams se cepilló todo eso optando por la exaltación del individualismo hedonista (con Kirk ya en modo "full chulo" y, de forma más hiriente, el Spock follador y gritón) y en general doblegar el mensaje de la obra a "darle gusto al público", eso que representa tan bien en inglés el adjetivo "crowd-pleasing".
Este capítulo se disfruta bastante aunque no resista bien el escrutinio lógico, con abundantes inconsistencias como la alegría con la que el jefe de los mineros o el propio Kirk mandan a hombres solos a los pasillos a que mueran, que el bicho se lleve la pieza esencial sin dañarla, y que no tengan ningún repuesto. El enfoque de Coon a favor de la empatía resulta mucho más importante que esos detalles. Como observa Cushman, en "La trampa humana" el objetivo de Kirk es cargarse al "vampiro de sales" como sea, pero Coon le hubiera dado otro enfoque más racional.
La ejecución del capítulo podría haber sido mucho mejor, pero tras encargárselo al capaz Ralph Senensky, responsable del capítulo del Spock felizón, se arrepintieron y le pasaron el encargo nuevamente al casposo de Joseph Pevney, que consideraban una baza segura. Cushman opina que se disfruta mucho más de la lectura del guión que del visionado del episodio, y que "all things in which a director gives input, could and should have been better".
Vamos, que es un capítulo con un guión muy interesante pero bastante mal rodado, así que los resultados fueron irregulares, pero de todos modos merece la pena.
27. Tentativa de salvamento.
Un capítulo de Gene Coon que nos presenta a los klingon, que en este momento de la historia son externamente humanos normales de piel oscura con vello facial como de Gengis Khan (Coon quería darles un aspecto asiático quizá porque los creó como metáfora del Vietcong, aunque en su cabeza estaba más la Unión Soviética), e internamente son villanos de opereta.
El capítulo es muy "de mensaje" y para mi gusto no acaba de funcionar del todo. Lo que más chirría es que Kirk muestre tan poco instinto de supervivencia buscándose bronca con los klingon en vez de ponerles buena cara, dado que se supone que se trata de que no descubran que es de la Federación. Además, también se nota que la despreocupación de los invadidos ante la muerte es... porque no pueden morir. Resulta un poco tramposillo. Al final, tanto los canallas de los klingon como un Kirk excesivamente beligerante quedan en evidencia ante los habitantes del planeta, que no querían ningún tipo de bronca.
28. El factor alternativo.
Este es un verdadero punto bajo de la serie. Un barbudo chungo que no parece estar muy bien de la cabeza es subido a la Enterprise contando historias de no sé qué villano que va a acabar con todo y el tío tiene una especie de ataques que son una visión psicodélica que resulta sesentera en el peor sentido posible: una foto estática superpuesta de la galaxia y una especie de forcejeo entre dos personas que se ve en una imagen en negativo mezclada con las imágenes reales de lo que está pasando. Si querían que al espectador moderno no le rechinasen los dientes, mejor hubieran hecho algo para arreglar esto a cambiar los efectos especiales por CGI moderno...
Aprovecho para comentar que a mí el CGI moderno que han metido me parece bien. Al empezar a ver la serie estuve viendo varios capítulos sin darme cuenta de que era CGI (que es de lo que se trataba, de que no se notase), y al final al saberlo, vi los efectos antiguos... y son pura basura. Incluso en la época lo eran: al leer el libro de Cushman me enteré de que la empresa que los llevaba simplemente no era capaz de hacerlo, estaban de los nervios, pasaban los meses y no producían nada, y al final cuando lo hicieron ya por desesperación, aquello era malísimo. Y vamos, al derivarlo a otras empresas, tampoco se puede decir que alguien lo hiciera increíblemente mejor. Sencillamente, aquella época no estaba para lo que necesitaba la serie.
Volviendo a este capítulo, es insoportable ver las visiones del barbudo, ver cómo le dejan vagar por la Enterprise cuando está claramente perturbado y luego el desenlace, en que una versión no patética del barbudo (que tenía doble personalidad, o eran dos personas, o no sé qué pasó ahí, la verdad, uno un muequitas insoportable y luego otro tan digno y heroico que da pena no ver a ese actor interpretándolo durante todo el capítulo), se sacrifica a pasar peleando todad la eternidad para salvar la existencia. Que alguien resulte torturado para siempre no es exactamente un desenlace agradable para un capítulo, dejando pústula en el espectador.
