sábado, 26 de noviembre de 2016

The World Ends With You. Sí, el mundo acaba contigo.

El título os habrá engañado. No voy a hablar de ese juego, cuyos méritos no dudo, pero que confieso que abandoné a la media hora (estaba probando un montón de juegos de DS distintos y no podía detenerme con uno que prometía muchas horas de "roleo"). Me refiero a otra cosa distinta y que sí os importa, nos importa a todos.

Hay varias realidades a las que hay que enfrentarse. Que los fachas son unos hijos de puta que nos engañan a todos miserablemente, y que nos dejamos engañar ante todas las llamativas evidencias de que mienten porque tenemos el instinto de una especie gregaria. Que estamos en un mundo en el que, objetivamente, nunca se había podido vivir mejor, pero que sin embargo estamos enfilando una rampa por la que vamos a caer a toda velocidad. Que nunca nuestra explotación del planeta había sido tan intensa y que estamos al borde de destruirlo, ante lo que no estamos haciendo nada útil. Es más, estamos eligiendo a líderes que acelerarán esa caída cuesta abajo. El mundo se va a la mierda y todos lo sabemos, igual que sabemos que moriremos y tenemos que ignorarlo para seguir funcionando.

Yo tengo una teoría sobre esta absoluta indiferencia por el cataclismo que nos espera a la vuelta de la esquina. Durante años me preguntaba: ¿por qué los fachas prefieren ganar un montón de dinero que ya ni siquiera van a necesitar después de todo lo que han robado, antes que dejar un mundo mejor para sus hijos? ¿Es que no les importa?

La respuesta es que en efecto, no les importa. Pero no es (sólo) porque sean unos hijos de puta. La respuesta es que no te vas a esforzar en frenar el fin del mundo cuando sabes que el fin del mundo es inevitable. Ese fin del mundo es tu muerte.

No pensamos como especie. No somos una mente colmena. La mayoría de nosotros no somos Carl Sagan ni Arthur C. Clarke ni Asimov y no pensamos en que si el ser humano no se larga ya a las estrellas, la raza humana desaparecerá rápidamente cuando rompamos definitivamente el equilibrio medioambiental del planeta. No: pensamos en que tenemos unos 70 años para tratar de conseguir un dinero y vivir bien, cada uno a su modo, y todo lo demás nos la pela. El fin del mundo va a venir igualmente, porque ahora sabemos demasiado y ninguno creemos en dios, es una ficción insostenible en el mundo en el que habitamos. No hay un bis a la función, es un fundido en negro y se acabó. Así que la respuesta mayoritaria ante una realidad tan innegable es la que es: los ricos pierden ya todo escrúpulo y simulacro de decencia sabiendo que jamás tendrán que rendir cuentas a nadie, la juventud se droga, se tatúa y llena internet de sus fotos en pelotas sabiendo que no hay una Autoridad Suprema que les vaya a llamar jamás al orden, que nunca tendrán un "trabajo formal" ni una jubilación como la de sus padres o abuelos, y que hay que vivir la vida como se vivía cuando la esperanza de vida era de 30 años.

La capacidad de destrucción ha crecido en progresión geométrica y ya no hay un contrapoder, ideológico o efectivo, que pueda oponerse a ella. Si no aparece un gran líder de masas que sacuda el orden mundial, un auténtico Jesucristo, o Alejandro Magno, o QUÉ SË YO, alguien del calibre arrasador de un  Hitler pero del lado del bien, lo único que nos queda es sentarnos a esperar tranquilamente el fin del mundo. El nuestro personal y el de nuestra especie.

sábado, 27 de agosto de 2016

Kubo y las dos cuerdas mágicas, las que cierran la bolsa del dinero



"Kubo y las dos cuerdas mágicas" es una película exquisitamente animada, virtuosa, un placer para la vista.

La historia que cuenta, en cambio, es más confusa. Durante toda la película tienes la sensación de que todo es una metáfora de algo que te quieren contar, pero no está claro qué. ¿Por qué hay tres personajes distintos con el ojo lacerado? ¿Y por qué una de las "pruebas" consiste en pinchar ojos? ¿Qué simbolizan? Aquí tiene que haber "tela que cortar", pero salí del cine sin tener la clave que explicase toda la fábula.

