sábado, 19 de junio de 2021

Otra adaptación fallida. ¿Aburrida o fascinante?

Hoy en Tuiter una cuenta de guiones de Hollywood que sigo colgó el guion de "Vanilla Sky", aquel remake fallido del clásico del cine español "Abre los ojos" que dejó fríos a los espectadores de ambos lados del charco. Por orgullosos que estuviéramos de la película original, aquello era una adaptación dilatada y farragosa que se esforzaba en subrayar cosas que no necesitaban subrayado, que estaban perfectamente contadas por Alejandro Amenábar (ayudado por una música muy buena compuesta por él mismo) y su coguionista Mateo Gil. Aquello vino y se fue, y casi que lo único que se recuerda es el hecho de que Penélope Cruz repitiera el papel de chica de la película y se la vinculara románticamente con Tom Cruise.


Como no tengo tiempo para ponerme a ver "Vanilla Sky", que es un rollo patatero que desaprovecha un reparto bastante interesante y que era una buena idea a priori (Cameron Diaz como la tercera en discordia, Jason Lee como amigo espontáneo bienintencionado y Kurt Russell como figura paternal empeñada en ayudar al protagonista), lo que he hecho es revisar dos escenas cruciales y compararlas. (A partir de aquí, spoilers). La primera es la escena del coche.


Najwa Nimri aparece de pronto como la tentación con ese vestido rojo. Amenábar entiende muy bien la situación de estar con un dolor de huevos tremendo a las seis de la mañana, y Noriega y Nimri también. Ella, como examante, le ofrece un polvo sin ataduras y él, cínico y cansado, acepta la oferta y se sube al coche, pero no intuye que ella está muerta de celos, al ver que él está a punto de escapársele para siempre. Se sube creyendo que va a echar un polvo y se encuentra con que ella lo que hace es estrellar el coche, un acto fácilmente traducible como "si no estás conmigo, no estarás con nadie".


Es una situación extrema, pero Amenábar la apoya en un par de cosas: los celos extremos de Nimri y que se toma un montón de pastillas para "facilitar" la situación (aunque, siendo realistas, tampoco da mucho tiempo a que se le suban, pero nos podemos imaginar que habrían caído unas cuantas antes).


Por otro lado, está la versión americana de esta escena:



Aquí ya hay un problema de tono desde el principio. Estamos metidos en una típica comedia romántica americana, con luz totalmente irreal, con Penélope dando brincos sola en su piso y chillando como una histérica, en plan "¡qué bien, he encontrado al chico perfecto!", mientras suena musiquita como de película indie noventera, además de los imposibles cochazos vintages que se gastan tanto Tom Cruise como Cameron Díaz. La oferta sexual es más indirecta, menos cruda, y hay como cierto chantaje emocional, "me debes una por no invitarme a tu fiesta. ¿Quieres compensarme?". El tío se sube al coche, y hay una conversación que va más o menos por los derroteros del original, pero en cierto modo, en vez de las pastillas, Cameron Díaz lo que se saca del bolsillo es una frase bastante estúpida, añadido de Cameron Crowe que no estaba en el original, y es decir que "cuando te acuestas con alguien, tu cuerpo hace una promesa aunque tú no lo hayas hecho" (?!). Y entonces esa puñetera loca del coño (así la ve la película, y por eso la llamo así) va y estrella el coche.


Este es uno de los momentos en los que la diferencia tonal entre las dos películas es perfectamente cuantificable ya simplemente en términos técnicos. La escena de Amenábar está contada desde dentro, y la de Crowe desde fuera. Amenábar sabe que todos hemos tenido esa situación en la que hemos tenido una oferta de sexo que sabíamos que no nos convenía pero que hemos aceptado, o por dentro hemos tenido una tentación muy fuerte de aceptarla y al final no lo hemos hecho por pura chiripa o por un chispazo de lucidez. Sabemos que esas cosas pasan, que salimos y acabamos la noche cuando ya amanece con cualquiera, y tenemos en toda la escena a Noriega cayéndose de sueño e ignorando a su compañera, dejando muy claro con su lenguaje corporal que "entre nosotros no hay nada, ni siquiera te miro, pero hemos hecho el acuerdo verbal de follar y a eso vamos". Nosotros somos Noriega ahí, la persona con debilidades, con deseos carnales humanos, y que a veces quizá hemos tratado a los demás con ese desprecio de "estamos a lo que estamos, pero no me importas". Cuando llega el accidente, seguimos allí con él y la cámara está dentro del coche, viendo el accidente como si lo estuviéramos viviendo en persona, y eso a mí me provocó un impacto emocional muy fuerte, porque al ver la película en el cine, muy poco antes (hablamos a lo mejor de pocos meses) había tenido el primero de mis accidentes de coche (no me pidáis que hable de eso, no es el momento) y reconocía esa sensación de ver cómo se acercaba el impacto inevitablemente y veías aquello de forma cercana y terrible, así:


Protagonizamos el accidente. Y cuando el coche por fin se estrella y lo vemos desde fuera, este es el primer fotograma que vemos:


Como veis, el coche ya está empotrándose contra el muro, y el movimiento del coche que vemos apenas dura medio segundo, con un pequeño desplazamiento del coche hacia la izquierda, hacia nosotros:


Por otro lado, en la versión americana del accidente, ¿cómo se nos presenta? Pues lo vemos casi totalmente desde fuera, y la primera imagen que vemos del accidente en sí es esta, como sacada directamente de un capítulo del Equipo A:


(Os juro que no he tenido ni que buscarlo casi, sale literalmente en el segundo 15)


Un contrapicado desde lejos. ¿Qué dice la teoría del contrapicado? Que muestra figuras superiores a nosotros en categoría moral, la perspectiva de los dioses a los que vemos desde abajo... Tom Cruise no es uno de nosotros, es alguien que está arriba y que vemos desde lejos.