La verdadera explicación de este sindiós es que este guión era de un amigo de Roddenberry y claro, había que rodarlo sí o sí aunque fuera un truño. Es interesante leer en el libro de Cushman las notas de los demás productores al jefazo yendo con pies de plomo para decirle "joder, es que no entiendo nada", y cómo al final Roddenberry tiene que admitir que él tampoco, porque el amigote apenas se había molestado en diferenciar en el guión al barbudo bueno del malo. Con todas las reescrituras que le metió Coon, el resultado final seguiría tranmitiendo esta sensación.
Cushman también sabe que esto es basura, pero su justificación es muy bonita, aunque con un "backhanded compliment":
"But even lesser TOS is still a trek worth taking. As Robert Justman would later say, "I loved them all." And that meant he also loved "The Alternative Factor."
Vamos, que a falta de llegar a las simas de la tercera temporada, quizá este sea el peor Star Trek de su primera mitad.
El capítulo destaca por darle el papel femenino a una actriz negra que apareció con su pelo afro natural en una época en la que tenía que ponerse una peluca de melena lisa para encontrar trabajo. Incluso con la misoginia implícita de la serie, no se puede negar que Star Trek estaba muy por delante del resto de producciones de la época. Pero claro, al elegir a una negra, sí que se cortaron, y lo que iba a ser un romance con el actor invitado del episodio, fue recortándose hasta quedarse en simplemente una pringada que se deja robar los cristales de dilitio (si no recuerdo mal). O sea, en NADA.
Todos estos cambios hicieron que el actor invitado les mandase a la mierda y que tuvieran que contratar a otro actor literalmente de la noche a la mañana para hacer el doble papel de Lazarus. El día de su cumpleaños (¡casualidad!) le cayó al pobre Robert Brown el regalo envenenado de protagonizar uno de los peores capítulos de Star Trek. Sin saber qué coño significaban las frases que decía, con una barba postiza que crecía y menguaba en cada escena y con un rodaje accidentado lleno de cutreces y errores de continuidad sangrantes, el pobre hombre hizo historia... para bien, supongo, porque a día de hoy sigue recibiendo cartas de fans encantados con su trabajo. Es lo que pasa cuando protagonizas incluso uno de los peores episodios de una serie legendaria.
29. La ciudad al borde de la eternidad.
Llegamos aquí al plato fuerte. Para el final de la temporada se quedó este episodio, que partía de un guión monumental de Harlan Ellison que durante mucho tiempo no supieron rodar y que tuvieron dando vueltas un año. Pero el resultado fue monumental.
Bueno, para ser sinceros, parte de ese año consistió en tocarse las narices. A Ellison le daba tanta pereza escribir que al final le pusieron una oficina en el estudio para asegurarse de que estaba escribiendo, pero lo que hacía era escabullirse y acercarse al plató a ver el rodaje y alternar con las estrellas.
Cuando al final tuvo un guión listo, estaba pensado a una escala tal que no encajaba en el formato de la serie. Había que podar mucho. He leído el cómic que se hizo basándose en el guión completo de Ellison y aquello daba para un largometraje. Por algún motivo que no alcanzo a comprender, los responsables de Star Trek respetaron al indisciplinado de Harlan de un modo que no hicieron con todos los demás escritores de ciencia ficción a los que reescribieron sin contar con ellos, y trataron de que Harlan entrase en razón como fuera mientras este seguía riéndose de ellos en la cara. (Hay que tener en cuenta que Harlan Ellison es un tipo que llegó a plantarle cara a Frank Sinatra como si no fuera consciente de que podría haber recibido una visita de la mafia después...) Cushman da por hecho que esto se debe a que Ellison tardó tanto tiempo que, cuando al fin se pusieron manos a la obra con su guión, Roddenberry ya estaba harto de recibir palos por "maltratar" a los autores de ciencia ficción.
El caso es que en ese punto ya no había más remedio que reescribir el guión. Se lo encargaron al nuevo editor de guiones, Steve Carabatsos, pero el resultado fue tan poco satisfactorio que dejaron a Harlan hacer otro borrador del guión (un privilegio que ninguno de los otros autores tuvo, hasta donde yo sé) cuando el proceso ya estaba en manos de los productores.
Gene Coon y D.C. Fontana arreglaron la estructura del guión para que fuera rodable, pero finalmente Gene Roddenberry reescribió el guión. Ellison cree que sus zarpas se ven por ejemplo en el discurso de Edith Keeler en el que cuenta "todas esas tonterías utópicas de naves espaciales repartiendo comida a los pobres", y opina que es un pésimo escritor que siempre recurre al formato de "Enterprise encuentra a un dios en el espacio, el dios está chiflado y tienen que pararle los pies". Por mi experiencia con los primeros episodios antes de que llegase Coon y la primera película, sospecho que tiene mucha razón.