Al final, contrastando opiniones, varias personas parecen coincidir en que es una película sobre "el poder de la narración y cómo la necesitamos en nuestras vidas".

Pero no lo entiendo: ya al principio de la película, la narración ya es poderosa. Tanto la madre, cuando está lúcida de noche (porque viene de la luna) como el hijo son muy poderosos, hacen que el papel se mueva. Papel que no les falta.

Más preguntas: ¿por qué está ambientada la película en lo que parece Japón?

Después de hacer preguntas a todo el mundo, que parecía tenerlo todo muy claro, no había conseguido aclararme ni lo más mínimo. Hasta que, ahora mismo, ha saltado una chispa. Tengo mi propia interpretación, y la voy a convertir con vosotros:

(SPOILERS TOTALES A PARTIR DE AHORA)

Kubo es un chaval que ha crecido sabiendo que es el hijo de un guerrero muy poderoso, y que por tanto él también lo es, pero no le han dejado salir de la torre en la que vive haciendo sus cosas, salvo para pequeñas incursiones en las que entretiene a los lugareños dando vida (animando) pajaritas de papel que se mueven solas, pero sin alejarse demasiado de su torre junto al mar.

Travis Knight, director de la película, es el hijo de uno de los hombres más ricos y poderosos del mundo: el fundador y dueño de Nike, Phil Knight, que le compró un estudio de animación, el cual fue renombrado "Laika" para que sonase como la empresa del padre (en inglés se pronuncia "Naiki") y le puso al frente para que hiciera con él lo que quisiera. Pasan varios años y el estudio va labrándose una buena reputación con obras como "Coraline" o "Paranorman", pero Travis aún no ha dirigido nada, se limita a ser el animador jefe.

Kubo sigue con su existencia plácida pero limitada. Tiene curiosidad al enterarse de que otras personas pueden hablar con sus familiares muertos con un sencillo rito, y él quiere saber más de su padre. Así que hace lo que no debe y atrae el escrutinio de unos personajes que odiaban a su padre y quieren cazarle. No consigue saber más de su padre, pero el pueblecito japonés es arrasado de una forma francamente horrible.

Tras trabajar duro en esas películas en segundo plano, un día Travis decide que ya es hora de constar como director, aunque eso le valga el escrutinio de los enemigos de su padre y que la crítica destruya su obra como obra de un enchufado/privilegiado. Para ello, decide contar metafóricamente la historia de sus padres (spoiler: "las dos cuerdas" son su padre y a su madre), pero al querer indagar sobre su padre, lo que encuentra es que muchísima gente asegura que su "grandeza" se ha sostenido en la explotación de pueblos asiáticos, zapatillas cosidas por niños con sueldos de esclavitud. De ser cierto, sería francamente horrible.

Kubo emprende un viaje en el que acaba descubriendo que sus queridísimos padres son una mona quejica sobreprotectora y un padre rematadamente imbécil. Después de mil peripecias, sus padres mueren y Kubo vuelve literalmente al principio, el pueblo que fue arrasado por su culpa. Pero resulta que parece que no ha muerto nadie, que todos le perdonan todo lo que ha pasado por culpa de Kubo y de su abuelo, y hasta le ayudan a inventarse nuevas patrañas para que su saga familiar continúe plácidamente.

Travis Knight... bueno,  ¿tengo que seguir explicándolo? La película está dedicada "a mis padres, mis dos cuerdas". Creo que poco más hay que añadir a mi narración, apenas fundamentada en hechos pero verosímil. El poder de la narración.

Es muy bonita. Ponédsela a vuestros hijos, si no son de esos que se asustan de su propia sombra, y disfrutad el viaje.

viernes, 26 de agosto de 2016

Las Cazafantasmas son simplemente unas cazacarteras



No me ha gustado NADA. Acabo de venir del cine y estoy horrorizado. Voy a destriparla totalmente, así que no leáis esto si no queréis que os la fastidie.

Empieza la película. Plano y contraplano de un personaje sin importancia explicando con demasiado detalle la historia de una fantasma. No pasa nada más, no hay chistes, nada. Zzz... ¿Por qué lo hacen? ¿Es que todo ese rollo que cuenta va a ser importante luego, deberíamos prestar atención porque se trata de la fantasma mala principal de la historia? El "cold open", la escena inicial de series o películas tiene que ser apasionante, no este tostón, ¿no?