"A ver, Danda, déjate de pajas mentales, eso que dices son tonterías de cahierista. No me has convencido". Bueno, vale, dejémonos de análisis semánticos de la película. Hablemos en términos meramente formales. Esto sí lo entenderéis: la caída del coche es formalmente ridícula. Da risa, nivel "aquella escena mítica de Conoces a Joe Black". Vemos caer el coche no como si fuera un coche real con gente dentro, con el protagonista, con nosotros, sino como si un niño lanzase un Hot Wheels, y tiene algo de irreal, de gracioso.




Se queda así vertical, un instante... ¿Se caerá? Está ahí quieto un segundo, y entonces...


¡PLOF!, p'abajo. Da risa. No se parece a la idea que tengamos ninguno de nosotros de un accidente. No tiene inmediatez, crudeza... Es un accidente teatral, ampuloso. Mal rodado, en definitiva.


El otro ejemplo claro de esto es el final. Y aquí debo parar un momento e insistir: en serio, si no habéis visto "Abre los ojos", dejad de leer esto y ved la película, que merece la pena. Esto que voy a decir es sólo para quienes hayan visto una de las dos. Bueno, pues vamos allá (SPOILERS). Noriega ha visto el cartón de la ilusión en la que vive, es el niño que ha visto el truco de magia y ya no puede volver a creer.


"¿Quiénes sois?" "No lo sé". Los personajes protagonistas de su vida no son más que figuras recortables de personas que se le presentan alineadas y que no resisten el análisis, son como una proyección que no tienen nada cuando intentas mirar detrás.


Noriega comprende entonces que ya no puede seguir viviendo en ese engaño, que no tiene sentido, que es como un sueño cuando sabes que es un sueño y ya no tiene sentido que sigas ahí. "Todo está en tu cabeza. Es todo psicológico". Se da un último gusto besando a su amada que ya sabe que está muerta pero es absurdo seguir ahí. Tiene un último gesto de humanidad preguntando por las ilusiones que tiene delante, pero al ver que es inútil, corre al borde, echa un último vistazo a lo que deja atrás y...


SALTA.


Y estamos allí con él. Estamos encima de él, tras su hombro, como cuando jugamos a un juego de consola, al Resident Evil 4. No vemos con sus ojos pero estamos allí con él, somos compañeros, somos él. Por lo tanto, saltamos con él.


Y ahora pasamos al final de la versión americana.


Tonalmente, tenemos de fondo esa música emo que nos ha endiñado Cameron Crowe, y todo es superartificial, empezando por ese cielo de color vainilla del título, y una Penélope Cruz que ya no es una figura irreal confusa sino que es una muñequita pizpireta de comedia romántica, una Audrey Hepburn de la vida, con una sonrisa forzadísima y mirando sabe dios hacia dónde, porque primero mira como al cielo...


...y luego nos mira a NOSOTROS:


(Un poco tarde para intentar ponernos en la piel de Tom Cruise. Y no funciona.)

Cruise: "Te perdí cuando subí a aquel coche. Lo siento. Pero ¿recuerdas lo que me dijiste una vez? Cada minuto que pasa es otra oportunidad de rectificarlo todo".

Ella le dice: "Volveré a encontrarte." (¿Es una amenaza? ¿Seguirá loco cuando despierte?)

Cruise: "Te veré en otra vida, cuando seamos gatos".

Suena la música emo de Sigur Ros, y entonces...

¿Salta?


Salta de esta forma tan ridícula. Porque es un salto ridículo. No es sólo el equivalente con gente de los saltos de coches de El equipo A. Peor: es el salto de cuando en "El príncipe de Bel Air" agarran a Jazz y lo echan de casa:


Es objetivamente ridículo. Pero lo peor de todo es que tener, tenían rodado el salto desde el ángulo adecuado, pero decidieron no utilizarlo. Lo podéis ver en una versión alternativa del final que tenía algunos cambios finalmente descartados (como que grita al final "¡Quiero despertar!"). Pero el caso es que SALTA:

(Insisto, este salto NO se usó pero lo tenían.)


El otro detalle ridículo es que el final de "Vanilla Sky" hace literal lo de que cuando vas a morir "tu vida pasa delante de tus ojos" y condensa la vida del personaje de Tom Cruise en  un rápido montaje de dibujos animados, portadas de discos, fotos de Tom Cruise jovencito y momentos aleatorios de la película, además de un momento de Audrey Hepburn que parece decirnos "sí, nos basamos en ella para el personaje de Penélope Cruz, ¿qué pasa?".


Todo ese montaje es conceptualmente absurdo y formalmente torpe, quitándole universalidad e intemporalidad a la historia, porque esos recuerdos son claramente los de alguien que fue joven en una época muy concreta, principios de los 80.


En definitiva, es una película mal hecha, que toma las decisiones equivocadas y pierde toda la fuerza que tenía el original de Amenábar debido a la sobreexplicación y la torpeza, igual que esa persona que nos agrada pero que empieza a hablar...y hablar... y hablar... y cuando te das cuenta, caes en que ya no te gusta, que no la soportas, que quieres que se calle de una maldita vez y que ya no quieres ni acostarte con ella por guapa que sea. "Vanilla Sky" es eso hecho película.