lunes, 29 de abril de 2013

Teoría de las novedades

Como hoy tengo el día tonto, os voy a ofrecer mi teoría de las novedades, gestada hace sólo diez minutos pero que me ha dejado bastante satisfecho. Permitid que me dé una palmadita en la espalda a mí mismo.
 
El planteamiento es el siguiente: Hacerse adulto consiste en tener cada vez más ganas de aprender cosas nuevas.

A los niños siempre les gusta lo familiar, lo conocido... He conocido ya demasiados niños que piden ver cada día la misma película. Y así todos los días hay que ponerle El rey león, Kung Fu Panda o cierto capítulo concreto de su serie favorita. Y yo también recuerdo que de chico tenía mi colección de cintas de vídeo con ciertas series y películas grabadas que veía obsesivamente, así que puedo confirmarlo como sujeto de pruebas.

En cambio, aunque hay excepciones, a una persona adulta le dices "oye, ¿te apuntas a ver "Casino Royale", que me la acabo de comprar en blu-ray?" y te dirá "no, que ya la vi en el cine hace cinco años y la tengo muy reciente". Reíros si queréis, pero a mí me ha pasado...
 
Por supuesto, también hay quienes te dicen que han visto "Titanic" ochenta veces o que no se pierden nunca "Depredador" cada vez que la ponen por la tele (aquí me declaro culpable, ejem...). Bueno, hay adultos menos maduros que otros. Gente en contacto con su niño interior.

Pero mi teoría sigue en pie: lo normal es querer experiencias nuevas, no una mera repetición de lo conocido. Y se puede extender imaginativamente a otros campos... El niño no quiere innovaciones: si le pones una ensalada o un huevo frito y no está acostumbrado no los toca, se empeña en recibir su filete con patatas o no come... incluso aunque luego al hacerse mayor descubra que no hay nada que le guste más que esa ensalada o esos huevos fritos. Yo de niño sólo quería puré de lentejas; si me lo hacían de garbanzos o de guisantes ahí se quedaba. Luego de mayor ya es distinto, quieres cosas nuevas, ir a restaurantes tailandeses, indios, mexicanos, lo que sea. Se te ha abierto la mente, a veces hasta el masoquismo (comes comida picante, ves películas coreanas de torturas y venganzas...). El niño es conservador, y la mente primitiva, sin desarrollar, es conservadora (no lo digo yo, lo dice LA CIENCIA), pero el verdadero adulto ha de ser todo lo contrario.
 
Por lo tanto, la ciencia dice que si te abres a ideas nuevas, a películas nuevas, a experiencias nuevas, a países nuevos, a gente nueva, y a... no sé, a peinados nuevos, eres una persona mentalmente madura. ¡Mira qué sorpresa!