Ah, pero al fin empiezan los fenómenos paranormales. Tras asustar un poco al guía de la mansión, este se mete en un sitio donde no tiene ningún sentido que se metiera, tiene que hacer un giro cerrado de 90º para meterse en un espacio que sabe que "no existe" para él. Será el primero de los momentos "porque sí" de la película. Baja y se encuentra un panorama apocalíptico, se abre el suelo, etc. El fantasma le impide que salga y se queda atrapado en un punto en el que sólo le queda caer al vacío. Al personaje, encerrado, sólo le quedan las dos opciones narrativas de morir o ser poseído.

Luego lo veremos indemne frente a la casa, ligeramente asustado pero por lo demás bien. No está poseído ni nada, simplemente ha salido no se sabe bien cómo de una situacíon sin salida. Strike uno.

Se presenta a la científica protagonista (bueno, así veo yo a Kristen Wiig, pero en realidad Melissa McCarthy sale primero con "top billing" en los créditos). Este miniarco universitario está telegrafiado y no va a ninguna parte. Bueno.

Va con la vieja amiga. La dinámica es rara, en teoría está enfadadísima, pero a la vez se nota que no lo está para nada. Se apunta muy fácilmente. Hacen un chiste privado para cinéfilos extremadamente retorcido a costa de Ed Begley... junior.

Montan lo de las Cazafantasmas... pero resistiéndose siempre a llamarse "Cazafantasmas". Toda la película es básicamente un remix posmoderno apoyado en hacernos esperar cosas similares a las de la primera película y luego darle un giro "inesperado". Por ejemplo, van a la estación de bomberos de la primera película... y resulta que no pueden pagarla. El primero de esos giros que a lo mejor sorprenden un poco la primera vez y luego se vuelven tediosos en visionados posteriores (que, en mi caso, puedo anticipar ya que no se producirán).

El caso es que, en vez del edificio de bomberos, se van al piso de arriba de un restaurante chino. Ahí les va de recepcionista (¿necesitan recepcionista? Nunca queda claro que estén montando un negocio privado sostenible, sino que parece más un club (aunque lo nieguen) de experimentación) un único candidato que es muy guapo (aunque sólo pierde la cabeza por él una de ellas, y momentáneamente), pero más tonto que un botijo. Tan tonto que no sabes ni cómo no se ha olvidado de respirar, y que lo único que hace en sus apariciones es, literalmente, hacerles perder clientes. ¿Qué justifica que no le despidan y que sigan dejándole a cargo del teléfono en vez de ponerle en un sitio inofensivo? Citando a "Qué guerra más perra", NEVER GO FULL RETARD. Pero es que esta película lo hace, mete un personaje "retrasado total". Y no tiene ninguna gracia, ninguna. Como nada en toda la película. No me reí ni una sola vez, ni una. Ni una sonrisa. La película sostiene largas escenas plúmbeas de plano y contraplano con los personajes simplemente hablando, pero es que ni dicen nada gracioso ni dicen nada que haga avanzar la trama, es solo aire muerto. La traducción del doblaje también chirría por todos los lados y en varias ocasiones tengo la poderosa sospecha de que se enfrentaban a una misión imposible. Lo de "Mi lagarto = MILAgros GARcía TOmás" es, lo admitiré, una solución ocurrente de forma abstracta, pero no tiene ninguna gracia ni sentido en el contexto de la película, y esa supuesta confusión no añade nada, simplemente rellena metraje.

No sé si realmente tiene sentido desmenuzar toda la película. A rasgos generales, aparte del pésimo ritmo (esta es una de esas películas que parece que se arregló finalmente a martillazos en la sala de montaje), los personajes se portan de forma arbitraria, sin que sus actos se deban a su carácter, y peor aún, la trama se apoya en reglas inconsistentes. Con lo de las reglas inconsistentes, lo más sangrante es la escena de los fantasmas globo. En ella, los rayos paralizadores de pronto pueden MATAR fantasmas, algo que nunca se había establecido, menos el último, porque tiene mucha gracia que sea (spoiler) el monstruo de malvavisco de la primera película, Stay Puft, que se tira encima de ellas y no las espachurra, sino que las inmoviliza de forma muy graciosa. Y ahí, tras mostrarse invulnerable a los rayos, la Wiig hace explotar a ese monstruo gigante... con una pequeñísima navaja suiza. ¡¿Perdón?!! ¿Desde cuando un objeto físico no tuneado tiene efectos sobre los seres del plano astral? Aunque fuese una navaja fantasma, no lo habría hecho explotar, sino que simplemente lo pincharía, lo desinflaría. No tiene ningún sentido. ¿O es que es una película para niños pequeños y la coherencia interna no importa? Eh, mi hijo de seis años la disfrutó muchísimo. Sobre todo, la aparición de Moquete, perfectamente calculada para gustar a los pequeños y, a su modo, exitosa, pero que parecía pertenecer a una película completamente distinta.