Harlan Ellison intentó no salir acreditado y que usaran su pseudónimo "Cordwainer Bird" ("Bird" significa sacar la puñeta en inglés), pero Roddenberry se negó porque, después de haber sufrido todo el proceso, quería al menos poder presumir del prestigio de su autor, evitando también que los nombres de los autores de las reescrituras salieran en los créditos. Ellison tragó a regañadientes, y bien que hizo, porque con todas las reescrituras que sufrió, este capítulo ha sido siempre un pilar de su prestigio.
Una cosa que me llama la atención de todo el podado es que no hayan quitado la escena totalmente gratuita en la que un vagabundo roba al inconsciente McCoy su fáser y, tratando de ver qué es aquello que ha afanado, se dispara a sí mismo desapareciendo. (Creo que se sobreentiende que el fáser ahí también desaparece, aunque eso no tenga mucho sentido.) Este momento de truculencia gratuita que no lleva a ninguna parte a nivel de trama tiene sin embargo el curioso subtexto de que la muerte de Edith Keeler cambiará la historia, pero la muerte de un vagabundo piojoso no cambiará absolutamente nada. Me pregunto si eso fue intencional...
Joan Collins era ya una estrella que aporta mucho carisma al papel femenino. Fue una buena elección para el papel. Dirigió el churrero de Joseph Pevney, por ser el director de la casa con más experiencia dirigiendo largometrajes. Al fin y al cabo, eso es este capítulo, un largometraje comprimido.
Lo más gracioso de este episodio es oír en el doblaje español cómo McCoy grita enajenado: "¡ASESINOS! ¡ASESINOS!". Y, por supuesto, son inevitables cutreces de la época como los restos de columnas romanas en en el planeta alienígena (el diseñador/decorador estaba enfermo, y su sustituto leyó en el guión "runas" pero entendió "ruinas". Al curarse, Matt Jefferies dijo "¿Pero qué COÑO es esto?") o que el efecto de la proyección de la historia del mundo sea eso, una pantalla proyectando viejas películas de noticiarios de principios del siglo XX... ¡en blanco y negro! para ahorrar dinero. Y hacía falta ahorrar, porque este fue el capítulo más caro de toda la primera temporada con diferencia.
Pero es que este fue quizá el mejor episodio de la serie, o al menos el favorito de todos los implicados: Roddenberry, Shatner, DeForest Kelley... En definitiva, si hay que ver un solo episodio de la serie, es este.
30. Operación aniquilación.
Una plaga arrasa una colonia. Aunque los efectos se han quedado muy avejentados, da cierta grima ver a las lapas (o "tortillas voladoras", como las llamó Jim Doohan) que se lanzan sobre la gente y la infectan. Por suerte, de forma bastante afortunada, Spock no es del todo vulnerable y puede moverse por la colonia. Al final, encuentran una solución "mágica" al problema que es proyectarles una luz muy brillante, como si fueran gremlins. Tienen que probar esto a las malas con Spock, se supone que dejándole ciego, pero claro, como la raza vulcaniana posee diferencias fisiológicas y se trata de un protagonista, al final se sacan de la manga lo de un párpado extra que se cierra de forma refleja y aquí no ha pasado nada.
El capítulo resulta agobiante. Los detalles de la infección del parásito en el ser humano son reminiscentes de los del cordiceps, y evocan para el espectador en cierta forma los de la posterior "Alien", referencia inevitable. Pero todos esos referentes que saco, incluidos los gremlins ochenteros, son posteriores. El capítulo se inspiraba claramente en la novela "Amos de títeres" de Heinlein. Se ven también ciertas influencias del capítulo del planeta hippy de las esporas de felicidad (al parecer, se reciclaron elementos no usados de borradores iniciales de aquel guión).
En cuanto al rodaje, el capítulo se beneficia de recibir a un director nuevo con talento, Herschel Daugherty, en vez de los churreros de costumbre. Además de la frescura de la planificación, tiene algunos exteriores que hacen más creíble el capítulo.
La cantidad de muertos final hace que sea un capítulo desagradable, y una extraña elección para cerrar la temporada, pero así fueron las cosas. Además, enseguida mueren el hermano de Kirk fuera de plano (nunca llegamos a verle vivo) y su esposa. Y lo más terrible: en la versión original del guión, al final Kirk debía tomar la decisión de arrasar el planeta y matar a todo el mundo.
Termino con esta kilométrica entrada mis impresiones del primer visionado de la segunda temporada. La segunda temporada ya tiene la serie funcionando a tope, con muchos capítulos que valen la pena. Intentaré escribir también sobre ellos.
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