¿Es una película para niños? Es posible. No hay nada especialmente duro ni desagradable para los niños. En realidad sí hay una escena que es en realidad muy desagradable, pero no para los niños, al rodarla de una forma neutra, blanca... pero que en realidad, para el espectador adulto, es bastante repugnante por sus implicaciones. Y con eso me refiero al cameo de Bill Murray.

Bill Murray hace de una supuesta "autoridad" que desenmascara fraudes paranormales. No hace nada especial, simplemente se sienta ahí con su bastón y su sombrero y dice "esto me parece un fraude". Tras hablar contra ellas en televisión, sin ser tampoco hiriente ni presentar ningún aspecto especialmente odioso salvo, por lo que se ve, su aspecto, le da por presentarse en su cuartel general. Tienen una oportunidad de oro para demostrarle que los fantasmas existen de cualquier forma, sólo con que piensen un poco. La opción lógica es decir "le llevaremos en la próxima misión y ya verá si hay fantasmas o no". Pero lo único que se le ocurre a la protagonista es "venga, vamos a liberar a nuestro primer fantasma que es prácticamente satanás encarnado y que puede destruir todo esto y matarnos a todas" simplemente para dejar al otro con un palmo de narices. Este acto de irresponsabilidad total, que surge además sin justificación del personaje que había sido presentado hasta el momento como el más comedido y apocado de las cuatro, se salda con que el fantasma tira por la ventana a Bill Murray, y no se dice pero se deja perfectamente claro que lo ha matado. La protagonista ha matado a un personaje sólo por haber cometido el pecado de ser escéptico, como ella lo había sido por dictado del guión durante décadas hasta el principio de la película. Y lo siento, pero ahí es donde la película me perdió totalmente, o me hubiera perdido si me hubiera enganchado hasta el momento. Para mí fue como cuando Homer Simpson mató a la mujer de Ned Flanders en el momento más bajo de 25 años (y contando) de "Los Simpson" (aunque quizá más bajo fue cuando todavía sacaron luego al personaje bromeando sobre ello ante Flanders para chincharle). Que un protagonista cometa un homicidio contra otro personaje, y menos alguien que no ha hecho nada malo (usando la lógica perversa pero cinematográficamente funcional de que "se lo merecía") cruza una línea en mi experiencia de espectador. Sé que a otras personas no les importa, que "es sólo una película" y que no importa que en "El hombre de acero" Supermán provoque más muertes de las que evita, pero yo no lo llevo bien.

Ya llevo bastante escrito, y podría pasarme horas señalando cada inconsistencia de los personajes y giros del guión, de cómo un personaje que se supone anclado en la tierra como la negra deja de la noche a la mañana su trabajo sin explicación simplemente para que unas desconocidas le acepten en su club (y la aceptan un poco por las buenas), o cómo el malo pone unas "bombas psíquicas" que primero actúan explotando sin dejar casi ni rastro en el metro y luego actúan sin explotar en absoluto en la sala de rock. Muchas cosas se quedan sin explicar, y no sabes ya si es por agilizar el penoso ritmo de la película o simplemente para tratar de desviar la atención del hecho de que las reglas de la película son tan inconsistentes que al final no tienen ningún sentido.

Así que saltemos ya al final, olvidándonos de esos cameos "fan service" totalmente gratuitos de los actores originales (en los que al menos es MUY de agradecer que mantuvieran las voces originales, incluido Salvador Vidal como Dan Aykyroid), y vayamos ya al absurdo final de megadestrucción, prácticamente obligatoria en toda superproducción que se precie. Hay una escena de acción absolutamente confusa y sin sentido (no es realista pensar que ni con una bomba atómica pudieran combatir a MILES de fantasmas) en Times Square (bueno, más bien en un croma mal rodado, siendo una escena prácticamente plana en su geometría) dándole uso a todo su arsenal, incluido el potentísimo triturador de fantasmas, que es destruido arbitrariamente tras ser usado una vez porque a ver, si no sería abusar. Saltemos directamente pues al final, después de que el malo convierte al fantasma del logo en Filemón y, tras destruir todo y quitarse un taxi del pie como quien ha pisado una boñiga, es absorbido por el portal que se cierra.

El salto suicida de la Wiig no hay por dónde cogerlo. El portal se cerraba. ¿Cómo sabe que no le va a cortar el cable y va a caer hacia la perdición? Pero no, salta y realiza unas proezas acrobáticas que no pegan en absoluto con su personaje (si hubieran dicho al menos que había sido paracaidista... Me estaba imaginando los iconos de botones de la PlayStation en la pantalla, como si fuera un Quick Time Event), alcanza el fantasma que había caído un rato antes, hace un disparo totalmente preciso, agarra a la otra sin soltarla, y en ese momento preciso, ni antes ni después, sin que medie ningún tipo de señal ni comunicación, las amigas tiran de la cuerda y las sacan. Sí, claro, y qué más.

Ah, pero el salto tiene consecuencias. Las dos salen con el pelo blanco. No envejecidas, no, con el pelo blanco. ¿De qué, del susto? O no lo explican o no se entiende. En cualquier caso, a la siguiente escena sus pelos ya han vuelto totalmente a la normalidad, no es una consecuencia permanente. Es simplemente una pincelada visual, de "eye candy", porque sí. Just 'cause is the name of the game here, baby.


Lo último es una vergonzosa escena en la que la despelurciada de pronto dice que con esas tres ha descubierto el valor de la amistad, bla bla bla, las típicas simplezas dignas de la conclusión de un capítulo de Pokémon, etc. El caso es que durante la película no se ha producido NADA que cree ese fuerte vínculo del que presume ahora. Algún gesto como por ejemplo lo de lanzarse a un salto suicida para rescatar a una compañera, que me temo que no podemos contar por que la que lo hizo fue para rescatar a su vieja amiga. Malgastaron una oportunidad de oro de usar ese momento, por ejemplo, para unir a dos personajes que se cayeran mal anteriormente. O que hubieran rescatado a la despelurciada. Eso justificaría el brindis tan entusiasta de alguien que antes (y después, eso está muy claro) lo único que hace es mantenerse aparte del grupo.

Los créditos finales siguen con escenas que tenían por ahí. El retrasado poseído poniendo a bailar a los paralizados, que es lo único que justificaría su permanencia en una posición que sin duda causó unas decenas de muertes cuando el edificio estalló al crecer el Jefe Final. Apesta a escena eliminada, a escena costosa de rodar que había que aprovechar de alguna forma. En estos créditos finales también meten otra escena que se había usado en la promoción que ya actúa de tráiler de la siguiente, como diciendo "ya veréis qué armas tan chulas habrá en la secuela" (y que os apuesto lo que sea que no saldrán o que serán infrautilizadas, como las armas  chulas de esta). Vamos, que todo se revela como una "historia de origen" no autónoma, la peste del cine actual: no es una historia cerrada sino que todo se dirige a meterte ganas de ver la próxima película. Todo acaba con una escena postcréditos vergonzosa, que promete una repetición de la trama de la película original: la negra oye en una grabación: "ZUUL". A ver, hagamos memoria: en la primera, todo el rollo de Zuul consistía en abrir un portal al más allá. Pero es que es justo lo que habéis hecho en esta película. No podéis prometer OTRA película más en la que pase LO MISMO. Cuela copiar a las antiguas porque han pasado treinta años, pero ¿otra seguida con lo mismo? No, por favor. No.

Basura. Un buen cásting desaprovechado en una basura de película. Como la infecta película de "El equipo A". Yo las encuentro al mismo nivel, la verdad. Y no pienso verla de nuevo ni aunque me paguen, es de esas que aguantas en un primer visionado, pero luego ya no sufriré otro ni por todo el oro del mundo. Prefiero ver por enésima vez la primera, la original, la buena. Incluso la segunda, que tampoco era tan mala como se suele decir. Esta no. No.



lunes, 11 de julio de 2016

Armas, armas y más armas

Adivinad lo que ha pasado en USA con las armas.  En efecto: han disparado a gente. Otra vez.

Si alguna vez habéis interactuado con un estadounidense, habréis visto lo mucho que les cuesta asimilar que existen otros países en los que la gente no tiene ningún acceso a las armas de fuego. "Pero... ¿cómo os defendéis de los malos?". No, a ver, los americanos no se defienden a tiro limpio con sus armas. Eso ocurre una vez entre un millón. Ni una sola masacre en USA ha sido frenada por ciudadanos usando sus armas personales. Eso es sólo un mito que forma parte del imaginario colectivo de la nación, sin contacto auténtico con la realidad. Y si hablamos estrictamente del "uso cotidiano", la verdad es que yo preferiría que me robasen en casa a matar a un ladrón "en defensa de mi propiedad".

La gran ironía de esta "segunda enmienda" es que se creó no en el sentido de que ¡¡¡TENER ARMAS ES LO MÁXIMO!!! porque sí, sino con la justificación de que el ciudadano tenía que tener la puerta abierta a combatir un gobierno tiránico, como por ejemplo el del pérfido Rey de Inglaterra. Ahora, ninguna cantidad de ciudadanos con acceso aunque sea a AK47s puede aspirar a frenar la tiranía de su gobierno, no cuando ese gobierno tiene acceso instantáneo y preciso a nuestra posición inmediatamente mediante el móvil que todos llevamos en el bolsillo y podría desatar eficientes misiones de aniquilación selectiva del ciudadano que van desde el bombardeo "muerte desde el cielo" al más puro estilo Call of Duty al robot bomba con el que acabaron con la vida del asesino de policías de Dallas. El pueblo norteamericano no puede ni plantearse frenar a un gobierno con ninguna cantidad de armas de fuego cuando todos sus movimientos y comunicaciones están bajo control las 24 horas del día.

Irónicamente, lo más parecido a "dar armas contra la tiranía" que he visto en los últimos años son las acciones de Snowden, que se hartó de ver cómo se realizaba espionaje sistemático e innecesario de toda la población simplemente "porque podemos" y decidió al menos hacérselo saber al pueblo americano. Pero ve tú a hablarle a un yanqui y sugerirle que Snowden tiene más que ver con la segunda enmienda que la posesión de ninguna arma de fuego, a ver qué te dice. Yo creo que me lo puedo imaginar.

miércoles, 11 de mayo de 2016

Conan no puede parar, pero sí que quiere

Los "late nights" norteamericanos me fascinan inexplicablemente. Hace algo más de veinte años tuve mi primera exposición a este formato viendo el "Tonight Show" de Jay Leno en el antiguo Superchannel que nos llegaba por la parabólica, y no me explicaba por qué ese sosísimo señor recibía cada día a importantísimas estrellas de Hollywood para tener unas brevísimas charlas absolutamente intrascendentes. ¿Estaban emitiendo una versión abreviada del programa, o qué?

Hoy ya con ojos de adulto, sigo fascinado con el tema y voy siguiendo con cierta distancia pero bastante interés la evolución de este mundillo. Especialmente fascinante fue el hundimiento del programa de Conan O'Brien (el sucesor de Jay Leno al frente del Tonight Show) debido a una mala estrategia del canal NBC, que sustituyó las series y programas de producción propia que precedían al programa con otra dosis de... Jay Leno, supuestamente retirado. La audiencia no pudo soportar esta sobredosis, el tenderete se vino abajo a los pocos meses, y el canal pagó una elevada suma por romper el contrato y mandar a Conan a su casa para que Leno continuase con su versión del programa como si no hubiera pasado nada.

Lo que ocurrió a continuación se nos muestra en la película "Conan O'Brien can't stop". Dicho título parece insinuarnos que Conan es un "culo inquieto" que necesita mantenerse en activo, pero nada más lejos de la realidad. Lo que vemos es a un Conan agotado que sigue adelante a disgusto llevando a cabo una gira musical para mantener viva la marca "Conan" en un periodo en el que tenía prohibido contractualmente aparecer en televisión o en internet.



Esta estrategia también le permitía vivir su fantasía frustrada de ser una "estrella del rock" tocando la guitarra eléctrica al frente de una banda de primera. Pero tampoco nos engañemos: la gente iba a ver a Conan, su presentador favorito de la tele, no a escuchar sus canciones. Al ver esta película comprendí por fin la clave del formato que me había escapado durante todos estos años: un presentador de "late night" vende simpatía, "likeability", y la gente enciende el televisor para encontrarse a un tipo que le cae bien mostrando su encanto y su ingenio en triviales charlas con los famosos. Por ello, los momentos más interesantes del documental no son los que se producen en el escenario (el contraste con un rockero de verdad cuando Eddie Vedder participa en una actuación es notorio), sino la interacción de Conan con la gente antes y después de los conciertos.

La película muestra cómo Conan va ensamblando las primeras piezas del montaje con su equipo habitual, empezando la casa por el tejado como quien dice, pues primero vende las entradas de los conciertos (con un éxito arrollador) y luego comienza a ultimar los detalles de lo que va a ofrecer. En ningún momento trata de fingir que crea el producto antes de empezar a venderlo. Ese es uno de los puntos fuertes del documental, al no ocultar ni siquiera los aspectos más incómodos de la forma de proceder de Conan y su equipo, incluido el trato abusivo que les dispensa en momentos concretos (imponer a los participantes en una reunión que se pongan un plátano en la oreja antes de poder intervenir, golpear a sus empleados "cariñosamente", etc.). Pero quizá el momento más brutal es cuando se pone a hacer chistes de dudoso gusto sobre el aspecto de paleto de su "amigo" Jack McBrayer (el ujier de "30 Rock"):



Conan O'Brien no puede parar, pero durante todo el metraje es evidente que, si por él fuera, se iría a casa inmediatamente. Al terminar el primer concierto no vemos a un Conan exultante por el "subidón" de la actuación, sino que aparece prácticamente catatónico y pensando fríamente en cómo mejorar el espectáculo para la siguiente fecha. Esta presión se va acentuando, y al final lo único que hace es quejarse y echar pestes sobre el tiempo que pierde atendiendo a la gente, tarea que acomete con resignación y la máxima profesionalidad. Es evidente que su mayor deseo es irse a casa y estar con su familia, pero dicho momento no llega a presentársenos, pues el montaje de la película encadena con el comienzo de su nuevo programa de televisión, una versión con menor presupuesto de su Tonight Show. Tras desengañarse del sueño de ser una estrella del rock, el presentador de talk shows vuelve a su verdadera profesión. Conan no pudo parar, y así no tuvo que enfrentarse al hecho de que quizá no esté hecho para otra cosa.












domingo, 13 de marzo de 2016

Adiós a los titanes (+ bonus tracks)

Anteayer fue 11 de marzo. Todos los españoles sabemos lo que supone esta fecha, sus macabras implicaciones. A la sombra de ese día, ayer recibí la más terrible noticia. Keith Emerson, el hombre que me arrastró para siempre al "prog rock", el equivalente en los teclados a Jimi Hendrix, se quitaba la vida al parecer de un disparo en la cabeza. Esa cabeza de la que habían salido obras maestras como "Tarkus" o como "Karn Evil 9" (mi canción favorita de todos los tiempos), y que pensó que ya no merecía la pena seguir viviendo al haber empezado a sufrir parálisis en los dedos y haber perdido la utilidad de dos de ellos. Sintiéndose hundido igual que un ingenio siempre ágil como el de Robin Williams al ver que empezaba a írsele la cabeza, Keith Emerson pensó que no era nada sin sus dedos. Es el poder asesino de la depresión, que nos impide ver lo bueno que tenemos y nos hace ver sólo lo que perdemos, o lo que nunca podremos tener si no lo tuvimos.

Por si no fuera suficiente, ayer también falleció súbitamente y con sólo 45 años Alejandro Blanco, el bajista desde hace 22 años de mi grupo español favorito, los Ilegales. Ese músico siempre sonriente y al que le quedaban tantos años de música por delante. Quiero recordarlo con este vídeo en el que se le ve haciendo lo que mejor sabía hacer (y en el que también se me ve a mí en primera fila cuando enfocan al público):

https://www.youtube.com/watch?v=xnLLv067Tl0

Descansen los dos en paz.


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*Entrada adicional*  EL MUNDO DE LOS SUEÑOS

Agotado tras este funesto 12 de marzo, me fui a la cama muy temprano y dormí montones de horas, como nunca suelo dormir. Esta larga sesión sólo la interrumpieron mis ganas de ir al baño. (¿Qué pasó al final del sueño de la Bella Durmiente o de Rip Van Winkle? ¿Nacieron las cataratas del Niágara?) Al abrir los ojos miro mis notificaciones del Tuiter y me encuentro la agradable sorpresa de una #fototetas (un #giftetas en realidad). Pero a lo que vamos. Todos los días duermo menos horas de las que me corresponde, lo que tiene el afortunado efecto secundario de que no sueño. Pero hoy sí me asaltaron los sueños, esas ideas incontrolables y crípticas que regurgitan las experiencias del día anterior, y nos obligan a confrontar dos cosas: lo que anhelamos y lo que tememos.

Mi sueño de anoche fue este: Estaba en una fiesta de empresa en Oviedo (!), y al ir haciéndose tarde, al no tener motivo para seguir allí, salí inmediatamente después que una compañera para irme a mi casa en Trubia. Pero al ser medianoche se supone que no pasan los autobuses, así que fui acompañando a la compañera hasta el portal (al principio de la calle Uría, junto a la estación de la Renfe) y ya me iba despidiendo, pero ella, al comentarle mi situación, me dijo "oye, si quieres puedes subir para estar conmigo". En ese momento paró a escasos metros de mí un autobús "L-3", y salí corriendo a cogerlo sin saber si era el mío o no (porque recientemente en Oviedo, y eso no es el sueño, es real, algún tarado rehizo completamente la distribución de líneas y su nomenclatura, creando un pifostio de los que hacen historia.) Sólo al dejar atrás a esta chica lo que me dijo "se registró" en mi cabeza, como dicen en inglés: no me ofrecía una cama para dormir, sino que me ofrecía "estar" con ella. Ay, ay.

Por supuesto, el autobús "L-3" de este sueño no iba a Trubia, así que tuve que bajarme. Ahí también me di cuenta de otra cosa: de niño yo había vivido en Trubia, pero ahora... ¡tenía un apartamento en Oviedo! Todo aquel paripé era inútil. En realidad, medianoche no era tan tarde y podía estar un rato más en la fiesta. Fui a la calle Toreno.

En aquella calle había un hotel. Se abrieron las puertas y salió un empleado mirando que no hubiera nadie en la calle, despejándola. Junto con otro empleado, se pusieron a esperar. Al poco alguien saltó por la ventana, del octavo piso. Pararon su caída. Siguió tirándose gente. (¿Había un incendio? No se veía fuego.) Se tiró una chica que no tuvo tanta suerte y cayó sobre un coche, me dio mucha pena el golpe. Pero no fue un tortazo de octavo piso de quedarse espachurrado, tuvo sólo el efecto de caerse de un segundo o tercer piso. A la siguiente persona que saltó, ya había un grupo de gente con una lona que la detuvo. Luego saltó por sorpresa otra persona, separándose mucho más de la acera, pero ya estaba por allí cerca otro grupo con una manta mucho más grande y la salvó. Final feliz.

Ah, el mundo de los sueños.


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*Segunda entrada adicional*  NIEVA EN MI CORAZÓN


Cuando pasé un tiempo en Irlanda hace diez años, usé cuatro discos como tabla de flotación:


Spock's Beard - SNOW
Neal Morse - TESTIMONY
Neal Morse - ONE
Brian Wilson - SMiLE


Neal Morse compuso y grabó el disco cumbre de Spock's Beard, SNOW, y después dejó el grupo sin llegar a tocar el disco en directo.

Ayer, el funesto 12 de marzo de 2016, recibí un email de la discográfica de Neal Morse informando a sus clientes de que el 15 de julio, a menos de 100 Km. de mi casa, el grupo se reunirá (parece que con la misma formación de entonces, si es cierto lo que me dijeron cuando les pregunté por la presencia del batería) para interpretar "Snow" en directo.

Pase lo que pase, siempre quedan razones por las que vivir.